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Discurso Del Informe Del Senador Manlio Fabio Beltrones R., Presidente Del Senado De La República Y Coordinador Del Grupo Parlamentario Del PRI, Transmitido Desde Su página Oficial De Internet


Enviado por   •  17 de Septiembre de 2014  •  2.175 Palabras (9 Páginas)  •  385 Visitas

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Yo vengo de Sonora, he dedicado mi vida a trabajar por una causa: México, que será más grande cuando sea más justo.

Hoy, ante tantas tribulaciones y dificultades que se agravan por la falta de seguridad, de orden y rumbo –a diferencia de muchos pesimistas que piensan que ya no hay remedio– estoy convencido que existe otro camino para los mexicanos.

Sí existe otro camino, de eso estoy seguro. Yo sí creo en México y en la solución de sus problemas.

He sido electo diputado en dos ocasiones, electo Gobernador y hoy soy senador por segunda vez y coordinador de los senadores de mi partido, el PRI.

Este día, en que concluyo mi responsabilidad como presidente del Senado de México, me dirijo a ustedes para cumplir, no sólo con mi deber cívico, sino con un valor que me inspira: La transparencia y la rendición de cuentas.

En la vida y de la vida he recibido valiosas enseñanzas, pero ninguna tan importante como el valor de la palabra empeñada, es que esto me lo inculcaron desde la niñez, porque aprendí que la lealtad tiene siempre un corazón tranquilo.

He crecido en la derrota y he aprendido en la victoria.

He respetado y seguiré respetando adversarios y a compañeros de equipo, porque así me formé y así actuaré siempre.

Cumplir lo que prometo no es el objetivo de mí vida, sino la base sobre la cual me paro frente a ustedes.

Hoy, en este mensaje como senador, mí voz está dirigida a todos aquéllos que quieren construir un mejor país, un territorio donde ningún niño pase miedo, hambre o angustia por el sólo hecho de nacer lejos del poder.

El fin último de mi esfuerzo no es para el beneficio de un solo grupo, sino para el bienestar de una Nación entera, pero este anhelo debe asumir que el mundo cambió.

Las sociedades quieren avanzar por avenidas de más libertades y derechos. El país cambió, México cambió, vivimos en un México más democrático que ayer, es cierto, en el que más voces tienen cabida, pero donde la estabilidad por la que luchamos no es lo suficiente.

México cambió, digámoslo claro, pero la política no y los partidos y los políticos tampoco.

En las elecciones constitucionales de 2012 serán ya nueve millones los jóvenes que podrán votar por primera vez. A ellos, la política ofrece los mismos discursos de hace décadas.

No es legítimo ganar una elección para mantener el actual estado de las cosas, sino es importante ganar para terminar con los privilegios y construir un país con rumbo, una democracia sólida con crecimiento económico justo y equitativo.

Los mexicanos están cansados de que se instalen gobiernos de un solo partido, quieren gobiernos para todos y que beneficien a todos. La alternancia que conocimos fracasó en comprender lo anterior.

La derrota de este gobierno frente a sus promesas y expectativas de los más necesitados no nos debe producir alegría por una simple razón: El fracaso de un gobierno es el fracaso de un país entero.

El tiempo pasa, la desesperanza crece y en México no tenemos respuestas concretas sobre como afrontar los grandes problemas nacionales.

La confusión y la incertidumbre no nos permiten tener claridad sobre el rumbo que debemos darle a la Nación.

Por ello, es necesario poner orden. Orden en la economía, en la seguridad, en la política, pero sobre todo, orden en el gobierno. Y el orden nos servirá para darle rumbo cierto a nuestro país.

He sido testigo y protagonista de la llegada de la alternancia, sin embargo hasta ahora, los avances democráticos no han servido lo suficiente ni para mejorar al país, ni para mejorar el nivel de vida de los mexicanos.

Es que, a la democracia como a cualquier gobierno, se le deben pedir resultados.

La indispensable estabilidad económica no generó más empleos, no atenuó la pobreza, no nos hizo un país más justo.

La mano de obra pasará de 42 millones de mexicanos a 64 millones en 2030. Es decir, faltarán empleos si no actuamos ahora, no mañana.

Crecemos menos que el resto de América Latina. En diez años hemos crecido tan sólo un 2% por año, y ahora tenemos 11.7 millones de mexicanos en la pobreza extrema.

A la lista de problemas se suma el del medio ambiente, la lucha sobre el calentamiento global la estamos perdiendo. Estamos acabando con bosques y lagos, y serán las futuras generaciones las que tendrán que pagar nuestro actuar irresponsable.

Crecen las deudas, pero no los salarios. Hoy en México las riquezas se privatizar y las deudas se socializan.

Un puñado de compatriotas ya es parte de este nuevo siglo, pero una inmensa mayoría todavía no se beneficia de sus avances.

Los senadores del PRI creemos firmemente que México es más grande cuando es más justo, y sobre todo, será más fuerte cuando todas sus partes lo sean.

Tanto es así que, si hacemos las cosas debidas, en un máximo de 25 años –estoy seguro– que podremos no sólo ser la octava economía mundial, sino que ese éxito se reflejará con menor desigualdad.

La deficiencia en la calidad y la insuficiente cobertura en educación, cierra las puertas al futuro de los niños y jóvenes de México. Estamos dejando irresponsablemente sin futuro a millones de jóvenes.

El gasto acumulativo por estudiante en México, desde el inicio de la educación primaria hasta los 15 años de edad, es de 11 mil dólares, muy por abajo del promedio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) de 43 mil dólares. Hoy, 19 millones de jóvenes no tienen acceso al bachillerato.

Yo que tuve la oportunidad de estudiar en la UNAM y lo que he llegado a hacer, en mucho se lo debo a la educación pública y de calidad.

Veo con tristeza, que el año pasado mi Universidad no tuvo capacidad para recibir al 91% de los aspirantes a cursar la educación superior.

Ante toda esta realidad, México clama por una transición hacia un sistema político y de gobierno moderno y representativo, en el que el aire estancado se convierte en una ráfaga de ideas nuevas, audaces y responsables.

No fue ayer ni será mañana, hoy es cuando debemos acordar ese país que queremos. Delinear esa transición con la que tanto hemos soñado. El mañana se decide hoy. Nos enfrentamos hoy a una oportunidad histórica.

Podemos buscar responsables y culpables de nuestros problemas, pero nos agitaremos mucho sin movernos ni avanzar.

México está estancado en un mundo que no se detiene para esperar a nadie. Vivimos un México –que a pesar de desarrollar programas sociales durante años– arrastra a millones de compatriotas hacia la pobreza, y no ha sido capaz de devolverles el orgullo y la autoestima.

¿Quién en México se opondría a acabar con los privilegios,

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