La Eutanasia No Es Cosa De médicos Sino De Verdugos
Enviado por MAJOUPARELLA • 18 de Mayo de 2013 • 2.032 Palabras (9 Páginas) • 453 Visitas
LA EUTANASIA: NO ES COSA DE MEDICOS, SINO DE VERDUGOS
POR MARIA JOSE UPARELA REYES1
"Abandonarse al dolor sin resistir, suicidarse para sustraerse de él, es abandonar el campo de batalla sin haber luchado"
Napoleón Bonaparte (Francés)
RESUMEN:
Hoy en día, se discute sobre la eutanasia en todo el mundo, ya que es una práctica controversial debido a que es la vida humana la que está en riesgo, y la reglamentación legal que se le ha dado en algunos países ha llevado a impetuosos debates. La eutanasia alude profundamente a la autoimagen y a la imagen del mundo del hombre, a la comprensión de la enfermedad y la muerte. Trata sobre la libertad y la subordinación, la naturaleza, la sociedad y la cultura. Lo triste es que es el médico quien se ve obligado a llevarla a cabo, situación incómoda pues su misión en la sociedad es dar vida y no arrebatarla.
PALABRAS CLAVES: Suicidio, derechos, muerte, bioética, médico.
ABSTRACT:
Today, the euthanasia is discussed throughout the world, and is a controversial practice because it is human life that is at risk, and the legal regulation that has been given in some countries has led to raging debates. Euthanasia refers deeply to self-image and the image of man's world, understanding of disease and death. It's about freedom and subordination, nature, society and culture. The sad thing is that it is the doctor who is forced to carry it out, a sad situation for his role in society is to give life and take it away.
KEY WORDS: Suicide, rights, death, bioethics, doctor.
¿Alguna vez te has preguntado, qué pasaría si padecieras una enfermedad terminal? ¿Elegirías la muerte? ¿O seguirías tu vida hasta el final, soportando el inmesurable dolor? Estos son interrogantes que ponen a reflexionar cuidadosamente acerca del valor de la vida, en situaciones que quizá no nos tocará vivir nunca, pero que sí suceden y sí hay personas preocupadas por darle respuesta a estas preguntas. De hecho muchos encuentran la solución, y acuden
Estudiante de la Facultad de Medicina de la Universidad de Cartagena. II Semestre. 01-2012.
a la eutanasia, definida por la OMS como aquella acción del médico que provoca deliberadamente la muerte del paciente. Sin embargo, la eutanasia nunca puede ser considerado un acto médico, porque no persigue ni la curación ni la reducción del dolor; es un acto anti-médico: persigue la muerte.
Es preciso aclarar que los pacientes a los que se refiere la OMS, son únicamente personas con enfermedades terminales. Es importante reconocer también las distintas modalidades para practicar la eutanasia: de forma pasiva; que es el fallecimiento de un enfermo terminal tras la omisión de tratamientos, de forma indirecta; que es la administración de medicamentos contra el dolor y tranquilizantes que precipitan la muerte como efecto secundario. Y de forma voluntaria, proporcionando una inyección letal al enfermo. Es esta última, lo que se conoce como homicidio por piedad, pues no es más que eso, y el médico: el homicida.
Al momento de hablar de la eutanasia es pertinente diferenciarla del suicidio asistido, que es proporcionarle los medios al paciente para que él mismo le dé fin a su vida cuando siente que ya no puede soportarla más y toma la decisión de morir. Sin embargo, no es correcto afirmar que el suicidio asistido es respetar la libertad de la persona, pues ¿Bajo qué condiciones decidiremos entonces qué sufrimiento puede acceder a la eutanasia?: el cáncer, la ELA, el SIDA o incluso la quiebra financiera. ¿Quién merece morir y quién no? Si respondemos a estos interrogantes estaríamos clasificando la vida según su calidad, o más precisamente según su utilidad.
Tampoco puede ser coherente afirmar que la eutanasia corresponde al progreso de la humanidad, y que respeta los derechos individuales, pues si recurrimos a la memoria de la historia, los esquimales, para terminar con la vida de una persona que no podía ser salvada, hacían un ritual, lo estrangulaban y convertían el acontecimiento en una fiesta. O en muchas tribus de la selva, el enfermo decidía ser abandonado junto a un árbol y esperar tranquilamente a la muerte. Es ilógico entonces, que en pleno siglo XXI con tantos avances científicos, tecnológicos, terapéuticos e incluso éticos, sigamos acudiendo a estas acciones. Pueda que muchas enfermedades no tengan cura, y lo único que causen sea deterioro, sufrimiento y dolor, pero enfermedades así ya existieron en un pasado, y la cura para ellas fue encontrada paulatinamente, caso que se puede dar en la actualidad si invertimos más esfuerzos en la investigación que en la aprobación de una ley para el homicidio a los pacientes.
En materia de bioética, la eutanasia va en contra del principio de no maleficencia, que expresa claramente entre sus pilares “no matar”. El médico tiene el deber de velar siempre por el bien de su paciente, y actuar incluso de manera paternalista, si es necesario, para lograrlo. Debe ser una compañía para el enfermo, brindarle apoyo, cuidados, esperanza, permanecer a su lado en todo momento, incluso para verlo partir. Pero esto no quiere decir que el médico deba darle el descanso o la muerte, puesto que ningún médico es omnipotente ni tiene el derecho para quitarle la vida a otra persona. Si alguien quiere morir, puede proceder de acuerdo a sus principios, y aunque los principios del médico le permitan practicar la eutanasia, esto no quiere decir que tenga el derecho y la potestad para hacerlo. Por otro lado, es usal que entendamos la vida como un derecho, pero esta es en sí el sustrato de los derechos: ¡tenemos derechos porque estamos vivos! Así como la libertad, la vida es un bien de la humanidad, por eso no puede eliminarse ni siquiera a petición del individuo: nadie puede pedir la muerte, como nadie puede entregarse como esclavo voluntariamente. Son derechos irrenunciables. Y la doble moral de la sociedad es evidente cuando rechazan la pena de muerte y retiran a los jueces el derecho
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