Delincuencia

A raíz de la ola de violencia y del creciente índice de delitos que se cometen dentro del territorio mexicano; sobretodo aquellos que tienen como medio de acción la violencia. Son muchos los que creen que el peso de la ley debe ser más enérgico cuando de delitos con violencia se trata.

Por otro lado, muchos otros creen que la balanza debe inclinarse hacia la tolerancia frente a delitos que se consideren justificados, al argumentar que gran parte de la comunidad dedicada al robo con o sin violencia carece de condiciones idóneas para su propio desarrollo económico dentro de la sociedad capitalista en la que estamos inmersos, así como las condiciones psicológicas a las que se ven expuestos la mayoría de los de los delincuentes, factores que sin duda afectan la calidad de vida del delincuente así como su comportamiento frente a la sociedad. Así, entendemos esta postura como una que pretende ser incluyente y comprensiva; pero al final resulta poco efectiva frente a un modo de delinquir que en ocasiones se ha vuelto más allá de una necesidad, una costumbre entre aquellos que dedican su vida al robo.

Es cierto que como Klaus Roxin señala en su conferencia al decir que "Uno de los orígenes de la delincuencia en México es la diferencia que hay entre las personas afortunadas, con riqueza, y los pobres". Lo que sin duda implica un punto a favor de la postura basada en la “comprensión” al delincuente; la realidad, no obstante, apunta a que esta idea nos conduce hacia una tarea que no es ni más ni menos que obligación del gobierno atender. O ¿Acaso los ciudadanos “afortunados”, si es válido llamarlos de esa forma, honestos y que dedican su vida a elevar su calidad de vida en base al esfuerzo del trabajo deben estar condenados a sufrir los efectos de una tolerancia que no va más allá del fomento a una actividad que afecta a millones de mexicanos?

En este sentido, bastaría con preguntar a

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nuestros seres más allegados si han sido víctimas de algún robo para tomar conciencia de una problemática de carácter serio que es común en nuestro país. Así , el problema no esta en quitar o aprobar leyes, en aumentar o reducir sentencias, la verdadera raíz del conflicto se encuentra en las escasas oportunidades que ofrece el Estado a sus gobernados, como también Roxin señala . Y de esta forma el acto delictivo se presenta como una oportunidad atractiva para aquel desfavorecido que sin pensarlo toma la decisión de vivir bajo la mira de las autoridades encargadas de impartir justicia y hace de ello una costumbre no solo para sí mismo sino para sus familias gran parte de las ocasiones.

Por consiguiente, será necesario adentrar, como ya se mencionó anteriormente, en otro de los ingredientes que catalizan el acto delictivo: el factor psicológico. Análogamente al los factores económicos

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