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Escapando de la Muerte


Enviado por   •  24 de Mayo de 2018  •  Tarea  •  3.243 Palabras (13 Páginas)  •  154 Visitas

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Escapando de la muerte

Lunes 30 de julio de 1935, el día en que nos trajeron aquí.  Ya llevo cuatro años y lo recuerdo como si fuera ayer.

Mamá estaba en la concina haciendo de comer y papa  trabajando en su taller. Yo hacia mi tarea.  La cual detestaba, en general detestaba la escuela, pero ¿Quién no? Bueno mi escuela no es muy linda y lujosa como las que veo al pasar. Pero en fin, estábamos por sentarnos a comer y llegaron un par de hombres que traían preso a papá.

-Salgan.- nos dijo el hombre mas alto, venían bien uniformados, con unas enormes botas. Pero lo que mas asustaba era su cara, era una mezcla de enojo y frustración. Yo no quería salir ¿Por qué iba a salir? Esta es mi casa. Pero al parecer mamá no pensaba lo mismo, pues me tomo del brazo y me jalo hasta la entrada. Me hizo salir y ni con un suéter me pude cubrir. Estaba lloviendo muy fuerte. Pero aun así nos tuvimos que subir, a una camioneta que parecía de esas que van cargadas de frutas. En ella había mas gente, demasiada a decir verdad. Comenzó a llover aun mas fuerte y todos nos estábamos empapando. La camioneta arranco y nos llevaron. No tenia ni la menor idea de a donde íbamos, y cuando le preguntaba a mamá solo me abrazaba y sollozaba. Viajamos horas y horas. Por bosques, terrenos y muchos lugares. Después de tan largo camino alcance a divisar unas rejas con alambres de púas, y una torre que tenia una bandera con signo muy extraño,  era un circulo blanco,  en el se veían dos zetas cruzadas, el fondo era rojo. Era muy extraña. La camioneta se acercaba a ese alambrado. Se abrieron las puertas y ahí entramos.   Al entrar me percate de que todo el lugar estaba lleno de gente, la cual usaba ropa verdaderamente extraña. Todos usaban esa rayada sucia y gastada ropa. La camioneta se paro y nos bajaron a todos. Caminamos unos cuantos metros y nos pusieron con un grupo de gente igual a nosotros. Uno de los hombres grandes y fornidos empezó a agrupar a todos y otro de ellos comenzó a hablar. La verdad, no lo escuche estaba muy ocupada examinando el lugar. Había muchas cabañas pequeñas, y mucha tierra. El hombre del frente había desaparecido así que busque a mamá. Quería que me respondiera muchas preguntas. Pero cuando me gire a preguntarle ya no estaba. No la encontraba   pues había mucha gente. Camine empuje y pregunte de un lado a otro hasta que Salí de ese grupo de personas y la encontré. Dos grandes hombres la sujetaban de los brazos, ella se retorcía para zafarse de su agarre pero no pudo.

-¡No! Por favor, no nos hagan esto.- mi madre gritaba llena de lagrimas, empujaba, pataleaba y no dejaba de moverse. No hasta que otro hombre llego y bruscamente la golpeo, fue un golpe brutal, mamá ya no grito, ya no se movió y ya no se quejo. Los primeros dos hombres que la sujetaban la soltaron y la dejaron caer. Mamá sangraba y estaba ahí, tirada abandonada.

-¡Mamá! ¡Mami! – corrí hacia ella.

-Por favor, no me dejes ¿Qué es este lugar?- me llené de lagrimas y la mire. Mamá ya no respiraba, no se movía, la abrace y comencé a llorar.

-Mamá no puedes ¡No puedes dejarme!  Te necesito.- seguí llorando y gritando por unos segundos hasta que sentí dos enormes brazos rodearme, el pánico que invadió y me paralice.  el dueño de esos brazos me levanto y me llevo. Espere lo peor, después de todo tal vez volvería a ver la sonrisa de mi mamá. Desgraciadamente solo me aventaron a un cuarto lleno de mujeres. Que cumpleaños mas feliz ¿no?

Hoy se cumplen cuatro años de lo sucedido. Hoy se cumplen cuatro del fallecimiento de mi madre y quince de ser su hija. Hace dos semanas papá murió, y lo peor de todo en frente de mi, igual que mamá. Todo por ese pan que papá me quiso dar. Me quede sola, incluso mi pequeña amiga se fue. Le había tomado mucho cariño a susy y justo ahora cuando mas la necesito, en mi cumpleaños, se fue. Justamente hoy conocí al mismísimo diablo, Hitler. El mismo que mato a mi madre, pero desde este día me dedicare a salir de aquí. Ahora ya conocía mas el lugar, me sabia cada uno de sus rincones los puntos más vigilados y los que no. Todo estaba calculado, hasta que  esa vez que me atraparon mirando y me castigaron. El castigo fue de los mas dolorosos que  me habían dado. En primer lugar porque inocente ya no era, y en segunda porque siempre que me castigaban me recordaban a mi madre. Eso era lo que más me dolía, aun así algo bueno salió de eso. Lo único positivo es que me hice un aliado. Esa noche conocí a un chico interesante llamado David. Ambos tenemos el mismo objetivo, escapar de la muerte segura. Hace un par de días descubrimos un punto ciego, donde nadie  nos  veía ni nos vigilaba. Ahí es donde hacíamos las juntas secretas de nuestro club. El primer día que nos juntamos en el “punto ciego” fue lo más divertido. David era una persona muy agradable, la única persona agradable que había conocido en mucho tiempo.

-Muy bien, tenemos que ver como le haremos para salir de este infierno.- dijo tendiéndome un pedazo de pan, el siempre lo hurtaba. Yo le decía que no lo hiciera, ya que corría grave peligro, pero al parecer a él no le importaba. Tome el pedazo y lo devore, no nos daban de comer y había perdido mucho peso, pero en fin.

-Hm… pensemos ¿Por dónde podríamos salir?- ambos nos quedamos pensando

-Veamos, esta la entrada principal, pero mejor no. A menos que quieras morir –asentí a su comentario- también está la puerta que esta detrás de el “hogar de los hombres” –solíamos llamarlo así, claro siempre con comillas, este lugar es todo menos un hogar –tiene uno que otro monstruo vigilador, pero podemos con ellos.- me guiño un ojo y sonreí, hace mucho que no lo hacia.

-También está el árbol mural –le decíamos así porque atrás de un gran muro había un árbol, y podíamos trepar a el –pero es un poco mas arriesgado, hay muchos monstruos alrededor, tendríamos que trepar el muro por otro lado para poder llegar al árbol.- Agregue. El asintió lentamente y nos quedamos un par de segundos callados. De la nada chasqueo sus dedos fuertemente haciendo que me asustara y brincara tan alto que me caí. Comencé a reír y David se unió a mis risas y ambos terminamos tendidos en el suelo muertos de risa.

-Ja, Ja, Ja, lo siento Abby, no quería asustarte.-

-No, no ¿Qué es lo que ibas a decir?- dije casi sin aliento.

-Oh, si tal vez podríamos cavar un hoyo hasta llegar a el otro lado, solo que aun no se donde.-

-La idea es buena, pero nos tomaría mucho tiempo, y si algún monstruo nos ve perdemos. –asintió nuevamente y el silbato del soldado sonó. Era el silbato que nos llamaba al labor.

-Demonios, bueno por ahora solo busca algún lugar seguro para hacer el hoyo o alguna otra salida, pero ten cuidado, sabes lo que pasa cuando nos atrapan mirando  a un lugar especifico.- dije caminando de vuelta con las demás mujeres, pero David de tomo del brazo.

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