El rol crítico de las mujeres peruanas en el siglo XXI: Defensoras de los derechos de los pueblos indígenas

EL ROL CRÍTICO DE LAS MUJERES PERUANAS EN EL SIGLO XXI: DEFENSORAS DE LOS DERECHOS DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS

Resumen:

Las poblaciones indígenas, a lo largo de la historia han sido sometidas a prácticas discriminatorias que desvirtúan sus derechos. Sin embargo, hay mujeres que promueven la integración, destacan por su compromiso, perseverancia y luchan por sus comunidades, empleando estrategías para proteger el medio ambiente y los derechos de los pueblos originarios. Entre ellas están Ruth Buendía, Máxima Acuña y Tarcila Rivera.

Palabras claves: Diversidad cultural, discriminación, mujeres defensoras, pueblos originaríos.

El Perú es una sociedad con gran diversidad cultural; coexisten culturas con diferentes lenguas, cosmovisiones y costumbres. Los pueblos indígenas están integrados 6 millones de personas aproximadamente. Según la Base de Datos Oficial, 55 pueblos indígenas son reconocidos. No obstante, a lo largo  de nuestra historia, estos grupos han sido subvalorados debido a la forma organizativa del estado, de manera que reprodujeron jerarquías que discriminan y excluyen a los pueblos indígenas. Estas prácticas son expresadas en el limitado ejercicio de sus deberes y derechos (deforestación, minería ilegal, proyectos de infraestructura que perjudican su modo de vida), así como en la escasa participación política. A pesar de ello, cada vez más son los defensores de los pueblos indígenas. En esta línea, mediante este ensayo se pretende analizar la importancia de  reconocer y valorar el rol de la mujer en la lucha por los derechos de los pueblos indígenas en el Perú.

A lo largo de la historia, las mujeres han desafiado políticas de discriminación y exclusión que afectaron a sus comunidades, alzando sus voces, liderando movimientos y planteando estrategias para generar cambios significativos.

Un ejemplo destacado es Ruth Buendía, una activista comprometida con su pueblo asháninka. Es una figura importante en la Central Asháninka del Río Ene (CARE), durante 10 años. La organización trabaja en la búsqueda del respeto de los derechos del pueblo Asháninka.

Según Ruth Buendía: “Llegar a presidenta no fue fácil, hubo mucha oposición y había hombres que no querían que hubiera una mujer en la presidencia. Cuando fui elegida, se formó un grupo que estaba en contra de mí por ser mujer (...). Pero la población decidió darme una oportunidad para ver lo que podía ofrecer. Hice lo que pude y continúo haciéndolo (...)”.

Ello pone en evidencia que las prácticas machistas aún perduran en nuestra sociedad y muchas veces limitan las oportunidades que se les son otorgadas a las mujeres. A pesar de esto, ella en solo una década, se encargó de dialogar con los gobiernos, frenar las iniciativas de empresas energéticas y participar activamente en la política del Perú. Su valiente trabajo ha sido reconocido por el Goldman Environmental Prize 2014 y se le fue otorgado el Premio Bartolomé de las Casas 2014.

Otro caso relevante es el de Máxima Acuña, quien desde el 2011 se enfrenta a Yanacocha, un consorcio minero. El proyecto pretendía extraer 6 millones de onzas de oro de las provincias de Cajamarca y Celendín; tenía la intención de explotar el mineral de la zona durante 19 años y se calculaba crear 10,000 nuevos empleos. Sin embargo, para llevarlo a cabo se tenía estimado el secado de 4 lagunas y en su lugar se construirían cuatro reservorios con capacidad suficiente para abastecer a 40,000 personas. El caso de Máxima Acuña nos permite reflexionar sobre la importancia de la naturaleza y cuestionar hasta qué punto un proyecto de alto valor económico tiene el poder de desestabilizar la naturaleza y el modo de vida de poblaciones indígenas.

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