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“Historia crítica de la Informalidad comercial en Monterrey y sus implicaciones sociales, políticas y económicas en la sociedad neoleonesa, 1850-2019”


Enviado por   •  23 de Mayo de 2019  •  Ensayo  •  4.707 Palabras (19 Páginas)  •  207 Visitas

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Avances del anteproyecto[pic 1]

“Historia crítica de la Informalidad comercial en Monterrey y sus implicaciones sociales, políticas y económicas en la sociedad neoleonesa, 1850-2019”

Marco teórico:

El comercio informal es un fenómeno socio-económico característico de todo país en desarrollo y globalizado como el nuestro, no obstante, como es evidente, no es un problema exclusivo de México[1], puesto que abarca la mayor parte de los países subdesarrollados o que estén en vías de desarrollo de todo el mundo. Es preciso decir que la informalidad económica es un tema añejo pero ha adquirido importancia a partir de los años setenta y ochenta, y más aún, a mediados de la década de los noventa se ha recrudecido de forma crítica tras los efectos de la Globalización. Empero, este fenómeno ya ha sido abordado en diversos estudios desde diferentes perspectivas económicas, políticas y sociales en los últimos años. Según Hernández Laos (2009), el crecimiento del sector informal responde a la necesidad de tener una alternativa de empleo, y por lo tanto, se contrapone al sector formal, generando consecuencias tales como la segmentación y la desigualdad en la distribución del ingreso de la PEA[2]. En el trabajo realizado por Tokman (2001), refiere que en Latinoamérica el comercio informal toma relevancia desde la década de los 90, resalta la importancia de la informalidad presente en segmentos amplios de la población, por ejemplo, en países como Bolivia, Honduras y Paraguay, esta actividad supera el 60 por ciento; en países como Argentina, Brasil, Costa Rica, Colombia, México, Uruguay y Venezuela, representa alrededor del 50 por ciento; Todo esto, como es de esperarse, tendrá sus repercusiones en otras esferas, como la política y la social, lo cual se considera relevante para la situación mexicana.

Chávez (2001) destaca que el comercio informal es un problema en distintos niveles de gobierno, para los gobiernos municipales reglamentar la actividad del comercio ambulante es una tarea difícil de realizar, por las implicaciones legales y políticas que surgen en el intento de realizarlo. El estudio del comercio informal en Latinoamérica se ha abordado desde diversos enfoques, uno de éstos refiere a las causas que lo generan. Jaime (2002) menciona que “es producto del proceso recesivo de la economía, del problema inflacionario de décadas anteriores, de los altos costos sociales y la falta de empleo, que en conjunto provocaron bajos o nulos salarios que no permitían respaldar la economía familiar, y por ende, trajeron consigo el aumento y la inserción de la población al sector informal desde la década de los setenta”. Cabe mencionar que otro factor importante que desató este fenómeno fue la migración rural-urbana que se dio desde la década de los 60 y 70 en México, en plena crisis petrolera, cuando los habitantes del campo se trasladaron a la ciudad con el fin de encontrar un empleo estable y así mejorar su calidad de vida. Así mismo, algunos veían al país del norte como una idónea opción. No obstante, muchos se percataron de que este “sueño americano económico”, en vista de un mejor futuro, no les traía beneficios ni en lo laboral ni en lo económico ni en lo social. Generando de esta manera el descontento generalizado entre los pobladores del sur del país provenientes de estados de la República como S.L.P., Durango, Zacatecas, Aguascalientes, Sonora, Tamaulipas, Oaxaca, Chiapas, Puebla, CDMX, entre otros, optando por crear su propia mini empresa, ya sea en las calles o desde la comodidad de su hogar, formando así una nueva era de los “negocios familiares”.

En el estudio realizado por Nunn (1999), menciona que una de las características principales de los países subdesarrollados es la “incapacidad de los gobiernos para generar un mercado laboral estable, esto debido a que en las últimas décadas han tomado relevancia las formas en las que el sistema capitalista prescinde de amplias capas de la población, lo que propicia, dejar fuera de los beneficios que acarrea dicho sistema a grandes masas de la población que quedan excluidos de forma discriminante del sistema laboral formal para siempre.” Las investigaciones sobre el sector informal [o también denominado sector terciario] ha sido tema de interés para los organismos nacionales (CANACO, 1988; STyPS, 2000), así como internacionales, como la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), los cuales exponen que la informalidad en el trabajo ha alcanzado dimensiones alarmantes (si no es que críticas), puesto que alrededor del 80% de los empleos creados en América Latina y en México durante la década de los noventa fueron eventuales, lo que ha ocasionado la precarización del trabajo, fenómeno que ha venido de la mano con el incremento del desempleo, la explotación, la marginación, la discriminación, la pobreza y la pobreza extrema.

Por su parte, Tamayo (2002) alude que en México, el sector informal, [el cual se encuentra situado dentro del sector terciario], se ha convertido en una atractiva alternativa de empleo en las últimas épocas, por lo que es necesario dejar de considerarlo más como un asunto marginal, periférico o esporádico, ya que involucra a más de la mitad de los trabajadores de todo el mundo, y ya está creciendo rápidamente en todos los países, también, pero especialmente en los países en vías de desarrollo, como el nuestro.[3] 

Por lo que refiere a las investigaciones que han estudiado el fenómeno de la informalidad económica a nivel microsocial, algunos de estos autores se han enfocado en la población que se encuentra en situación precaria y vulnerable, puesto que “esta [población] ha adoptado dicho fenómeno como estrategia de [subsistencia]” (Lomnitz, 1978; López, 2002; Villanueva, 2006). En el caso de Villanueva (2006), aborda el estudio desde la perspectiva de los sujetos partidarios de la informalidad, con el objetivo de su supervivencia y mejoras en sus condiciones de vida. Cabe destacar que algunos organismos estatales, privados y civiles, definen el comercio informal desde una perspectiva dual: primero, como un serio problema, gracias al desequilibrio que genera en su estructura económica, política, social, y hasta cultural; y segundo, como estrategia de subsistencia, ya que se considera como una especie de “ayuda” o “automotivación” para amortiguar la falta de empleo y el acrecentamiento de la pobreza.

No obstante, Regalado (2007) menciona que existen varias formas de comercio informal en el país, desde el que se practica en los cruceros de alta afluencia automovilística, hasta el ubicado en los grandes hacinamientos de puestos en zonas específicas, que se han ido definiendo en torno a los mercados establecidos, semifijos, ambulantes y de los paraderos de autobuses. Las diferencias de estas prácticas indican la existencia de un proceso de evolución que se inicia en condiciones muy precarias y que va transformándose en situaciones más estables, de mayores ingresos, e incluso de mayor complejidad organizacional.[4] Por otro lado, Pérez Ruiz (1997) plantea acerca del crecimiento significativo del comercio informal en México, el cual se convirtió en un tema en auge debido al impacto que tiene en la actual estructura urbana del país, y además abarca un sector de la población importante que encontró en la informalidad, un mecanismo de subsistencia y de ocupación. Mencionando además que “la actividad del comercio informal es la alternativa inmediata para aquellas personas desempleadas que se ven impedidas de acceder al mercado laboral, además, representa una mejor oportunidad de ingreso económico ante los salarios bajos en México.”[5]

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