EL CONCEPTO DE LO POLITICO DE SARTORI
Enviado por Mayra Centeno • 19 de Octubre de 2015 • Resumen • 1.858 Palabras (8 Páginas) • 119 Visitas
EL CONCEPTO POLITICO-CARL SCHMITT
EL CONCEPTO HISTÓRICO CONSTITUCIONAL DE ‘EL CONCEPTO DE LO POLTICO’
El pensamiento de Schmitt se construye desde la reconstrucción del pensamiento histórico alemán y del pensamiento francés. El punto de partida de Schmitt es la crisis del modelo constitucional que se construye en Alemania a partir de la revolución fracasada del 48.
El poder del estado ya no puede referirse a un estado monárquico por que trae desigualdad social, el poder debe emanar en el pueblo. El modelo dual del estado se basa para el autor en la falta de compromiso de la burguesía, que ha preferido las órdenes del monarca apoyado en la burocracia y en el ejército, antes que tomar el papel de comprometerse con la sociedad en fines de forjar un buen estado.
La idea de un principio democrático se debe entender como una vía adecuada para alcanzar la construcción de un estado, una decisión fundamental para entender la idea de un estado para todos claro y preciso.
En primer lugar Schmitt propone y defiende la democracia para voluntad unitaria del pueblo con principios y buenas directrices, las decisiones mayoritarias son buenas para el estado por que suma el aporte de todos, esta idea nace en las revoluciones burguesas del siglo XIX, llamado también deliberalismo general.
El principio democrático tiene por lo tanto tiene que estar dotado de un contenido sustantivo buscando la unidad del pueblo pero cuidado no es igual al pluralismo porque la idea de democracia se basa en el principio de igualdad. Para Schmitt la libertad no se equipara con la democracia pues esta ultima tiene el sentido completo de homogeneidad,que vale igual para todos.
Kelsen en su critica plantea el tema de la libertad , que los planteamientos de Schmitt no sean totalmente absolutos , por que la libertad emana en el ser humano desde sus principios de aparición y que la democracia careciera de libertad no sería igual para los pueblos.
Cuando el autor manifiesta sobre el sustantivo democrático se da a entender como algo abstracto no bien definido, pero la historia aboga por esta definición, por en el tiempo la historia cubre esas definiciones en blanco.
Schmitt plantea la dimensión política de la constitución mientras Kelsen la dimensión jurídica pero ninguno da la claridad entre la dimensión de la diferencia entre derecho y política.
El segundo gran tema al que dirige su atención Carl Schmitt es la insuficiencia del enfoque y de las categorías del positivismo jridico-publico alemán,elaborado a lo largo del siglo XIX.
De esta manera podemos deducir que lo político se encuentra inmerso dentro y fuera de los límites institucionales de toda organización política constituida y así, el concepto de lo político supone al del estado y al de lo social con todas sus implicaciones al mismo tiempo.
Cabe mencionar que si bien la distinción amigo-enemigo es característica esencial de lo político, en tanto nos muestra el grado máximo de intensidad de unión o separación, de asociación o disociación, según el autor, no todos los antagonismos o conflictos pueden catalogarse de políticos ; que estén politizados por acarrear consigo una confrontación hostil es otra cosa. Schmitt es muy claro al enunciar que por enemigo debe entenderse un conjunto de hombres que se opone combativamente a otro. Es decir, el conflicto político es siempre grupal y el enemigo entonces será el enemigo público, nunca el privado. Es por ello que el autor apunta a que solo debe verse al enemigo como el otro, el extraño, el distinto que en algún momento amenaza en términos existenciales al grupo al que se pertenece, es decir, con la objetividad necesaria para evitar asignarle juicios de valor innecesarios. Es aquí en donde Schmitt puntualiza también que no todos los grupos son políticos. Pueden encontrarse dentro de esta categoría solo aquellos que reúnen dos características: Autonomía decisional en cuanto a la elección de a quienes tratar como amigos o enemigos y el modo en el que habrá de enfrentarlos siempre y cuando esté dispuesto el grupo a hacerlo.
Siendo entonces la alteridad y la amenaza existencial del contrario sobre nosotros las características esenciales de nuestro oponente, es necesario valerse de una estrategia de enfrentamiento. Dicha estrategia según Schmitt debe tener por principal cometido combatir más que eliminar, ya que el enemigo posee un carácter funcional y al mismo tiempo no hay que olvidar que su condición de enemigo es puramente contingente o circunstancial. Pero entonces ¿de qué manera es que el enemigo sirve a su oponente? El enemigo define a la agrupación en principio, es decir, inyecta sin querer una gran dosis de identidad e instinto de pertenecía. El enemigo cohesiona, une, le recuerda a los miembros del grupo contrario porqué es que están unidos, porqué es necesario construir alianzas, les recuerda su causa.
De igual forma que Schmitt da tratamiento al enemigo lo hace con el amigo. Los amigos políticos no necesariamente son amigos en el ámbito privado, también son de carácter circunstancial y finalmente poseen de igual modo un valor funcional. Por lo tanto, así como el enemigo sirve para crear alianzas entre amigos, los amigos fortalecen las alianzas del enemigo. Se es amigo y enemigo al mismo tiempo porque en el enfrentamiento político no hay buenos ni malos, claro, si se mira desde afuera.
