La Comprensión del Género y la sexualidad en Chile
Enviado por Javiera Figueroa Galarce • 12 de Junio de 2017 • Ensayo • 2.149 Palabras (9 Páginas) • 252 Visitas
Comprensión del Género y la sexualidad en nuestro país.
Educación sexual, parámetros y tabúes.
En la actualidad, la identidad de género e identidad sexual que poseemos como chilenos suele referirse a una idea muy concreta. No a nivel individual, si no como concepción general y avalada universalmente como la correcta. Heterosexual y cisgenero. No hay espacio para alguna otra aberración sexual ni ninguna otra idea de cruce entre éstos conceptos. A modo personal, crecí en un ambiente profundamente relacionado con la iglesia y sus paradigmas. Y se inculca un modelo de familia, un modelo de pareja, un modelo de relaciones corporales, un modelo de como relacionarse con el prójimo, en fin; un modelo para cada arista que pudiese tener la vida de un ciudadano corriente. Y el modelo de familia está compuesto por un padre y una madre (e hijos, obviamente) y el modo de relacionarse siempre debe ser amando a alguien de tu sexo contrario.
No hay más modos, no hay más ideas. Todo lo que salga de tales parámetros será mal visto o es pecaminoso. E inculcar en un niño todos estos pensamientos siendo parte de una comunidad (extensa y necia) que cree en tales con fervor y devoción, no da pie para poner en duda ni una sola de las ideas. Tal como se menciona en el texto introductorio “Madres y Huachos”, la idiosincrasia que posee nuestro país está muy vinculada (al igual que gran parte de Latinoamérica, si es que no es toda) con la religión, la cual está así misma vinculada al pensamiento cristiano. No es necesario crecer o ser educado en un colegio católico para poseer los ideales y principios que inculca este tipo de establecimientos. Las familias y el general de las personas en nuestro país entienden esa moral como la correcta, ya que la educación laica es la novedad del siglo veinte y no es obligatoria en cada establecimiento, por lo que solo hoy se están haciendo denotar una educación alejada de la religión, como ente independiente.
Pese al avance que podrían comprender casi 100 años desde la dictación de la Constitución de 1925, el laicismo no está totalmente presente en los establecimientos educativos. Ni siquiera cercano a eso. Incluso con un pensamiento religioso tan tangible y latente a lo largo de los años, hoy en día a través de la liberación de la información, de la apertura de redes y canales informativos ajenos a la “Familia” y la “escuela”, de la independencia que surge en la adolescencia y la disociación de la moral previamente aprendida, la juventud ha comprendido una nueva forma de entender la sexualidad. Una más empírica, más abierta, pero más ignorante. Porque la apertura de información no necesariamente genera reflexión en el acto de un joven, ni tampoco deja de lado los rasgos religiosos que lleva nuestra cultura tan impregnada. Una educación de boca en boca, que se conoce a medias, llena de prejuicios y desinformaciones, que mantiene atisbos machistas, que sigue tratando de puta a la mujer que no sigue ciertos estigmas, que mantiene rasgos morales fuertemente vinculados al cristianismo, que se pese a ser relativamente más liberal y abierta que hace cien años, recae en mucha ignorancia y prejuicios burdos.
A modo personal, no supe de qué se trataba ser Cis o Transgénero hasta que un amigo cercano se definió así mismo así delante de mí. Me declaraba totalmente abierta de mente, comprensiva y en total apoyo a toda manifestación corporal o psíquica del género y la sexualidad, pero pese a toda mi apertura me declaraba, en ese instante, absolutamente ignorante en el tema. El cuerpo trans, la mentalidad o el desarrollo de ésta área nunca me fue enseñada en ninguna clase. Mucho menos desde la educación en casa.
La educación sexual a nivel mundial hoy se contempla desde un margen de prevención del sexo (de evitar el acto mismo, no de prevenir enfermedades de transmisión sexual), de asociar profundamente el sexo y el amor, a una familia ya formada (de preferencia casada), a una pareja estable, una pareja heterosexual, sexo vaginal, de manera reservada; en una enseñanza donde el placer femenino no tiene cabida.
Las clases de educación sexual son un momento excepcional en la vida de los jóvenes preadolescentes porque incluso pueden tener cabida en su inteligencia emocional. Todavía recuerdo la sensación de asco cuando, a los 14 años, escuché a mi profesor de biología —que tenía alrededor de 60 años—pronunciar la palabra "pene". Esta vergüenza refleja el malestar que aún permea nuestro sistema educativo en relación con el sexo, al placer y las relaciones corporales en general. Hay que decir que incluso en la actualidad, un curso de educación sexual en los colegios sólo reproduce diapositivas de los modelos anatómicos de penes y vaginas, comentadas por una persona de 65 años, para adolescentes de 14. Y una persona de 65 años con atisbos de conservadurismo y una moral más cercana a la cristiana, pese a cualquier pensamiento político o social que presente. Esa moral y ethos de nuestra sociedad está tan vinculado a la religión, está demasiado inmerso y en la forma de pensar de nuestro país.
Primeramente, el pensar en las políticas de educación sexual que se han implementado en Chile, es una corta distancia de recorrido temporal. Recién en la década del sesenta se institucionalizó primeramente como práctica pedagógica la educación sexual en las escuelas públicas, que en ese entonces solo promovía la una planificación familiar en los jóvenes, pero pese a esto, fue el primer paso que marcó en Chile. Sin embargo, este proceso se interrumpió durante la dictadura militar, período en que fue censurada toda acción educativa relacionada con el aprendizaje sexual, fue ahí donde la educación en ésta área sufrió un considerable retroceso. Obviamente marcado por pensamientos más bien machistas, nuevamente ligados a la religión y al conservadurismo; y una vez más se dejó de lado el tema del placer, de las buenas relaciones corporales y de cómo llevarlas. La ignorancia pululó nuevamente.
Ya situados en la década de los noventa nuevamente se incorpora una política de educación sexual, la cual surge desde el Ministerio de Educación, pero ésta política no es fructífera y falla. Un ejemplo, en su ámbito inicial y como propuesta positiva, fueron las “Jornadas de Conversación sobre Afectividad y Sexualidad”, más comúnmente conocidas como JOCAS, las cuales surgieron como un intento de generar espacios de diálogo y aprendizaje en materias de desarrollo afectivo y sexual dentro de las comunidades educacionales. Sin embargo, luego de la constante y opresora crítica de los sectores conservadores, asociados por sobre todo a la Iglesia Católica y a la derecha política, las JOCAS dejaron de realizarse un par de años después. Y esto significó un nuevo retroceso en la educación sexual. Se retomaron las acciones y el planteo de las JOCAS en 2006 por Girardi y Ricardo Nuñez, más, incluso desde una visión menos conservadora, solo se planteaba un conversatorio en torno a la prevención de las enfermedades de transmisión sexual y del reparto de preservativos y píldoras anticonceptivas a los jóvenes. La visión y comprensión de la educación sexual en Chile siempre está guiada a la prevención y evitar los embarazos no deseados, más cualquier otro tema asociado se mantiene en tabú.
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