LOS RELAMPAGOS DE AGOSTO

LOS RELAMPAGOS DE AGOSTO

Jorge Ibargüengoitia

Los relámpagos de agosto fue la primera novela del autor mexicano Jorge Ibargüengoitia. Esta novela es una sátira de la fase final de la Revolución mexicana, vista a través de los ojos de José Guadalupe Arroyo, un general retirado que cuenta sus memorias al propio Ibargüengoitia con el fin de limpiar su reputación.

La historia comienza a bordo de un tren en que el general Arroyo se dirige a la Ciudad de México después de recibir un telegrama de parte del presidente electo, un antiguo compañero revolucionario, en el que se le invita a formar parte del nuevo gabinete.

En el viaje se encuentra con Macedonio Flores, otro ex-revolucionario, que a pesar de haber sido desterrado del país había decidido regresar. Arroyo lo invita a su camarote para platicar y luego se dirigen al comedor, sin embargo durante el transcurso de la comida Flores se levanta de la mesa con el pretexto de dirigirse a los sanitarios y no regresa. Arroyo no le da mucha importancia y sigue comiendo, sin embargo cuando termina de comer y se dirige a su camarote descubre que flores se había robado su pistola y se había bajado del tren en el pueblo anterior, siendo esta "la primera mala pasada" que le haría el destino a Arroyo.

Al acercarse a la ciudad de México, Arroyo se comienza a prepararse para el descenso, notando un gran revuelo alrededor de un vendedor de periódicos que había subido al tren, Arroyo no le da mucha importancia, sin embrago cuando se disponía a rasurarse descubre en los titulares del periódico que el presidente electo había muerto, aparentemente de apoplejía. Arroyo sale a toda prisa del sanitario y ve lo que él considera una imagen muy acorde a su situación, un grupo de hombres orinando en la barda de la estación.

Al llegar a la estación Arroyo telefonea a otro compañero revolucionario al que también le había sido prometido un puesto en el gobierno, y deciden esperar al funeral para discutir cuales las accione que tomarían para proteger sus intereses. Arroyo se reúne con el General Trenza y asisten al velorio; la viuda le dice que su marido le heredó su reloj de oro, pero que por desgracia se lo habían robado y que ella sospechaba de Eulalio Pérez. Arroyo se reúne con sus compañeros de armas acordando convencer al presidente Vidal Sánchez para que nombre presidente interino al General Artajo, quien arreglaría las elecciones para que resultara electo como presidente el General Arroyo. Después del funeral Arroyo perdido en el panteón se encuentra con Eulalio Pérez, donde le reclama por el robo del reloj, Pérez le contesta seriamente que él no lo había robado, pero Arroyo con la rabia que tenía lo empujo a un agujero que la lámpara había iluminado, cuando calló al agujero y Pérez H estaba muy enojado; le gritaba a Lupe porque lo había hecho insultándolo con otras palabras.

Al día siguiente, la Cámara entra en sesión nombrando a Eulalio Pérez como presidente interino. Desconcertados los Generales van a felicitar a Vidal Sánchez. Arroyo en desacuerdo con lo sucedido se reúsa a felicitarlo. Cuando regresa a su hotel le entregan una

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