El Hombre Sin Sentido
Enviado por reygatok • 3 de Noviembre de 2013 • 756 Palabras (4 Páginas) • 881 Visitas
Apatía
Las reacciones descritas empezaron a cambiar a los pocos
días. El prisionero pasaba de la primera a la segunda fase, una
fase de apatía relativa en la que llegaba a una especie de muerte
emocional. Aparte de las emociones ya descritas, el prisionero
recién llegado experimentaba las torturas de otras emociones más
dolorosas, todas las cuales intentaba amortiguar. La primera de
todas era la añoranza sin límites de su casa y de su familia. A
veces era tan aguda que simplemente se consumía de nostalgia.
Seguía después la repugnancia que le producía toda la fealdad
que le rodeaba, incluso en las formas externas más simples.
A muchos de los prisioneros se les entregaba un uniforme
andrajoso que, por comparación, hubiera hecho parecer elegante
a un espantapájaros. Entre los barracones del campo no había
nada más que barro y cuanto más se trabajaba para eliminarlo
más se hundía uno en él. Una de las prácticas favoritas consistía
en destacar a un recién llegado en el grupo encargado de limpiar
las letrinas y retirar los excrementos. Si, como solía suceder,
parte de éstos le salpicaba la cara al trasladarlos entre los
desniveles del campo, cualquier signo de asco por parte del
prisionero o la intención de quitarse la porquería de la cara
merecía cuando menos un latigazo por parte del "capo", indignado
ante la "delicadeza" del prisionero. De esta forma se aceleraba la
mortificación ante las reacciones normales.
Al principio, el prisionero volvía la cabeza ante las marchas de
castigo de otros grupos; no podía soportar la contemplación de
sus compañeros yendo arriba y abajo durante horas, hundidos en
el fango, acompañadas las órdenes de golpes. Unos días o unas
semanas después, las cosas cambiaban. Por la mañana temprano,
cuando todavía estaba oscuro, el prisionero se plantaba frente a
la puerta, junto con su destacamento, listo para marchar. Oía un
grito y veía tirar a golpes al suelo a un camarada; se volvía a
poner de pie y nuevamente le volvían a derribar al suelo. ¿Y todo
por qué? Tenía fiebre, pero se había presentado a la enfermería
en un momento inoportuno. Le castigaban por tratar de zafarse
de sus deberes de esta forma irregular.
El prisionero que se encontraba ya en la segunda fase de sus
reacciones psicológicas no apartaba la vista. Al llegar a ese punto,
sus sentimientos se habían embotado y contemplaba impasible
tales escenas. Otro ejemplo: cuando ese mismo prisionero estaba
por la tarde esperando ante la enfermería con la esperanza de
que le concederían dos días de trabajos ligeros dentro del campo
...