El sol calienta sin piedad, la temperatura rodea los 22° centígrados, un ambiente raro para Bogotá... La gente luce cansada, agotada, extenuada, Busca sombra

PLAZA ESPAÑA- BOGOTÁ, DOMINGO 5 DE FEBRERO.

El sol calienta sin piedad, la temperatura rodea los 22° centígrados, un ambiente raro para Bogotá… La gente luce cansada, agotada, extenuada, Busca sombra, la jornada laboral se hace más larga a esa temperatura y más cuando se trabaja a un ritmo constante, solo caminado el sudor corre por tu frente, transpiras como jugador de futbol.

 Plaza España, centro de la cuidad, barrio san José, calle 11 con carrera 19. Uno de los centros neurálgicos de comercio de Bogotá, ropa, juguetes, accesorios y licor, es algo del menú de la Plaza España, en su apariencia nadie pensaría que en este sector se maneja tanto dinero, tantos negocios como acá.

Cuando llegas ves su paisaje tosco, frio y un poco triste, te sientes inseguro, es incluso difícil caminar por algunas calles, ves de primera mano los extremos de la vida, por un lado, comerciantes con mucho dinero, carros de alta gama, música a todo volumen, licor, excesos. Por lado ves mucha pobreza vendedores que luchan día a día vendiendo cosas que ya no sirven para muchos, los conocidos “segundazos” ropa, juguetes, planchas y cualquier tipo de “coroto” inservible.

Los vendedores te agobian. En unos minutos ya estás cansado, el ruido te aturde, los carros pitan, los indigentes te piden limosna y por obvias razones no te sientes seguro para hacer tus compras más aún si llevas dinero o un buen celular, todos los vendedores ofrecen sus artículos, pregonan sus promociones, los comerciantes se ven agitados, con afán ¿afán de qué? Me preguntaría yo… se siente raro, porque voy con calma, tratando de analizar todos los detalles posibles.

En el Camino me encuentro con la historia que me cautiva. Se trata de la señora gloria y su familia. Esta señora dice ser comerciante de este sector hace algo más de 12 años, doña gloria se dedica a vender ropa usada, todo tipo de prendas, camisas, sacos, chaquetas y hasta zapatos.  En una conversación corta alcanza a decirme algo que considere importante “entre más pasan los años, es mus duro, el negocio va en caída y mucho más desde el desalojo en la calle de Bronx, muchos de mis clientes eran adictos de este sector, mi mercado lo sostenían ellos, ellos eran mis proveedores y clientes, desde entonces el flujo de venta bajo, no puedo vender ropa nueva porque la inversión es más grande”.

 En el recorrido me doy cuenta que la señora Gloria no miente, el comercio de lo usado disminuye, los locales están apoderados de los “grandes vendedores o productores”.

El cansancio en la cara de esta señora, muestra la incansable lucha que ha tenido a lo largo de su vida, madrugadas, noches largas, deudas hasta el cuello, que se yo…  lo único que puedo percibir mientras escucho y guardo silencio, es que sus hijos ven otra realidad, siempre están sonriendo, son niños, al juzgar por su aspecto creería yo que el mayor tiene unos 15 años.

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