La Muerte

MUERTE

La muerte nos acompaña, nos persigue, nos obsesiona. Es nuestra eterna compañera

al que estamos destinados desde que nacemos. Al hablar de muerte nos referimos a que el cerebro de una persona ha dejado de funcionar, pero el hecho de morir va más allá del conocimiento científico. Es algo que está ligada a la vida humana como una amenaza constante. Como bien expresó William Shakespeare en la frase de su obra Hamlet: “Ser o no ser he ahí el dilema”. Esta sentencia nos muestra la angustia del ser humano, ante lo frágil de su persona, que en un momento tiene vida pero en otro momento puede perder la existencia. Todo el mundo sabe lo que es morir pero cada persona, religión o cultura lo entiende de forma diferente.

Nuestro principal problema es que todavía no hemos asimilado la idea de que la muerte tan sólo lo que muere es nuestro caparazón, es decir, el cuerpo o forma que adquirimos al presentarnos a los demás mortales.

Nosotros somos una mente consciente habitando un cuerpo y por ello hemos de entender que aunque el cuerpo se extinga con el proceso de la muerte, la mente que lo habitaba sigue su camino en el eterno. Sin embargo, a medida que la sociedad ha ido evolucionando, la muerte en la sociedad actual se ha convertido en un tabú que se intenta enmascarar lo más posible.

La muerte es el destino inevitable de todo ser humano, una etapa en la vida de todos los seres vivos que - quiérase o no, guste o no - constituye el horizonte natural del proceso vital, es la culminación prevista de la vida, aunque incierta. El hombre ante la muerte tiene un único deber; aceptarla y afirmar con ello la vida ya que nos hace ser lo que somos: seres humanos que nos regala el espíritu que nos hace únicos. La muerte no discrimina, nos despoja de todo. La fama, la riqueza y el poder son todos inútiles en los solemnes momentos finales de la vida. Cuando el momento llega, en lo único que podemos confiar es en nosotros mismos.

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