LA MARCA DE LA TIZA
Enviado por GLASIMO • 30 de Noviembre de 2019 • Trabajo • 5.222 Palabras (21 Páginas) • 135 Visitas
LA MARCA
DE LA TIZA
“Una pizarra mágica, aunque se borre
quedan huellas”
Escuela Normal Superior
en Lenguas Vivas
N°2 Mariano Acosta
Alumnas: Cynthia Carolina Luzardo
Gladys Silvana Monje
Profesor: Elías Prudant
Primer Cuatrimestre
2017
índice
Fundamentación 3
Objetivos 4
Descripción de la propuesta de trabajo 4
Marco teórico. Introducción 5
Conociendo caminos 6
El prejuicio del perjuicio 7
Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame
y lo aprendo 9
Con el ojo en la lupa. Cuando lo distinto debe ser igual 9
La construcción histórica y social del oficio de enseñar 10
“Sé artesano de la palabra para que puedas prevalecer,
porque el poder del hombre está en la lengua y el
poder de la palabra es más fuerte que el de cualquier
combate” 12
FUNDAMENTACIÓN
El interés por la temática surge a partir del suceso de catalogación observado en las aulas de los estudiantes por parte de los docentes.
Observamos que el docente nunca es neutro en su accionar, su injerencia como enseñante está llena de connotaciones afectivas, sus principios, su bagaje personal y social, que todo junto, forman y respaldan sus medidas y prácticas.
Con lo cual nos lleva a plantearnos la siguiente pregunta: “¿qué elementos determina la significación que construye, la representación que hace el docente al interactuar con sus alumnos? Qué significa esa frase popularmente conocida, “el maestro conoce el grupo”. ¿En que se basa dicho conocimiento, en la historia personal y aprendizaje del alumno? o ¿esta frase de origen social se encierra en la subjetividad y apreciación personal docente?
En la escuela no hay dos alumnos iguales, cada cual tiene su propia manera de ser, su estilo y ritmo de aprendizaje, su pauta y rapidez de desarrollo, motivación, intereses, curiosidad ante el conocimiento y comportamiento.
En consecuencia reaccionan de diferentes formas ante situaciones de enseñanza/aprendizaje o de convivencia áulica. Comienza el año lectivo y es habitual el intercambio de distintas miradas sobre algunos alumnos en la sala de docentes. Es inevitable pensar, ¿cuál es la estructura perceptiva que tienen en relación a sus alumnos? Porque a fin de cuentas, ¿qué es un buen alumno? ¿el que saca buenas notas por repetir lo memorizado mecánicamente o el que se esfuerza por lograrlas y crece como persona en el intento?
Generalmente, aparecen los inevitables estereotipos y las ideas preconcebidas sobre los mismos. “vago, revoltoso, problemático, que no le dá, ésta no es la escuela para él, no cumple con las tareas, es irrespetuoso, violentos, reflejo de su familia, indisciplinados, apáticos, dolor de cabeza, es un alumno diez”, son algunas de las etiquetas del mundo adulto hacia los estudiantes. Pero ¿por qué no se espera lo mismo de todos los alumnos? ¿qué criterios utiliza el docente para acentuar determinada expectativa depositada en ciertos alumnos? ¿qué perfiles docentes de acuerdo a sus características socio-históricas tienen mayor tendencia al etiquetamiento?
Y en aquellos alumnos rotulados como “lerdos” o “que nos les dá la cabeza”, ¿qué tarea ejerce el docente en su labor educadora? ¿Se auto responsabiliza por sus éxitos o fracasos? ¿Son tildados como fracasos escolares o es el docente quien fracasa por no encontrar una didáctica acorde a ellos? ¿Se nace o se hace un buen o mal alumno? ¿qué ocurre con aquellos estudiantes indiferentes al rotulamiento?
Frecuentemente tanto dentro del aula, como fuera, las visiones acerca de las personas son compartidas por muchas otras, ya que éstas están influenciadas por el imaginario social.
Toda clasificación genera entonces expectativas que se espera que el alumno alcance. A su vez esta expectativa suele influir en el tipo y trato que mantendrán ambos sujetos. Esta asimetría en la relación maestro-alumno ¿podría explicar la eficacia de las clasificaciones y predicciones que los maestros hacen de sus alumnos?
Los llamados “adultos educadores” ofrecen este fiel ejemplo de estigmatizar, contrariamente cuando una institución social como lo es la escuela debería ser, entre otras cosas, formadora de confianza, de autoestima y valoración personal. Otra contradicción presentada se puede observar cuando aquellos alumnos señalados como los “conversadores” o “charlatanes”, que no resulta ser muy positivo en general para los maestros, ¿donde se encuentra la tan célebre “función socializadora” de la escuela si la comunicación entre los actores en la cotidianidad escolar no se promueve?
Algunas escuelas, conscientes de la tendencia, tomaron medidas, como por ejemplo que las maestras puedan ver el legajo del alumno recién al mes de empezadas las clases con el fin de no prejuzgar. Como una manera de erradicar el fenómeno de etiquetar, cuando a veces no hace falta que llegue el rumor acerca de alguien porque la observación habla por sí sola.
OBJETIVOS:
Reflexionar sobre el uso de “catalogaciones” por parte de los docentes hacia los alumnos y cuál es la influencia en ellos.
Analizar las motivaciones que conducen a los docentes a realizar este tipo de práctica hacia sus alumnos.
Describir algunas situaciones áulicas en las cuales se manifiesten este tipo de práctica.
Encuadre Metodológico
Se realizará una investigación utilizando distintos métodos, explorando e indagando varias fuentes de información.
Se recurrirá a entrevistas realizadas a docentes de la escuela N° 13 D.E. N° 6 Brigadier General Matías Zapiola.
Por último se recopilara todo el material teórico para concluir con el trabajo en cuestión.
Recursos
Para el desarrollo de dicha investigación.
Indagamos varias fuentes de información.
Utilizamos material impreso como libros y revistas, También material digital, páginas web, blogs.
Exploramos bibliografía de alumnos libros autores que se abocaron a esta problemática no
...