La Violencia Y Lo Sagrado
Enviado por adrian3345 • 2 de Octubre de 2014 • 1.890 Palabras (8 Páginas) • 298 Visitas
En su obra, “La violencia y lo sagrado” René Girard afirma que la violencia es el principio organizador de la civilización. En las sociedades arcaicas la violencia es respondida con la violencia en una dinámica destructiva incontenible. Cuando ante el asesinato de un familiar o de un miembro del clan la respuesta es matar al agresor se desencadena entre los allegados del ajusticiado una reacción de venganza, que a su vez provocará las represalias de los parciales de este, y así se instala una espiral de violencia y muerte que en el límite acaba con la sociedad misma, como lo muestra una gran cantidad de estudios étnicos.
La sociedad tiene su origen en la competencia y en la lucha o, incluso, en la opresión. Como ejemplo de esto podemos considerar, a nivel histórico, la división del trabajo. Ahora bien, Girard plantea la teoría del origen de la sociedad a partir de la violencia y, en particular desde el sacrificio como medio de unión de una civilización primordial. En La violencia y lo sagrado (1985), el autor comienza su análisis tratando el argumento principal: el sacrificio como origen de todas las sociedades.
De hecho, el carácter sagrado de la víctima revela la ambivalencia del ritual sagrado, pues en esta figura se identifica una imagen pura e inocente y, a su vez, la víctima es de por sí el ser en el que la sociedad desahoga toda su violencia.
Para poder entender al autor se puede afirmar que la verdad del sacrificio está escondida en muchos niveles como por ejemplo La racionalidad intervino en la naturaleza del hombre para esconder su naturaleza violenta. Las religiones, la Ilustración, el positivismo e, incluso, el comunismo no hicieron más que cubrir la verdad sobre el origen de la civilización humana y sobre las implicaciones que la convivencia lleva consigo. Por otra parte el sacrificio revela la violencia del ser humano. A través del estudio del sacrificio se puede entender nuevamente esta naturaleza que, de otra forma, permanecerá escondida. Esta naturaleza, de la que hablamos, no es otra cosa sino la esencia de las estructuras sociales humanas.
Girard nos habla de una verdad que es el estudio de los métodos por los cuales el hombre desahoga su violencia de forma que la sociedad los acepte. En este momento, se vuelve fundamental el rol de la víctima sacrificada, es decir, de aquel hombre cuyo sufrimiento satisface la necesidad de agresividad de la comunidad. Pero si dicho fenómeno no es controlado en otras palabras, la agresividad del hombre y sus formas de manifestarla se puede comprometer la vida de toda la sociedad.
Girard dice que el hombre, para poder vivir en su sociedad, necesita construir un sistema muy equilibrado para desahogar su violencia y su agresividad en una forma socialmente aceptada. desde el sacrificio humano
hasta el deporte, y, pasando por el ejemplo magistral de la tragedia clásica
griega: bajo la máscara del actor encontramos todos los personajes que
actúan en un complejo ritual de sacrificio.
Por lo tanto se plantea este interrogante, ¿Cómo impedir que la violencia acabe con todo? Para el autor, en la nueva sociedad la respuesta fue la creación del Estado: un aparato encargado de ejercer una violencia despersonalizada, capaz de convertir la venganza familiar en justicia social. El Estado puede ejercer la violencia legal contra el asesino que ha segado una vida sin provocar la respuesta de sus familiares, en tanto no hay una venganza personal a la cual estos deban responder. Si el aparato de justicia actúa impersonalmente no hay agravio personal que lavar, y puede sancionarse al transgresor sin desencadenar una venganzas. Ahora bien, para que este mecanismo funcione debe existir la confianza en que el Estado no está contaminado por intereses particulares que puedan reiniciar el ciclo de las venganzas.
Girard sugiere que la violencia es parte fundamental de la naturaleza humana y que el hombre no puede ser considerado necesariamente un ser social, porque, de otra forma, no se podría explicar su agresividad contra los seres de la misma especie, con aquellos que comparte su rol social e, inclusive, contra su propia familia. El hombre como animal social esconde una profunda contradicción.
Entonces Para constituir una sociedad y una civilización el hombre debe haber sacrificado, si no por completo, por lo menos en gran parte, su lado agresivo y violento y para vivir junto con los demás o para vivir mejor, dejando de lado su parte primitiva, donde el hombre tiende a desahogar su violencia en acciones que la sociedad acepta. Por lo tanto, se puede decir que sin esta violencia aceptada no sería posible una sociedad y todos los alcances de la civilización no existirían.
En consecuencia, el hombre debe mitigar su estado de violencia para poder contribuir a la sociedad y si este no lo logra la sociedad termina.
Teniendo en cuenta lo anterior se puede suponer que la civilización está fundada inicialmente en la violencia y en la agresividad; la sociedad encuentra, entonces, formas aceptables de competencia y de violencia para calmar el instinto agresivo, ya que sin estas manifestaciones se pondría en riesgo la existencia del ser social.
Girard toma estas formas en los ritos sacrificiales, reales como los pueblos antiguos o imaginarios como en las sociedades más avanzadas. Se puede deducir que una de las formas contemporáneas de estos ritos que permite desahogar la violencia, sea la competencia económica, señalando así a la base principal del capitalismo.
Posterior mente la creación de la sociedad y con ella de la división del trabajo, que permitió un desarrollo más organizado de la comunidad, prevaleció entre los hombres la competencia económica
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