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La Violencia


Enviado por   •  3 de Febrero de 2015  •  851 Palabras (4 Páginas)  •  164 Visitas

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MÉXICO, D.F. (Proceso).- Hace un siglo, en 1915, Freud escribió Duelo y melancolía, y lo publicó dos años después. Ahí definió la melancolía como la obstinada y patológica estrategia de un sujeto que se resiste al necesario e inevitable trabajo del duelo, con el cual podría resignar el dolor de su pérdida y abrir su libido a una nueva búsqueda. En un conmovedor texto titulado El imposible duelo, María Inés García Canal hace una cuidadosa crítica al pensamiento de Freud y, abrevando en Derrida, Allouch y Kristeva, replantea el tema empezando por argumentar que duelo y melancolía se desarrollan en la historia, y adquieren connotaciones diferentes en distintos momentos.

García Canal se pregunta: “¿Es posible hacer un duelo ‘verdadero’ cuando la violencia atraviesa y subyuga a las sociedades, cuando arrebata indiscriminadamente nuestros ‘objetos’ de amor, cuando clausura los horizontes de espera? ¿Estamos enfermos de melancolía cuando social y masivamente los deseos se sofocan y las creencias se derrumban?”. La estrategia de esta profesora e investigadora de la UAM es pensar el duelo y la melancolía en nuestra actualidad y en “los espacios que habitamos signados por coordenadas geopolíticas: por el poder, la violencia, la usura y la guerra”, lo que la lleva a exponer y analizar emociones y situaciones sumamente parecidas a las que enfrentamos hoy en México.

Renuncio a resumir su largo y complejo texto (publicado en la revista debate feminista número 50), y sólo tomaré algunas frases y párrafos que expresan lo que estamos pasando.

–¿Es posible la resignación ante la violencia instaurada en lo social que provocó pérdidas que podrían haberse evitado y que nos conminan a no olvidar?

–Con la desaparición del otro no sólo se pierde a alguien, sino que “es perder a alguien perdiendo un trozo de sí” –tal como lo afirma Allouch.

–Ese deber imperativo de recordar a quienes se les negó la palabra, de darles voz, rostro y cuerpo, no hacía más que traslucir el malestar (entre horror y culpabilidad) provocado por lo que fue interpretado como un olvido propositivo que cubrió, sin distinción, a todas las víctimas de la historia sepultadas en el silencio.

–Crímenes de lesa humanidad, imprescriptibles –no hay que olvidarlo– desde el punto de vista jurídico y del derecho internacional. El tiempo no podrá borrarlos…“Sin olvido ni perdón” fue el lema que se implantó aquí y allá en este ritual de escarbar y desenterrar cadáveres… lema que resiste todo y cualquier duelo, para transformarlo en un imposible. Se instaura una memoria “acongojada”, y el deseo toma la forma de exigencia vehemente de reivindicación por los dolores y sufrimientos infligidos: esos crímenes no han de quedar sin castigo.

–Pareciera que el “deber de memoria”, ese trabajo propositivo de recordar, hace que los sujetos no olviden, ni por un instante,

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