El nuevo Ensayo de por que los jóvenes no leen

ENTRE LINEAS MUERTAS

¿Los libros tienen vida? Fue una pregunta que hiciese uno de mis maestros allá en los lejanos años de mi juventud, el imberbe y pueril necio que era yo en aquel entonces respondió que no, que esa era una pregunta absurda, que el libro era un objeto inanimado, que carecía de los elementos necesarios para poderlo clasificar como un objeto viviente; el paciente profesor, haciendo gala de sabiduría, aquella que se adquiere lentamente con los años supo hacer notar que mi análisis era muy limitado y apresurado, -¡los libros tienen vida¡ exclamo con notorio entusiasmo -pero no una ordinaria; la adquieren por momentos, en el preciso instante en el que alguien los abre, recorre sus hojas y se los lee, allí cobran existencia y nos brindan el conocimiento anhelado, por eso es que un libro usado constantemente se ve más brioso que uno olvidado en un anaquel, es porque está vivo.

Últimamente los libros están en silencio, la vida ya no regresa a ellos, los jóvenes antaño increíbles compañeros de aventuras y vida no vuelven más; se llenan de polvo en anaqueles y mueren lentamente en la soledad del espacio sideral en el que se han convertido aquellos grandes salones llamados antes bibliotecas, ahora la denominación correcta seria sepultura

Pero ¿acaso los cambios y transformaciones han, definitivamente condenado a los libros?  ¿Cuál es la razón de este divorcio?

En primer lugar habría que echarle la culpa a los exorbitantes precios de los libros en este país, la siempre conveniente excusa que un libro cuesta más que una botella de ron con coca cola (ojo no digo que no sea verdad al menos los originales), luego recuerdo que para refutar esta hipótesis esta que somos el país que más “piratea” del “mundo mundial” (como diría una amiga a la cual guardo aprecio) y que no es difícil conseguir un libro de segunda mano, además de la posibilidad de descargarlo en PDF y luego imprimirlo , desbaratada este planteamiento pasamos a otro que está siempre en la boca de la gente al ser cuestionados por su bajo porcentaje de lectura en comparación a otros países, “es que el gobierno no incentiva la lectura, no invierte en bibliotecas públicas, etc”, ello si podría suponer un problema estructural y de prioridades por parte del aparato estatal, hasta que visitamos las bibliotecas públicas existentes y conversamos con sus regentes, la afluencia a estas instituciones ha mermado mucho en los últimos años, hay momentos en el día que se quedan solos, acompañados por alguna ocasional mascota como un gato para hacerles compañía, esto situación no siempre fue así rememoran , eran felices al ver tantas mentes ávidas de conocimiento hace tan solo 20 o 30 años hoy la situación es otra, “mucho internet y distracciones comento una de las bibliotecarias a las cuales cuestionamos cual era el flujo de personas en un día promedio.

Lo del internet y las distracciones derivadas de esta utilísima herramienta representa una verdadera revelación para mí, puede ser que hayamos encontrado el núcleo del problema, su punto neurálgico y el primer paso para hallar las soluciones al problema planteado.

Pero pensemos, ¿qué es el internet?, según Robert Kahn uno de sus creadores la postula como “una red de equipos de cómputo que se comunican entre sí empleando un lenguaje común” así pues con otros conceptos adicionales así como por experimentación propia podemos inferir que en internet es una ventana al mundo, que así como en la realidad hay cosas buenas y malas, distractores y herramientas que pueden complementar y hasta a veces potenciar de manera significativa nuestro habito de lectura irónicamente y en contraposición a este argumento el internet es el lugar más común del cual podemos obtener los PDF gratuitos de cientos de libros que han democratizado y vuelto accesible a casi todo el mundo, en conclusión, el problema de la poca lectura en los jóvenes de la UNSA va mas allá de la las herramientas y a esta altura podríamos postularlo como un problema de hábitos y motivaciones, mas lo segundo que lo primero evidentemente.

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