El ejercicio de la ciudadanía en las sociedades tecnologizadas del siglo XXI
Enviado por Agustín Falco • 22 de Junio de 2020 • Ensayo • 1.239 Palabras (5 Páginas) • 216 Visitas
El ejercicio de la ciudadanía en las sociedades tecnologizadas del siglo XXI.
Para poder indagar estos interrogantes, debemos distinguir tres dimensiones interrelacionadas e interdependientes: el derecho ciudadano, la tecnología y la ciudad. Según Fabio Quetglas, entre ellas se produce una relación intensa, que se expresa de diversos modos. Afirma que este novedoso «entorno tecnológico» incide en la cuestión de la «ciudadanía» y en la configuración de las ciudades. Pero al mismo tiempo que en ningún caso se produce de forma completa una migración de un espacio de ejercicio de ciudadanía a otro. Se trata en definitiva de una síncresis compleja.
Por un lado, la tecnología entendida como “entorno”, puede facilitar las tareas constitutivas del ejercicio ciudadano. Esto se hace evidente en cierto desplazamiento e integración de la cosa pública a los entornos tecnológicos. Podemos verlo, con virtudes y contradicciones, en los declamados proyectos de “modernización” de las burocracias estatales. Habría, si se quiere, una potencial capacidad de acercamiento de los habitantes de una ciudad al ejercicio de sus derechos y obligaciones ciudadanos. Por otro lado, la tecnología puede modificar conductas cotidianas, al punto de hacer irrelevantes aspectos de la ciudadanía. Se produce así una desterritorialización del carácter ciudadano, volviendo obsoletas algunas premisas fundamentales de la vida pública y disolviendo los límites de la subcategorización de lo ciudadano. Esa misa desterritorialización puede alterar las bases materiales de funcionamiento de la sociedad. Esto quiere decir que se expande el concepto de ciudadanía fuera de las fronteras físicas, e incluso políticas. Este proceso puede tener alcances locales como el borramiento de los límites internos de un país; e incluso global, potenciando la idea de ser ciudadanos del mundo. Al mismo tiempo, siguiendo a Quetglas, el entorno tecnológico puede generar ciertas amenazas a históricas garantías ciudadanas, por un lado borrando los límites entre lo público, lo privado y lo íntimo; y también en el sentido de facilitar el ejercicio del control, por parte del Estado y las corporaciones, sobre grupos e individuos al punto de transgredir sus derechos ciudadanos básicos.
Otra cuestión central en el análisis de la ciudadanía a partir de los entornos virtuales es la desigualdad. Lejos de borrar las fronteras socioeconómicas, el siglo XXI está transitando una transformación de sus tecnologías sociales, modalizando sus caracteres. Eso quiere decir que, si bien los entornos tienden a universalizarse, al mismo tiempo marcan una fuerte diferencia según el estrato social que los acoge. Siguiendo el análisis de Alejandro Artopoulos podríamos afirmar que los pobres de mundo periférico acceden a una tecnología más diferente; la cuarta pantalla es su herramienta de acceso a la sociedad de la información, pero al mismo tiempo el artefacto más minimizado y convencionalizado que la industria supo hacer. Se trata de dispositivos móviles, artefactos de relativo menor costo que los ordenadores de escritorio o portátiles, que en principio funcionaban en solitario pero se están convergiendo en una plataforma que integra funciones y, según el autor, conecta las dimensiones cultural, económica, educativa, política y comunicativa.
Sobre estas cuestiones sería bueno puntualizar algunas consideraciones. La tecnología celular es cada vez menos económica. El aumento de la brecha entre las monedas locales con el dólar hace cada vez más complicado el acceso a estos productos de industrias extranjeras cotizados en moneda también extranjera. Otra aspecto importante a tener en cuenta es que esta tecnología, si bien virtualiza con mucha eficacia funciones vitales y sociales, normaliza todo en la utilización superficial del hardware y el software; quien incorpora un celular “inteligente” asume inconscientemente la utilización de un artefacto sobre el cual no puede intervenir en términos constructivos y mucho menos de programación. La capacidad de intervención sobre la técnica se encuentra como nunca dentro de una caja negra que recibe órdenes y elabora respuestas; de forma nunca natural, sino diseña y direccionada.
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