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Derecho Romano Garantias Constitucionales


Enviado por   •  28 de Septiembre de 2012  •  4.039 Palabras (17 Páginas)  •  688 Visitas

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INTRODUCCIÓN

En un principio, el líder era concebido como un ser superior al resto de los miembros del grupo, con atributos especiales. Un individuo al demostrar su superioridad ante la comunidad se convertía en el líder.

Se consideraba que estos poderes o atributos especiales se transmitían biológicamente de padre a hijo o era un don de los dioses, es decir, nacían con ese don. Sin embargo, aún entonces, se buscó a través de la transmisión de conocimientos y habilidades crear líderes. Actualmente con el auge de la sicología, se ha tratado de fundamentar esta perspectiva a partir del fuerte vínculo psicológico que establecemos con nuestro padre, la primera figura arquetípica que tenemos.

Estudios psicológicos sobre el liderazgo sostienen que buscamos en nuestros líderes la seguridad que nos proporcionaba el símbolo paterno. Y así, como conceptualizabamos a nuestro padre como un ser perfecto e infalible, reproducimos esta fijación hacia nuestros líderes, considerándolos, por lo tanto, más grandes, más inteligentes y más capaces que nosotros.

Por ello, es que individuos superiormente dotados serán vistos como líderes potenciales y colocados en una posición de liderazgo, donde, finalmente se convertirían, incluso a pesar de ellos mismos en líderes. Durante mucho tiempo se ha pretendido definir y medir los rasgos y las habilidades de los líderes, sin embargo, no se ha logrado hasta ahora un consenso al respecto.

Las listas y las explicaciones son muy diversas, amplias y heterogéneas. Estos listados reflejan, más que las características verdaderas de un líder, los valores prevalentes en la sociedad o la imagen del líder ideal. Aunque actualmente ya no se piensa que estas habilidades son supernaturales y que las habilidades que hacen a un líder son comunes a todos, si se acepta que los líderes poseen estas en mayor grado.

Los estudios sobre el liderazgo señalan que los líderes tienden a ser más brillantes, tienen mejor criterio, interactúan más, trabajan bien bajo tensión, toman decisiones, tienen tendencia a tomar el mando o el control, y se sienten muy seguros de si mismos.

PARTE I

EL LIDERAZGO EN EL SIGLO XX

En (1864 – 1920), el ilustre sociólogo alemán Max Weber, identificó tres grandes estilos de autoridad que corresponden grosso modo a tres etapas en la historia de la humanidad y que plantean otras tantas legitimaciones del liderazgo. Ellas corresponden al liderazgo carismático, tradicional y racional – burocrático.

Carismático:

En los orígenes de la sociedad, la base del liderazgo era el prestigio personal de determinados individuos.

Ya desde la edad de piedra, cuando se presentaban situaciones que implicaban el trabajo de varios individuos, se necesitaba alguien que coordinara las actividades. Puede suponerse que éste alguien era el más activo, audaz, inteligente y fuerte.

Tradicional:

Con el correr de los años y de los siglos, se abrieron nuevos panoramas.

Era frecuente y natural, que el líder (de origen carismático) quisiera heredar el cargo y poder a sus hijos, así como les heredaban los demás bienes. Pero tal situación creaba la necesidad de apoyar y justificar a quien no tenía fuerza y carisma personal. Así nació el liderazgo tradicional sacralizado: el que todos conocemos encarnado en los reyes, príncipes, faraones, sultanes y emperadores. Este líder se regía principalmente por la “Teoría del Derecho Divino”, campeón sin rival en todo el mundo por miles de años.

Racional Burocrático:

Sólo a partir de la revolución Francesa, y mejor dicho durante el siglo XIX, se afirmó un nuevo concepto: el gobierno racional – Burocrático, representado en los sistemas democráticos.

En el nuevo sistema, el papel cuenta más que la persona que lo ocupa. La Ley está por encima de la voluntad de los funcionarios, cualquiera que sea al rango de éstos, y la obediencia se tributa a la Ley, no al arbitro del gobernante.

Después de la Revolución Francesa siguió habiendo reino y reyes en muchos estados, tal vez por inercia, pero su poder quedó limitado en forma drástica, y poco a poco fueron cediendo el paso y el campo a una nueva figura: los presidentes de la república, no heredero sino elegidos, no soberano sino sujetos a múltiples leyes, y no vitalicios, sino por cuatro o seis años y destinados a regresar a la plataforma de ciudadanos comunes y corrientes.

IMPLICACIONES DEL LIDERAZGO

El liderazgo es una acción sobre personas, no sobre máquinas o aparatos. Indica rejuegos de sentimientos, intereses aspiraciones, valores, actitudes y todo tipo de reacciones humanas.

El líder hace que los otros hagan. Entonces debe tener la capacidad de entender por qué la gente actúa y saber manejar con destreza estos “resortes”, es decir las motivaciones.

También ha de tener la capacidad de predecir en algunas formas las reacciones de la gente. Toda conducta de liderazgo mira hacia el futuro, por lo que el líder pretende que se haga, así mismo se involucra la capacidad de controlar las actividades hacia los objetivos propuestos; líder no es sólo quien inicia el movimiento, sino quien lo dirige y, si es el caso, lo detiene.

Por último el líder requiere autoridad y poder, al menos aparentemente. El poder es la base del impacto e influencia del líder sobre el seguidor. Para un líder efectivo el punto clave está en que el seguidor perciba en quien intenta dirigirlo o influenciarlo en algún sentido, un poder.

Desde el punto de vista de su origen, hay que distinguir dos tipos fundamentales de poder: el de posición y el personal.

El de posición: El líder ha llegado desde arriba; alguien que tiene un poder social superior le ha conferido cierto cargo con cierto poder.

El de personal: La persona ha llegado a líder desde abajo, es decir de los seguidores; su poder es fruto de un reconocimiento que determinadas personas y/o grupos manifiestan con respecto a sus cualidades y objetivos valiosos de promoción social.

Podemos decir que la relación existente entre el poder personal y el de posición es que en ellos se observa un mutuo esfuerzo: el poder personal con facilidad lleva a que el sujeto se le asigne posición, confiriéndoles cargos directivos, y el de posición ayuda al beneficiario a desarrollar cualidades humanas que le aumentarán el poder personal, como la seguridad, amplitud de perspectiva, riqueza de información y capacidad de negociación.

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