Ensayo Bauman Vs Rama

“Modernidad es lo que es –una marcha obsesiva hacia delante- no porque siempre quiere más, sino porque nunca obtiene lo suficiente; no porque incremente sus ambiciones y retos, sino porque sus retos son encarnizados y sus ambiciones frustradas.” Zygmunt Bauman.

“La modernidad establecida es siempre ambigua y se manifiesta siempre de manera ambivalente” (Bauman, 2008), definiendo a la ambigüedad como la característica por que la modernidad puede ser entendible de diferentes formas; y entendiendo por ambivalente como la capacidad que se le otorga de poseer dos sentidos diferentes e interpretaciones, respectivamente. La modernidad pretende que las necesidades que el ser humano crea diariamente sean cubiertas, pero el inasible deseo de progreso queda inconcluso al no poder remplazar y erradicar por completo la tradición por una nueva e innovadora lógica objetiva impidiendo el desarrollo completo de las capacidades del individuo.

En este sentido, el acento que pone La ciudad letrada en la permanencia del sector letrado y en lo limitado de las transformaciones del vínculo que dicho sector ha mantenido con los sucesivos aparatos de poder y dominación, desde la época colonial hasta hoy, debe verse tan sólo como una entre otras, y acaso no la más feliz, de las aproximaciones de Rama a la problemática de la modernidad latinoamericana.

“La ambivalencia, posibilidad de referir un objeto o suceso a más de una categoría, es un desorden en la especificidad del lenguaje […] que surge a cada momento en la práctica lingüística. Resulta de una de sus principales funciones: la del nombrar y clasificar.” (Bauman, 2008, pág. 3) Clasificar es dotar al mundo de una estructura, haciéndolos viables y certeros, suprimiendo la iniquidad de su contexto y permitiendo que el lenguaje adquiera un orden (Bauman, 2008, pág. 4), mismo que le otorga control a partir de actividades tales como la inclusión y exclusión, creando nuevos problemas mientras los resuelve y manteniendo el respectivo control en orden y caos a la vez. “El orden es lo que no es caos; caos es lo que no está en orden. Orden y caos son gemelos modernos.” (Bauman, 2008, pág. 5), explica Zygmunt. Estos dos elementos, orden y caos, se regulen entre sí, siendo imposible la existencia del uno a base de la inexistencia del otro. Zygmunt reconoce que “podemos pensar la modernidad como una era en la que el orden –del mundo, del hábitat humano, del sí mismo y de la conexión entre estos tres- es autorreferencial cuando se convierte en un asunto de consideración, de interés y de una práctica consiente de sí misma.” (Bauman, 2008, pág. 5) El fluir del mundo es espontaneo, mientras que el orden se convierte en la rigidez creada con el fin de manifestar límites y definir nuestra existencia, por lo que Zygmunt reafirma el pensamiento de Collins asegurando que “el orden se convirtió en asunto de poder, el poder en asunto de voluntad, de fuerza y de cálculo.” , pretendiendo la toma de control para medir el caos que se provoca como instinto social y es precisamente esta ambigüedad de caos y orden la que califica la era moderna, como lo negativo y positivo los cuales se complementan y regulan.

Rama entendía por “ciudad letrada”, cuyos integrantes no habrían logrado romper con los aparatos institucionales que los sostienen o promueven. En otras palabras, hasta dónde, en el tiempo transcurrido desde los primeros ochentas, puede afirmarse que hemos asistido

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