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Cultura, identidad y genocidio contra los pueblos indígenas de Guatemala


Enviado por   •  8 de Noviembre de 2017  •  Ensayo  •  5.804 Palabras (24 Páginas)  •  291 Visitas

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Las respuestas frente a la política de tierra arrasada

Cultura, identidad y genocidio contra los pueblos indígenas de Guatemala.

1. Cultura de resistencia e identidad

La mayoría de los documentos escritos de la cultura maya fueron destruidos durante el siglo XVI y XVII; esta catástrofe cultural se debió al celo evangelizador de los sacerdotes, quienes identificaron la cultura y la ciencia maya con prácticas de hechicería. Se cuenta con pocos datos fieles que permitan comprender el sentido y contenido de la cosmovisión de los pueblos originarios de América.

La síntesis que a continuación se presenta es resultado de las reflexiones colectivas emprendidas por grupos de ancianos de varias comunidades lingüísticas del país. Asimismo, está complementada con observaciones de campo y elaboración teórica, con base en el estudio de los memoriales y documentos indígenas, y en entrevistas con diversos líderes del movimiento indígena. Aunque comienza a haber algunas referencias bibliográficas referidas a estudios de carácter etnográfico, se han preferido las fuentes orales.

Una primera cuestión fundamental consiste en responder a la pregunta: ¿Quiénes son los pueblos indígenas de Guatemala?. De esta interrogante depende la precisión para evaluar las respuestas de los pueblos indígenas frente a la violencia política desatada por el Estado en Guatemala, así como la lógica del enfrentamiento armado interno.

En primer lugar, los pueblos indígenas deben entenderse como pueblos, es decir, unidades poblacionales diferenciadas y organizadas, con estructuras sociales, políticas y económicas propias, y unidas por fuertes nexos de solidaridad orgánica, que se expresa en un sentimiento de identidad. La identidad de los pueblos indígenas se sustenta en los siguientes ejes:

1.1. Territorialidad:

Los pueblos indígenas de Guatemala -especialmente los mayas-, basan su autodefinición en un fuerte sentimiento de territorialidad. Esta  identificación con un territorio concreto y con un entorno ecológico determinado no es un sentimiento de posesión, sino de pertenencia, de integración de la persona con el entorno en el cual ha nacido. Aquí se expresa el carácter comunitario de la identidad: ser indígena se corresponde con una comunidad de referencia, con una familia extendida y con una cultura aldeana que cada persona reconoce como la matriz de su personalidad[1].  

1.2. Economía

La vivencia de orden territorial no es solamente la relación con la Madre Tierra, sino con todo el entorno, sobre la base de un principio de equilibrio que se expresa en la máxima de que cada uno debe de tomar de la Naturaleza  lo que requiere para vivir. El hombre tiene una función en la vida, y el debido cumplimiento de esa función define sus derechos económicos. Sobre la base de esta definición de los derechos económicos, se fundamenta una ética de relación con el entorno geográfico, en el que la acumulación es valorada negativamente como ambición. Frugalidad y mesura en el disfrute de los bienes materiales, y el derecho de todos a acceder a los beneficios y al trabajo, son el centro del proceso económico.

En cuanto al desarrollo,  este concepto es una categoría compleja en el pensamiento maya, que entreteje concepciones culturales acerca de las relaciones entre el hombre, el tiempo, la historia y el devenir del Cosmos. En el pensamiento indígena es una categoría sagrada. Así, el hombre tiene la misión de sustentar el equilibrio del cosmos. En el momento de la creación, el hombre fue responsabilizado de esta tarea, y recibió un mandato específico de los Progenitores. Este mandato se desarrolla en el devenir, que se concibe en términos de ciclos históricos, en los que las distintas energías que contiene el Universo se manifiestan y expresan, marcando el destino de los hombres, y su carga. Cada sujeto, como sustentador del orden cósmico, recibe una carga con el día de su nacimiento, y esa carga debe ser llevada hasta el final como parte de la tarea colectiva de sustentar el orden. Esta carga o misión personal se expresa en el complejo concepto del Nawal o espíritu del día, que capta una energía y un proceso de desenvolvimiento en el tiempo propio de los elementos de la Madre Naturaleza: viento, fuego, algunos animales, la Tierra.

Para trascender, el sujeto y la colectividad deben de cumplir con la carga y el mandato que les corresponde. La manera de llevar la carga depende del ciclo histórico en el que se vive, de la etapa de la historia en la que se manifiestan las tendencias y la madurez de los procesos. Así, se entrelaza la vida de los hombres con los ciclos históricos y con el devenir del Cosmos, en términos de procesos interrelacionados y complementarios, donde la acción humana encuentra su lugar y su razón de ser.

El desarrollo es el devenir de la historia, que se teje con la suma del cumplimiento de las cargas colectivas. El fin organizador de este devenir es el bienestar, equilibrio y armonía de la comunidad.  Pero el desarrollo no se concibe como resultado de las fuerzas cósmicas, sino como el equilibrio entre esas fuerzas y la energía y acción humanas. Así, en esta época, las energías que alumbran el cosmos son las fuerzas del amanecer, después de una larga noche de obscuridad. Pero el amanecer se construye con la participación de todos.

1.3. Organización social y política:

Las culturas indígenas han mantenido a lo largo de su historia una cohesión social que se deriva de la existencia de sus instituciones sociales y sistema de gobierno de los pueblos indígenas, de carácter comunitario y basado en valores propios, ancestrales. En el marco de sus  sistemas normativos y políticos se da la recreación y reproducción de la identidad; la fortaleza mayor de estas culturas han sido los mecanismos y contenidos de los procesos de socialización de las nuevas generaciones. Se finca en un sistema de valores y en un concepto del poder en el que la comunidad (los que nacieron y tienen derecho al usufructo de un determinado espacio geográfico) es la depositaria legítima del mismo, y lo ejercita a través de guiadores y servidores, sujetos a la voluntad de la colectividad.

Por ello mismo, la idea de ‘participar, ser tomado en cuenta’, constituye uno de los elementos fundamentales de su cultura. Ser tomado en cuenta significa:

  • participar en el proceso de apropiación de información o conocimiento sobre lo que pasa en su entorno;
  • escuchar los puntos de vista e intereses de sus vecinos, sobre todo del liderazgo social;
  • hacer parte de la toma de decisiones acerca del curso de acción a tomar;
  • tomar responsabilidades en cuanto a la implementación de las decisiones y componentes de la acción decidida, mediante su involucramiento directo;
  • ganar experiencia y respeto de la comunidad en cuanto al desempeño adecuado de las responsabilidades asumidas;
  • en síntesis, cumplir con la carga que le corresponde a cada uno, según su día de nacimiento o nawal.

El pensamiento y acción colectivos son la base de las prácticas políticas indígenas, que en complemento, tienen una estructura jerárquica. La unidad de la colectividad la establecen los distintos tipos de guiadores, cada uno con sus funciones y su lugar en la jerarquía. El cargo de guiador requiere de la confianza comunitaria, y se gana a través de la actuación propia ante la mirada de la comunidad. Cada dirigente hace el aprendizaje de la gestión y la prueba de sus capacidades ante la comunidad.

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