El Populismo Inevitable

El Populismo Inevitable

“Aunque todos maldecimos el populismo, entre todos lo hemos traído. A lo tonto y sin querer, eso sí. Mientras estábamos o creíamos estar a otras cosas –intentando ganar las elecciones, sin ir más lejos-. Porque el populismo, me temo, no es una circunstancial excrecencia de nuestras democracias, sino un genuino subproducto de su funcionamiento. Un compañero inevitable que, poco a poco, ha erosionado lo mejor de la democracia, lo que en buena medida la justifica: la disputa racional de ideas.

La tesis de que se acabaron las disputas ideológicas clásicas –incluida la más clásica de todas, la que pudo haber entre izquierdas y derechas- no es nueva, claro está. Lo nuevo, lo llamativo de los nuevos populismos, es que esa tesis, asumida discretamente por todos, se ha convertido en programa y reivindicación, en explícito punto de vista. Hasta ahora, el populismo se ejercía en voz baja. Ya no. Ahora es motivo de orgullo lo que debería dar vergüenza.

Todos se acusan mutuamente de populistas y todos tienen razón. Todos lo son, porque no pueden dejar de serlo. Sobre todo, si se toman en serio la democracia. Mejor dicho, si aspiran a gobernar. Y, es que, para llegar al poder, haya que llegar a prometer todo a todos; a mayor ambigüedad, más clientes. Casi lo mejor es moralizar en vacío, contra plutócratas, burócratas y corruptos, sin entrar en detalle. Que hasta los indignos puedan sentirse parte de los indignados. Nadie, durante las elecciones, propone subir los impuestos, suprimir administraciones, atrasar la jubilación, congelar sueldos de funcionarios, acabar con los privilegios fiscales de vascos y navarros o nacionalizar bancos, pues esas cosas siempre amostazarán a alguien. En todo caso, se prometen premios y se evitan penalizaciones: a los profesores se les premiará por su buen hacer, pero no serán castigados por sus desidias. Mejor ponerse moralista y maldecir a los ladrones. ¿Quién no está en contra de los malos? Porque los malos, naturalmente, son los otros. Claro que, como los otros de los otros somos todos, y como además somos votantes, es de mucha utilidad, si hay que hacer listas e inventarios de malos, culpar a grupos con los que nadie con voto se pueda identificar: la imprecisa casta, el capitalismo de amiguetes, los emigrantes, Bruselas. Y si hay que aproar contra alguien, mejor hacerlo contra los que nada cuentan en el mercado de los votos. Los nacionalistas, los primeros populistas, lo llevan practicando desde hacer tiempo: la culpa es de los extranjeros, coinciden Le Pen y Trump; de los españoles, dirán el PNV, CIU, Bildu, ERC, el BNG, la CUP. Es decir, la culpa es precisamente de los que no pueden votar en cada nicho electoral, los ubicados al otro lado de la frontera. Y, a este lado, los demás, juntos en el mismo empeño.

Pero no todos, claro está, pueden entregarse con el mismo fervor a la estrategia. Quien ha llegado al gobierno siempre tiene más complicado prometer jaujas, y ello por la misma razón por la que los casados tienen más dificultades para embarcarse en las ensoñaciones de los amantes: la política regeneracionista y las promesas de las maravillas posibles solo le están permitidas a quien no se halla en condiciones de hacer, a quien no se halla en el poder. Y es que al que manda siempre le podrán decir: “Y por qué no lo haces”. Solo a los amantes y a los alejados del gobierno, nunca expuestos al desgaste, se les concede el mundo sin roces de los contrafácticos, la inalcanzable superioridad de la ficción sobre la vida”.

Félix Ovejero (2020), Sobrevivir al naufragio. El sentido de la política (páginas 321-323).

REFLEXIÓN CRÍTICA Y ANÁLISIS

1.PRINCIPALES IDEAS

a) Todos hemos traído el populismo, que tanto odiamos, inconscientemente y sin darnos cuenta.

b) El populismo es un producto secundario del funcionamiento de las democracias.

c) En los populismos, el acabar con las disputas entre ideologías, sobre todo de la izquierda y la derecha, se manifiesta públicamente, lo que es totalmente vergonzoso.

d) Todos se acusan de populistas, y así es, ya que todos aspiran a gobernar. Prometen todo a todos, se culpan unos a otros, y hasta el más indigno se muestra completamente indignado.

e) Los que están en el poder tienen más complicado prometer exuberancia, porque a ellos siempre les van a estar exigiendo.

2.PRINCIPAL OBJETIVO

El populismo es lo más dañino que le ocurre a la actual democracia, y en vez de apartarlo de nuestras vidas, lo trasladamos a nuestra rutina, instintivamente, pero cuando sabemos

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