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Economia Latinoamericana


Enviado por   •  29 de Noviembre de 2012  •  2.104 Palabras (9 Páginas)  •  539 Visitas

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La transformación del comercio internacional en la segunda

mitad del XIX y sus efectos en América Latina.

La división internacional del trabajo.

Durante la primera mitad del siglo XIX, la Revolución industrial se presentó como un fenómeno esencialmente inglés. Por esta razón es en la propia evolución estructural de la economía inglesa donde se encuentran las explicaciones de los cambios que, durante esa época, ocurren en el conjunto de la economía mundial. Los economistas que presenciaron el comienzo de esas transformaciones y las interpretaron desde el punto de vista de Inglaterra, comprendieron luego que el interés de ese país era transformarse en una fábrica y abrir las puertas a los productos primarios provenientes de todo el mundo. En efecto, la actividad industrial, escapando a la ley de los rendimientos decrecientes, desencadenaba modificaciones cualitativas sin precedentes.

En las economías basadas esencialmente en la actividad agrícola y cuyo avance tecnológico era muy lento o inexistente prevalecía una conciencia clara de que las proporciones de los factores de producción no podían ser modificadas arbitrariamente. A partir de cierto punto, el rendimiento por unidad de suelo tendía a decrecer necesariamente por mucho que se aumentara el volumen de mano de obra empleada, lo que significaba que la disponibilidad de tierra condicionaba el empleo de los demás factores. Sin embargo, la actividad industrial permitirá romper esa barrera. Con ella, el propio crecimiento, al crear la posibilidad de profundizar la división del trabajo y de utilizar máquinas más complejas y en mayores cantidades, se transformaba en fuente de aumento de productividad, lo que implicaba rendimientos crecientes. Siendo así, aunque los precios de los productos agrícolas importados fuesen estables e idénticos a los de la producción nacional, el hecho de poder pagarlos con manufacturas industriales constituía una obvia ventaja para un país escaso en tierras, como era Inglaterra. Por otro lado, una vez constitt¦ido un núcleo industrial importante en ese país y consolidada una posición de avance en relación a los demás países, no sería difícil demostrar, en el rnarco del teorema de las ventajas comparativas establecido en términos estáticos, que para los otros países también era provechoso adquirir en Inglaterra los productos industriales pagándolos con materias primas. Ese modelo de desarrollo, no obstante las enormes ventajas que presentaba para Inglaterra pues implicaba nada menos que concentrar en ese país las actividades en que se realizaba el progreso tecnológico, encontró resistencia de parte de los intereses agrícolas y su aceptación fue más lenta de lo que en general se supone. Durante toda la primera mitad del siglo, la agricultura inglesa continuó gozando de protección eficaz a través del mecanismo de la tarifa móvil, que le permitía elevar automáticamente la barrera aduanera, cada vez que los precios internacionales descendían por debajo de cierto nivel crítico. Sin embargo, la resistencia tuvo que ir cediendo frente al poder creciente de la burguesía industrial y, entre 1846 y 1849, Inglaterra eliminó las barreras al comercio exterior, sin esperar reciprocidad de los demás países.

La victoria total de las ideas librecambistas señala en alguna forma el final de la primera fase de la Revolución industrial, durante la cual se creó y consolidó en Inglaterra el núcleo propulsor que llevaría, en la segunda mitad del siglo, a la formación de un sistema de división internacional del trabajo de ámbito mundial. De importancia decisiva en la transición de la primera a la segunda etapa de la Revolución industrial, fue la penetración de la tecnología desarrollada en relación a la industria manufacturera en los medios de transporte. Las líneas de ferrocarril hicieron posible la rápida integración de los mercados internos en los países europeos y la mecanización de los transportes marítimos modificó profundamente las condiciones del comercio internacional. La invención de la hélice ocurrió al rededor de 1840, y durante el decenio siguiente se introdujo el casco de hierro en los navíos, lo que permitió reducir la resistencia del agua y aumentar las dimensiones de los barcos. A partir de entonces, el tonelaje de la marina mercante mundial aumentará con extraordinaria rapidez: de 6.7 millones de toneladas en 1840, pasó a 12.8 millones en 1860 y alcanzó a 43 millones en 1913. La repercusión en las tarifas en el transporte a largas distancias fue considerable, permitiendo en muchos casos reducciones de setenta a noventa por ciento en los precios antieriores. La subsecuente baja de los precios de las materias primas, especialmente los del algodón, vino a reforzar la posición competitiva de Inglaterra. Al sostener la política del librecambio y disminuir sustancialmente sus propias actividades agrícolas, ese país pudo beneficiarse plenamente con el descenso de precios de las materias primas resultante de la reducción de las tarifas marítimas. De este modo, las manufacturas inglesas tornaban en beneficio interno las economías externas producidas por la revolución tecnológica en los medios de transporte. Cabe recordar que, en los primeros decenios de la segunda mitad del siglo XIX, las dos terceras partes de las manufacturas que circulaban en el mercado internacional eran de origen inglés.

Durante el siglo comprendido entre las guerras napoleónicas y la primera gran guerra, tomó forma un sistema de economía mundial basado en la división internacional del trabajo. Las actividades económicas de una parte creciente de la humanidad pasaron a comportarse como elementos interdependientes de un conjunto articulado. Tal sistema de economía mundial presenta algunas características que conviene señalar. En primer lugar, está la elevación de la tasa de crecimiento económico de muchos de los países que lo integran; no solamente de los que se especializan en actividades beneficiarias del rápido progreso técnico, sino también de otros que utilizan racionalmente sus recursos naturales en el marco de la especialización geográfica. Es éste un fenómeno de amplias proyecciones históricas, pues, hasta entonces, las tasas de crecimiento habían sido irregulares y, cuando fueron ascendentes a largo plazo, eran lo suficientemente débiles para que, en el transcurso de una generación, las modificaciones de las condiciones de vida careciesen de real significado. Era natural, por lo tanto, que se admitiese, como lo hacían los mercantilistas, que el enriquecimiento ocasional de una comunidad tenía como contrapartida necesaria el empobrecimiento de otra. A partir de la Revolución industrial, la aceleración del ritmo de crecimiento de la producción de bienes y servicios crearía la posibilidad de duplicar, en

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