¿Hasta qué punto el movimiento feminista constituye una utopía frente a los paradigmas sociales, con relación a los derechos de la mujer?
Enviado por Jairo Jimenez Aldaz • 20 de Mayo de 2019 • Ensayo • 1.928 Palabras (8 Páginas) • 223 Visitas
El movimiento feminista a lo largo de su existencia ha conseguido hacer cambios completamente radicales en la sociedad. Gracias a los constantes años de lucha, las mujeres hoy en día pueden realizar muchas cosas que antes el sistema patriarcal no permitía. Entre los tantos logros que podemos mencionar del feminismo, se encuentran el derecho al voto, a la educación profesional, al trabajo, y a la autoridad sobre su propio cuerpo. Los derechos de la mujer se han venido construyendo y reafirmando gracias al surgimiento del feminismo como movimiento, no solo con el objetivo de erradicar cualquier tipo de comportamiento misógino, sino también promover la igualdad de género mediante los mismos.
Cabe recalcar que los derechos de la mujer son exactamente los mismos derechos humanos que fueron proclamados por las Naciones Unidas a finales de la Segunda Guerra Mundial. La Declaración y Plataforma de Acción de Beijing estipula que los gobiernos son los responsables de garantizar la protección y el cumplimiento de los mismos. Durante el primer año de vida de la Organización de las Naciones Unidas, se fundó la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer, con el propósito de promover el empoderamiento femenino, y garantizar la igualdad de género en el marco de los derechos humanos. Sin embargo, a pesar de estos esfuerzos internacionales, la discriminación por sexo sigue existiendo en la actualidad.
Por otra parte, los cambios sociales que se han venido dando a través del tiempo han tenido un progreso demasiado lento. Según una investigación realizada por Amnistía Internacional en 2017, hubo una cifra de 312 homicidios de defensores y defensoras de los derechos humanos, y más de 600 marchas de mujeres celebradas en todo el mundo. Esto quiere decir que todavía no se respetan a cabalidad estos derechos, y a pesar de la lucha persistente por parte de los movimientos y organizaciones activistas, aún no es posible que la paz mundial deje de ser una utopía.
Lamentablemente, esto afecta a muchas mujeres, adolescentes, y niñas que en la actualidad continúan siendo objetos de marginación social. La imposibilidad de participar activamente en la política, la discriminación persistente en el área laboral, la dificultad al acceso a bienes y derechos económicos, y la falta de desenvolvimiento social, siguen estando vigentes en el siglo actual, mayormente en los países de la periferia donde la falta de recursos y el nivel de educación es aparentemente bajo comparado con los países desarrollados.
Para empezar a hablar en lo que respecta a la mujer y a la discriminación sexual, un punto importante a considerar es el pensamiento paradigmático que gira en torno a este género. Esta forma de pensar misógina no ha surgido recientemente ya que se encuentra vigente desde hace muchos años atrás, y continúa rigiendo el siglo XXI. La mujer es constantemente juzgada, obligada a cumplir cada uno de los estándares que la sociedad le impone, que son supuestamente necesarios para poder ser catalogada femenina. Estos estereotipos han sido transmitidos por generaciones, nos los han inculcado en nuestros hogares y lugares de estudio, siendo ya para nosotros normal tener este tipo de pensamiento, a pesar de que este no sea el correcto.
La imagen que define a una mujer como tal es comúnmente la misma en todas las partes del mundo, aunque podemos hacer ciertas distinciones como por ejemplo en los países árabes donde la desigualdad de género está arraigada culturalmente. Las Naciones Unidas declararon en 2013 a Egipto como el peor país del mundo árabe en lo que respecta a los derechos de la mujer. Los estudios realizados revelaron que este país posee la mayor cantidad de abusos sexuales, un alto porcentaje de ablación femenina, y un crecimiento exponencial de grupos islámicos. Egipto es sólo un ejemplo de los tantos países que se pueden mencionar en lo que respecta a la subyugación y minoración del género femenino. Aunque esto sea visto con normalidad por la comunidad árabe, en realidad es sexista e impide que las mujeres ejerzan sus derechos en total plenitud.
Existen una gran variedad de paradigmas sociales, pero uno de los más fuertes y más discutidos en la actualidad es la forma en la que propiamente debe de vestirse y comportarse una mujer. Siempre se ha dicho que una mujer debe ser tranquila, delicada, y obediente a lo que le ordenan, tanto sus padres como su pareja masculina.
En las últimas décadas, las mujeres han roto este esquema y han buscado formar una identidad propia, la cual puedan mostrar y expresar libremente. Pero el problema de esto radica en lo siguiente: muchos utilizan esto como argumento para justificar el acoso sexual. Según datos de ONU Mujeres, se estima que el 35 por ciento de las mujeres de todo el mundo han sufrido violencia sexual por parte de su compañero sentimental o por parte de una persona distinta. Unos 120 millones de niñas aproximadamente, han sufrido el coito forzado u otro tipo de relaciones sexuales forzadas en algún momento de sus vidas. Estas cifras son alarmantes, y lamentablemente se han venido incrementando con el transcurso de los años, y conforme al avance retrógrada de la sociedad.
Retomando nuevamente la forma de vestimenta, esta es una de las razones por las que se asume que ocurre el acoso sexual, ya sea en el ámbito laboral, estudiantil, público, e incluso en el círculo familiar y social. Se dice que las féminas visten de forma provocativa, atraen al sexo opuesto, y consecuentemente ocurre lo que llamamos violación. Sin embargo, hay algo importante que recalcar contra la cultura de la violación: Los violadores ya existían antes que las minifaldas y los vestidos escotados. Los violadores son los únicos culpables de que las mujeres sean agredidas de esta forma, no la manera en que se visten. No obstante, se debe resaltar la contraparte de esta idea: es inevitable
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