Por todo lo anterior es que Schmitt afirma que el intercambio o proceso político varía según las relaciones y reagrupamientos que existan entre grupos de amigos o enemigos. Es interesante como establece el autor hasta cierto punto un parámetro en el que afirma que cuanto más se acerque la oposición o antagonismo al punto extremo se aproximará más a lo político. ¿a qué le llama Schmitt punto extremo? A la guerra, y es justamente este argumento el que ha causado tanto revuelo alrededor de su obra. Es por ello necesario mencionar que no se trata de asignar un enfoque bélico a lo político ni uno mortal al enemigo como Chantal Mouffe apuntó en algún momento. La guerra es una posibilidad real y latente dentro del escenario del conflicto, no el fin último u objetivo. Lo político a su vez tampoco posee un afán pacificador, ya que el conflicto mismo y sus implicaciones lo impiden. ¿Cómo pensar en lo político en un escenario ajeno a la posibilidad de la lucha?
Por otra parte, los fenómenos políticos, como ya se ha visto, se apropian de cualquier espacio, es por ello que Schmitt afirma que lo político puede extraer su fuerza de todos los ámbitos de la vida humana, esto es, de antagonismos de índole diversa capaces de agrupar personas y formar distintas causas de combate.
Es por ello que los partidos políticos son solo un ejemplo de fenómeno político, el cual puede encontrarse dentro de los límites institucionales del estado o fuera de ellos, en lo que Schmitt denomina política interior o exterior. De esto podemos concluir que al ser la dimensión de lo político tan extensa, no se reduce solamente a la política de partidos, ya que comúnmente suelen equipararse estos dos conceptos también. Es necesario precisar que al ser la distinción amigo-enemigo inherente a toda conducta política, se verá inmiscuido dentro del ámbito político todo antagonismo capaz de agrupar para el combate a los miembros de la sociedad en grupos abanderados con una causa común. Lo político puede insertarse en lo económico, lo religioso, lo moral, lo filosófico, lo estatal etc. Basta pensar en las distintas causas generadoras de lucha común, como la defensa de los derechos de las minorías como ejemplo .
Intentar definir y establecer los límites de lo que lo político y la política representan no es tarea fácil y no me atrevería a catalogar como errores algunas inconsistencias en la obra de Schmitt. La primera de estas es sin duda al abordar la distinción amigo- enemigo, en la cual se menciona que lo político solo atañe al enemigo público. Me parece que en principio para que el conflicto adopte tintes políticos o grupales este debió haber comenzado sin duda en el ámbito privado, lo que hace a dicho ámbito importante para dar tratamiento a la fase posterior que es justamente el antagonismo político. Y lo que hace casi imposible mirar de manera objetiva al oponente, es decir, sin evitar descalificarle, odiarle y asignarle juicios de valor negativos. En resumen la manera en la que Carl Schmitt pretender abordar el conflicto peca de civilizada aunque acarreé consigo la posibilidad latente de la guerra ya que se aleja del enfoque pasional natural e inherente a las relaciones sociales. Esto es más bien la manera en la que debería concebirse a lo político y no una descripción de lo que comúnmente opera en esos términos.
Otra inconsistencia se deriva de la afirmación que propone que cuanto más se acerque el conflicto al “grado máximo” de disociación, más político ha de volverse. Eso me parece una contradicción, porque al asegurar Schmitt que la guerra no es el objeto, contenido o fin último de lo político deja de sostener el argumento anterior. Además un conflicto no se vuelve menos político al existir mecanismos de negociación para neutralizarlo, al contrario, pugna por el tratamiento civilizado al que Schmitt le apuesta.
Por otra parte, al analizar el proceso político Schmitt se centra demasiado en los elementos amigo, enemigo dejando de lado el objeto de la discordia o disputa. Es claro que el autor dedica una breve reflexión al tema de qué conflictos son políticos o no. Pero me parece que le hizo falta ahondar más en este tema para desdibujar las posibles lagunas que pudieran quedar al respecto.
Finalmente en el transcurso de la obra se homologan sin querer conceptos como político y política. Tal vez se deba a la traducción al español cuando hablamos de “relaciones políticas” o “política de partidos” por ejemplo. Sin embargo, cuando Schmitt habla de “política social”, es entonces que existe una confusión dado que la diferencia entre política y político radica en que el segundo concepto excede en dimensión al primero y además se inserta en él, entonces, la “política social” que Schmitt asegura se da fuera de los límites gubernamentales podría confundirse con la que se da dentro de la dimensión institucional.
Finalmente concluyo brevemente puntualizando que el concepto de lo político más que encontrar su esencia en las categorías de amigo o enemigo lo hace más bien en el proceso de distinción, es decir, el proceso que engloba no solamente el conflicto y la posibilidad siempre presente de la guerra, sino el cual en el que la agrupación decide por sí misma a quien tratar como amigo o enemigo, elije si enfrentar o no y la manera en la que habrá de hacerlo.
Sin duda un gran esfuerzo de abstracción intelectual que si bien no logra la pureza conceptual aspirada nos recuerda los límites a los que debemos sujetarnos los estudiosos de la realidad social en cuanto a la terminología que utilizamos al tratar de abordarla y explicarla.
Tal vez el concepto de lo político de Carl Schmitt pueda ganar terreno dentro de los clásicos de la filosofía política en tanto que asume el tan afamado “cambio invariable” propio del tiempo de la política, y es justamente la distinción amigo-enemigo el combustible de la invariabilidad necesaria para lograr este cometido.
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