Guerras Climáticas

Calentamiento global y catástrofes sociales

Aquello que suele designarse como “catástrofe natural” puede definirse mucho más acertadamente como una catástrofe social. De hecho, el concepto de catástrofe natural constituye una negligencia semántica, porque la naturaleza no es un sujeto y no puede experimentar una catástrofe (aunque sí puede provocar sucesos que resultan catastróficos para los seres humanos).

Las catástrofes sociales muestran el backstage de la sociedad, ponen en evidencia su relación de función y disfunción, que de otro modo permanece oculta, y dejan al descubierto los supuestos de normalidad sobre los que se basa su funcionamiento. Muestran desigualdades en cuando a las oportunidades de vivir y sobrevivir, descubren déficit de gestión y demuestran que la violencia es siempre una opción de actuación disponible. Los desastres también pueden tener aspectos positivos para aquel que sabe aprovecharlos: pueden considerarse como oportunidades para tomar medidas estructurales que en circunstancias sociales normales no pueden imponerse.

En un caso de catástrofe, se pone de relieve una dimensión de la existencia de una sociedad en la que la vida cotidiana permanece oculta. En este contexto, no solo habría que investigar lo que mantiene unidas a las sociedades, sino también lo que las conduce a su desintegración

Tanto las ciencias sociales como las ciencias de la cultura están ancladas en la normalidad y son ciegas a las catástrofes. El cambio climático debe convertirse en objeto de las ciencias sociales y de la cultura. La acidificación de los océanos, la sobrepesca, la contaminación de los ríos, etc, son procesos antropogénicos, es decir que han sido causados por los hombres y sus consecuencias son enteramente sociales.

Con el trasfondo de todas estas consecuencias sociales de las transformaciones del clima y el medio ambiente, resulta desconcertante que los análisis científicos de los fenómenos y las consecuencias del cambio climático sean estudios de las ciencias naturales, mientras que del lado de las ciencias sociales y de la cultura impera el silencio, como si fenómenos ales no recayeran en su área de competencia.

SUBCOMPLEJIDAD

Los representantes de las ciencias naturales no tienen la capacidad ni la competencia necesarias para calcular la dimensión social del cambio climático ni para describir sus consecuencias sociales, ya que ignoran los procesos de construcción de la realidad tal como los hombres los realizan (aunque como integrantes de sociedades poseen una conciencia cotidiana de los problemas y las soluciones sociales). El cambio climático es objeto de las ciencias naturales en cuanto a su génesis y a las proyecciones acerca de cómo seguirá desarrollándose, pero en lo que concierne a sus consecuencias es objeto de las ciencias sociales y de la cultura, ya que sus consecuencias son sociales y culturales, y de ninguna otra clase.

¿QUIÉN ES “NOSOTROS”?

En un nivel de inclusión extremo, la palabra “yo” representa a la humanidad, pero la humanidad no es un actor social sino una abstracción. Lo que existe en realidad son sujetos que actúan en contextos culturales diversos.

El uso del “nosotros” supone una percepción colectiva de la realidad, y tal cosa no existe, ni siquiera en el contexto de un problema mundial como el del calentamiento global, porque sis consecuencias afectan a los seres humanos de modo disímil.

La indolencia política de ese “nosotros” abstracto ignora soberanamente las influencias de poder y los efectos, por lo cual se transforma en ideología.

PROBLEMAS AMBIENTALES ANTIGUOS

El cambio climático no sólo acentúa las asimetrías globales ya existentes, sino que también acentúa las consecuencias de cambios ambientales cuyos orígenes no tienen nada que ver con el cambio climático. La impresión reinante es que este problema ambiental es reciente ya que los antiguos problemas ambientales no revisten importancia en la actualidad. Los problemas ya existentes que la globalización agudiza están completamente ausentes en la conciencia cotidiana.

Lo que se modificó principalmente en los últimos años es la conciencia del problema, pero no el problema en sí. El problema es prácticamente incontrolable,

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