De la etica del trabajo a la estetica del consumo

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Facultad de Ciencias Administrativas y Contables

Contaduría Pública

Juan Carlos Abril Torres

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Problemáticas Contemporáneas

DE LA ÉTICA DEL TRABAJO A LA ESTÉTICA DEL CONSUMO

ESPEJISMO DEL SIGLO XXI: TENGO, LUEGO EXISTO.

¿Por qué las personas cotidianamente se preocupan más por obtener las cosas materiales para ser felices, que en alimentar su propio ser y filosofía? ¿Será que lo primordial es tener y luego existir?

Estos interrogantes permiten establecer la estrecha relación entre la ética y la estética en la sociedad de consumo, en lo referente a la escasez de valores, el poder de la imagen y la adecuación del acto creativo a las leyes del mercado; haciendo énfasis en una cultura diezmada, donde la satisfacción de nuestros deseos en forma inmediata, es más que una necesidad diaria, donde la injusticia social y la corrupción se cuidan mutuamente, donde las personas intentan comprar el nuevo televisor, más delgado, con mayor definición, desvalorizando los productos cada vez más rápido; es decir, las políticas de consumo arrasan con todo. El poderío económico somete a la ética a un lugar de insolvencia. La estética, por el contrario, apropiada, cobra un papel dominante como imagen del capital, lo que se vende es una imagen, un traje de etiqueta, una gran diversidad de imágenes que multiplican al ser y arrasan con la subjetividad.

 “Tengo, luego existo.” Es la máxima frase reflexiva de nuestro tiempo, un espejismo de lo que en realidad se ha convertido la sociedad; parece ser un gran circo del cual somos todos partícipes, donde lo primordial no es la calidad de la persona ni la ética del trabajo, sino el valor monetario de la entrada. Todo aquél que no cumpla con los requisitos indispensables será excluido, ya que, el dinero permite el consumo de lo que se desea y no de lo que en ocasiones se necesita. Vencer la insatisfacción, el miedo, los complejos y los traumas para acercarse al molde, al parámetro, a la medida social, parece ser el camino mágico por el que nos hacen transitar los senderos del capitalismo, con rumbo “fijo, único y obligatorio”.

En este mundo actual, con sus políticas mercantiles de exclusión, sus nuevas tecnologías y su economía global, la moral se encuentra colgando de una cuerda floja, el consumo constituye una nueva ética de la acción social, que conlleva a una transformación en la estructura, la cual gira en torno a una estética de estandarización y recambio, donde lo nuevo es correcto, verdadero y bello, en tanto lo de ayer es inmediatamente desechable y destructible. Por consiguiente, La ética del trabajo sirve como referente para la construcción de identidad y de proyecto de vida (formación del ser = felicidad), permite la formación del carácter social y de evaluación personal, en otras palabras, da paso a contribuir éticamente en el progreso de una comunidad. En tiempos remotos, las personas únicamente ejercían su cargo por gusto a su quehacer diario, y no por el valor económico que éste les proporcionaba, lo cual evoca al poco consumismo de esa época, porque simplemente producían el bien que satisficiera su necesidad y por ende lograr la supervivencia.

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