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Feminismo como movimiento político social y el estado colombiano


Enviado por   •  15 de Septiembre de 2023  •  Documentos de Investigación  •  2.999 Palabras (12 Páginas)  •  64 Visitas

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FEMINISMO COMO MOVIMIENTO POLÍTICO SOCIAL Y EL ESTADO COLOMBIANO

El feminismo como movimiento político social en Colombia comenzó en 1920, cuando las mujeres se debían enfocar en los aspectos tradicionalmente femeninos en las esferas privadas como el cuidado del hogar, más tarde comenzaron a verse oportunidades de expansión de sus derechos por este medio como excusa, por ejemplo, la educación empieza a ser importante porque al ser la mujer la base de la familia, ya ilustrada podía criar mejor a sus hijos. Lo mismo pasó con el trabajo, se les permitió tener uno para aportar mayor equilibrio a la economía del hogar, pero terminó como explotación al tener que seguir cumpliendo con sus tareas domésticas tradicionales, aun así, la mujer pudo expandir su círculo social público y a través de este lento proceso, consiguió llegar hasta a la política.[1]

En busca de la imparcialidad para realizar esta investigación, a continuación se presenta un análisis del feminismo a manera de crítica, empezando por aclarar que este movimiento tiene diversas ramas y opiniones  pero conservando el núcleo central, que es ir en contra del patriarcado, rescatando que todas las mujeres que se unen al movimiento pasan por una etapa de deconstrucción y realmente no hay homogeneidad de conceptos ya que no es un ente organizado doctrinal, sino que cada una va eligiendo que aprender; dicho esto, hay dos extremos ideológicos muy diferentes dentro del feminismo, uno llamado feminismo liberal, que es el que pide justicia e igualdad tanto para hombres como para mujeres, y el otro llamado feminismo hegemónico, de género o radical que considera que eso no es suficiente, ya que aparentemente ya lo poseemos en la actualidad pero no llega a cumplirse por estar bajo un sistema patriarcal. El feminismo liberal es atacado por verse como el excusador de los hombres y su machismo, por defender una sociedad que las aprueba porque en la realidad siguen siendo sumisas del sistema y no hacen nada por cambiarlo, aceptando solo algunas ramas del feminismo, consideran que los derechos otorgados son más que suficientes y no se ponen en el papel de las mujeres menos privilegiadas, a las cuales los derechos mínimos básicos no les alcanzan simplemente porque no los tienen y la ley patriarcal no se los hace valer de forma efectiva. Por otro lado, tenemos el feminismo hegemónico, de género o radical, tienen ramas ideológicas definidas que consideran de suma importancia ser comprendidas y analizadas, casi adoctrinantes aunque la no elección de conocimiento también puede adoctrinar, buscan subir en la jerarquía social más arriba que los hombres al considerar que la mayor parte de sus triunfos son gracias a la sociedad masculina que los privilegia, no aceptan minorías sociales que conlleven a los hombres así sea indirectamente, como los transexuales, y crean espacios separatistas al considerar que todo hombre es una posible amenaza, victimizándose bajo el sistema, exigiendo tratos especiales exclusivamente por ser mujeres y son las que mayoritariamente aparecen en redes sociales casi pretendiendo representar a todo el movimiento feminista; a pesar de las separaciones dentro del mismo movimiento, las bases de la lucha siguen siendo las mismas, y lo único que cambia es el método para lograrlo y el modo específico de vivirlo como ideología. [2]

El objetivo del feminismo como movimiento es transformar la realidad de sufrimiento a la que ha estado sometida la mujer históricamente, aclarando que la lucha de sus derechos se realiza sin atentar a los derechos de los hombres, pero si a los privilegios que usan diariamente por sobre ellas, por esta razón les resulta incómodo, porque el compartir el poder con las mujeres implica una relación de justa igualdad; añadido a la deconstrucción de comportamiento social, está la deconstrucción cisgenérica que la misoginia interiorizada de todo ser humano criado en el patriarcado no puede admitir, prolongándose indefinidamente en el tiempo pensamientos y prácticas antiguas hoy reconocidas como violencia, en todas sus formas, pero mayormente social.[3]

Hoy en día el término “feminismo” es malentendido y hasta burlado a causa de la ignorancia y la perpetuación del pensamiento machista, atacando tanto al movimiento como a las mujeres revolucionarias que pertenecen a él, además de invalidar la lucha creyendo que es una lucha entre sexos, hasta deseo de superioridad femenina siendo llamado “machismo al revés”, demostrando la falta de cultura histórica y el miedo que causa pensar en las mujeres sin ser oprimidas. [4]

La realidad es que las mujeres, independientemente de si son feministas o no, siguen siendo subordinadas del sistema patriarcal y tienen las únicas dos opciones de acoplarse a las normas sociales masculinas sin cuestionarse la desigualdad y la deshumanización plasmada hasta en la ley, o bien pueden enfrentar a la sociedad machista negando su papel tradicionalmente atribuido profundamente machista o estableciendo su propio sistema de manera activa, de todas formas, ambas maneras perturban el desarrollo cultural al ir en su contra, porque nada incomoda más que lo nuevo y lo revolucionario, más en una sociedad donde las mujeres vistas como seres inferiores son el pilar para que todo lo demás funcione. [5]

Actualmente, el Estado heteropatriarcal ha otorgado derechos en la constitución tanto a hombres como a mujeres de manera igualitaria, sin embargo, el sistema es tan negligente que ignora las problemáticas de las minorías y no aplica la justicia de manera imparcial, ya que estamos en una sociedad que indaga más a la víctima que al victimario y no toma a las mujeres en serio, ni sus derechos, ni su lucha ni su sufrimiento, justificando las costumbres machistas como tradición y tomando la libertad de las mujeres como vandalismo, quitando aún las posibilidades de emancipación femenina cuando ni siquiera se trata de obtener más derechos, sino de dignidad humana. 5

En la política, la mujer tiene espacios importantes para ejercer el poder en función de la igualdad de géneros de la que habla la Carta Política, sin embargo, en los altos rangos gubernamentales es difícil ver dicha igualdad ya que la mayoría son hombres, y en un Estado donde las normas son escritas por hombres, desde sus perspectivas y algunas veces dándoles privilegios siguiendo las tradiciones de una sociedad machista, se suprimen las necesidades legales que tienen las mujeres y que no han tenido respuesta aunque son exigidas por el movimiento feminista; además, teniendo en cuenta que todo lo que tiene un gran impacto social tiene un gran impacto jurídico-político, hay que resaltar que la participación femenina en las esferas públicas está limitada al marketing y a la presentación sexualizada de la publicidad si no están desempeñando solo el papel de subordinación, esos dos cargos son los de mayor relevancia ya sea que hablemos de política, deportes, educación ciencia, trabajo o salud[6]; si bien muchas mujeres llegan a desempeñar altos cargos sin llegar a ser deshumanizadas con la costumbre sexista, no se comparan en número con los hombres, quienes marcan el patrón de comportamiento con “superioridad” machista y es replicado en cada espacio, de esta manera, la perspectiva femenina además de ser anulada queda como un mero hecho cosificado en función de la cultura de la pornografía, invalidando la realidad que viven las mujeres al no tener quien las represente.[7] 

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