El Contrabando En La Guajira

EL CONTRABANDO EN LA GUAJIRA

El contrabando en la Guajira desde sus inicios hasta la actualidad, siempre se ha establecido como parte vital e intrínseca de su historia. La sociedad guajira a través del tiempo se ha autorreferenciado y ha sido referenciada por otros como una sociedad aguerrida y fuerte ante los intentos de dominación.

Es así como se da una diferencia fundamental entre el contrabando y la ilegalidad en el departamento de La Guajira y en algunas otras partes del país, la cual radica en que en la primera existe una compleja e inconclusa discusión con respecto a la legitimidad o no de las leyes colombianas que lo prohíben. Francisco Thoumi afirma que “en una sociedad estratificada, con un gobierno central que no ha ejercido de manera efectiva la soberanía en amplias zonas del territorio, incluyendo las fronteras, la legalidad no coincide con la legitimidad” (1996). Las marchas populares que en La Guajira han exigido el “derecho” al contrabando, es decir, a violar la ley (Thoumi, Reyes y Duica, 2006, p. 82) son un ejemplo clásico de cómo en Colombia las normas legales no tienen el respeto generalizado de la sociedad y en cada comunidad existen normas sociales que muchas veces difieren de las legales.

Es así como muchos historiadores y sociólogos de la región y de otras partes han observado y llegado a la conclusión que La Guajira no se dejó dominar de los españoles, ni desde la constitución de la República, e incluso algunos anotan que han existido ejércitos de ocupación peores que el de “Jorge 40” y sin embargo, La Guajira ha salido siempre airosa del lado de los proyectos criminales de gran envergadura controlados por unos pocos señores de la guerra y delincuentes comunes; entonces es así como surge un interrogante.

¿Por qué la sociedad guajira no se ha manifestado contra las prácticas ilegales ejecutadas por la delincuencia producto del contrabando?

Las respuestas parecen ser que no se quiere, porque la situación de ilegalidad resulta en definitiva muy funcional para la satisfacción de intereses muy particulares que se tejen a expensas del drama social que vive una población pobre, que apenas resulta aprovechándose en mínima cuantía de la situación, como históricamente lo ha venido haciendo.

Por consiguiente resulta ser una paradoja hablar de un territorio Guajiro de muchas riquezas, cuando en realidad se trata de una de las regiones del país donde representa mayor complejidad enfrentar el flagelo del comercio ilegal, y toda la gama de consecuencias que esto acarrea. A pesar de los esfuerzos de los funcionarios del Estado, se registran acciones muy violentas que requieren de todo el apoyo que los entes policiales puedan brindar. Sin embargo todos los guajiros enfrentamos una cruda realidad de nunca acabar.

Sin embargo la imagen que se tiene del departamento de La Guajira es que es un territorio rico en recursos naturales y explotación minera; se cuenta con una gran biodiversidad, al igual que muchas minas de carbón, sal, perlas, etc.; sin embargo son pocos los que lucran del producto de estas actividades; es fácil distinguir unos pocos que ostentan del poder y de las riquezas provenientes de estas tierras y muchos que se encuentran sumergidos en un mundo de necesidades y abandono. Este dato se evidencia en los altos índices de desnutrición, delincuencia, drogadicción, analfabetismo, prostitución, entre

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