Distopía.

DISTOPÍA

En el día de hoy, justo en la posición donde nos encontramos, dejando de lado toda opaca distracción, pregúntese de una manera sincera, clara y precisa ¿Es usted libre?

Nos encontramos viviendo en una sociedad trabajosa, con avances latentes los cuales sin ánimo de rebajarlos han sido un cambio significativo en el curso de la historia; pero, de igual manera, aquella acarrea sus propios venenos, los cuales persisten gracias a que la población los acepta, claramente sin rechistar y con una sonrisa latente en el rostro.

¿Qué venenos? Se preguntaran, simplemente sin irnos a casos extremos nos encontramos con el consumismo, presente vivamente en la vida de seguramente, una porción grande de la población, donde es un calvario inhumano que  un niño de once años –o seguramente menos– no posea un celular último modelo, donde es rutinario ir a la mesa y encontrarse con ocho de diez personas hipnotizadas en su teléfono celular como el único objeto preciado en su entorno, donde la felicidad solo se consigue obteniendo ropa de marca con una cantidad desorbitante de dinero, donde resulta más importante poseer un objeto material –casi siempre costoso– que un buen espacio para vivir, o por otro lado alimentos los cuales poder ingerir.

Pero, para nuestra mala suerte, aquí no se acaba la cosa, otro potencial veneno el cual hemos aceptado genuinamente, sin protestas, es la deshumanización, cada día nos hemos adecuado a cifras exorbitantes de muertes trágicas, ya sea por hambre, propinadas o hechas por la persona, nos hemos adaptado por rutina a una sociedad que mientras avanza, va perdiendo valores bases.

Y le pregunto claramente a usted ¿Realmente es libre? ¿No sufre de dosis de veneno? , le invito sin pelos en la lengua a realizar un giro trascendental, ya que el cambio, sin duda, alguna empieza por uno mismo. Nnnnnn    vvvvvb

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