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Ensayo De Simon Rodriguez


Enviado por   •  9 de Julio de 2015  •  2.536 Palabras (11 Páginas)  •  396 Visitas

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Maestro es el que transforma…

Simón Rodríguez

Simón Rodríguez

Ensayo

Esta pequeña frase, simboliza la esencia de ese gran maestro, el mentor del Libertador, don Simón Rodríguez, quien desde sus inicios como adolescente demostró ser el “Verdadero Maestro” , no un docente como los que actualmente se ve en las aulas de clase, Rodríguez fue un docente por vocación que lo dejaba todo en la enseñanza sin importar las horas los días, solo quería llevar educación a todos y en todos los rincones de América, una educación que debía ser transformadora a la cual este colosal hombre decía:

La primera escuela debía proporcionar una educación social ya que ésta permitiría “hacer una nación prudente”, una educación corporal (física) “para hacerla fuerte”, una educación técnica “para hacerla experta” y una educación científica “para hacerla pensadora”.

Simón Rodríguez nació en Caracas el 28 de octubre de 1769. Su vida estuvo enmarcada por ser un gran Pedagogo, pensador filosófico, creador de grandes obras de contenido histórico y sociológico, e historiador culto de hispanoamericana. Estas características son las que empujaron a Rodríguez por el camino de la transformación de la educación, a los estudiantes y a los docentes, guiándolos hacia la búsqueda del ser interior, creando la formación integral para alcanzar la integración social y laboral, en igualdad de condiciones y oportunidades con una educación sin barreras, en función de esto planteaba que debía existir la formación integral de las y los docentes, que fortalezcan la atención a la diversidad, extender la cobertura de la matrícula escolar a toda la población, sin exclusión.

Considerando estas ideas el maestro de maestros afirmaba que:

“Los niños son las piedras del futuro edificio republicano vengan acá a pulir las piedras para que ese edificio sea sólido y luminoso”.

Este revolucionario joven de la educación, con apenas 21 años de edad, le fue concedido por el Cabildo de Caracas un puesto como profesor en la “Escuela de Lectura y Escritura para niños”, donde tiene la oportunidad de ser el tutor de Simón Bolívar; tres años después presentó un escrito crítico “Reflexiones sobre los defectos que vician la escuela de primeras letras en Caracas y medios de lograr su reforma por un nuevo establecimiento”. Eran tan fuertes sus ideas transformadoras que lo llevan a participar en la conspiración de Gual y España en contra de la corona española en el año de 1797, y a consecuencia de ello abandona el territorio venezolano.

Pensaba en la idea de implementar una educación donde además de enseñar a ser y convivir, la educación debe orientarse fundamentalmente a enseñar a aprender y enseñar a trabajar para producir, formando al verdadero ciudadano y ciudadana capaz de ser útil a la patria y así mismo, incitando a educar a todo el mundo sin distinción de razas ni colores.

“No nos alucinemos: sin educación popular, no habrá verdadera sociedad”

Simón Rodríguez también fue influenciado por la ilustración, pero fue un pensador de avanzada, con un liderazgo que hablaba de aprender con el medio ambiente. Si nos ubicamos en la fecha de nacimiento de Simón Rodríguez año 1700, es fecha donde todos los utópicos franceses nacen en hacia 1770. Pero, la teoría del socialismo utópico no nace con los utópicos franceses nace con Tomás Moro en el siglo XVI. Entonces ese pensamiento de la utopía se desarrolla en la Francia de 1700, 1780, 1790 porque los pensadores utópicos nacen más o menos en 1770. De allí que podemos decir que Simón Rodríguez fue un utópico, un socialista utópico. Y podemos hablar de Simón Rodríguez como el socialista embrionario de Venezuela, que además le pasó todas sus ideas y conocimientos a su mayor y mejor discípulo el Libertador Simón Bolívar. Toda su vida se caracterizó por seguir apasionadamente su ideal de pensar y enseñar en libertad plena. Su vida estuvo dominada por la pasión de las letras. El primer contacto de los dos Simones se produce cuando Rodríguez es contratado por Feliciano Palacios, abuelo de Bolívar, para que en su propia casa le sirva de escribiente. Más tarde, al fugarse de la casa de su tío Carlos Palacios, Bolívar ingresará a la escuela pública de Rodríguez. Este era un maestro que enseñaba divirtiendo, según expresión bolivariana. Su manera de enseñar, distinta a todo lo tradicional, era en el campo, frente a la naturaleza, lo cual servía para el espíritu, para la fortaleza del cuerpo y para el conocimiento de las cosas que nos rodean. Si está en el aula, entre sus 114 alumnos (setenta y cuatro que pagan y cuarenta gratis, entre ellos nueve expósitos), les da instrucción adecuada a sus edades y les inculca las buenas costumbres y el amor por la libertad.

Don Simón Rodríguez, precursor y animador de la inquietud bolivariana, es por excelencia el Maestro del Libertador; antes de que éste independizara a América, Rodríguez su "Maestro Universal" hace su tarea: independiza a Bolívar, lo divorcia de la realidad tradicional y lo acerca a la verdad futura; le ayuda a conseguir la perspectiva propia de un creador, a intuir su faena y a calcular las fuerzas de sus auxiliares y sus enemigos. Simón Rodríguez llama a Bolívar a ser terriblemente cuerdo entre aquellos mediocres que se autoestima depositarios del buen juicio y de la sensatez, y a los ojos de los cuales la Independencia tenía que ser una locura singular.

Esta compenetración entre ambos fue realmente intensa y duradera. Por el carácter independiente y rebelde de Rodríguez se comprende que empape tan hondo en el espíritu del joven revolucionario. La casualidad pone en manos de Simón Rodríguez, pedagogo por siempre y fanático de Juan Jacobo Rousseau, a un niño sano, rico, de alcurnia, inteligente, sin familia, de la aristocracia sin padres siquiera a quienes rendir estrecha cuenta de aquella infancia. Simón Rodríguez inicia entonces la educación que aconseja Rousseau, lo convirtió a Bolívar en el primer hombre moderno, quizás el único, que haya sido educado para hombre libre. Rodríguez le hizo cerrar los libros de texto y le abrió el gran libro de la naturaleza. Le enseña antes que nada a ser fuerte de alma y de cuerpo; y a convivir con la naturaleza, sin ser víctima de ella. Le enseña a dar grandes caminatas, a cabalgar días enteros, a nadar, a saltar.

Le transmite oralmente cuanto el discípulo puede asimilar. Y le obliga a leer a los grandes autores clásicos como Plutarco y a los modernos como Rousseau. A eso se limita. Cada vez más la educación se concibe como una interacción entre la escuela con la vida,

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