La obsolescencia programada

OBSOLESCENCIA PROGRAMADA

Para comenzar a analizar este tema, tenemos primero que definir cuál es el significado del término obsolescencia, el cual no usamos regularmente en nuestro lenguaje diario.

Según el diccionario de la lengua española, podemos definir a la obsolescencia como la cualidad de obsolescente, el cual va relacionado al desuso de un bien  por considerarse anticuado o inadecuado a las circunstancias, modas o necesidades actuales.

Podemos entender entonces que la obsolescencia programada es la fijación de la vida útil de un bien que ya ha sido predeterminado por sus productores al momento de fabricar dicho bien.

En el vídeo hemos podido apreciar como la vida útil de los productos ha ido menguando con el paso de los años. No estamos faltando a la verdad al afirmar que los productos que se venden hoy en día no tienen la misma duración o ciclo de vida de los que se expendían hace veinte años  o más.

En la actualidad, cuando compramos un producto, generalmente un dispositivo tecnológico –llámese ordenador, televisor, equipo de sonido, entre otros– su ciclo de vida es relativamente corto. Somos conscientes que la vida útil del producto, en buenas condiciones, no excederá los tres o cinco años, lo cual depende de muchos factores, desde el avance tecnológico, lo cual da pie a que, un producto que adquiramos hoy, no tendrá los mismos valores que dentro de tres o más años, ya que con, con el transcurso de este periodo de tiempo, los nuevos dispositivos tendrán mayores funcionalidades y características, y nosotros habremos quedado con un producto desfasado.

Otro factor es el que los mismos fabricantes determinan; dan un vida útil de un preestablecido número de años o de usos al producto, luego de ello no podrá hacerse uso de él. Ya no es que solo quedará desfasado o anticuado por las nuevas tecnologías, sino que ni siquiera podremos utilizarlo, ya que comenzarán a fallar, generalmente porque sus componentes quedarán obsoletos, y los repuestos serán complicados de conseguir o inexistentes en el mercado. Estos solo son algunos de los factores que determinan la obsolescencia programada.

Los ejemplos que hemos podido apreciar en el vídeo han sido de una bombilla incandescente que sigue en funcionamiento de forma ininterrumpida desde el año 1901 hasta la actualidad, o por lo menos hasta el año 2010, que es el año de producción del reportaje. Las bombillas incandescentes, o comúnmente como las llamamos en nuestro país: los focos, es más que obvio que ya no tienen esta vida útil tan larga como la del reportaje. Quien redacta el presente análisis ha podido corroborar que los focos, en el mejor de los casos, duran un par de años, siendo lo normal unos doce o diecisiete meses.

El segundo ejemplo es de las baterías de los ipod, los cuales tienen una vida útil de dieciocho meses, luego de los cuales queda inutilizable y no hay repuesto para ello. Se hace énfasis en la actitud por parte de un buen número de consumidores así como el apoyo jurídico brindado por algunos abogados al tema abordado.

A criterio nuestro, la obsolescencia programada es una figura que se da en la actualidad, prueba de ello es lo que comentábamos al comienzo del presente análisis: los productos fabricados hoy duran menos de los que se fabricaban ayer.

Entendemos que los mismos fabricantes y productores de bienes ven que con la obsolescencia programada pueden obtener mayores fuentes de ingresos, ya que, al darle una vida útil corta al producto, o por lo menos inferior a lo que realmente pueden fabricar, los consumidores volverán a comprar el mismo bien al pasar unos años, los cual conllevará beneficios económicos para este sector.

La obsolescencia programada es perjudicial para nosotros como consumidores, toda vez que nos obliga a comprar constantemente los mismos productos en un determinado espacio de tiempo por quedar éstos obsoletos.

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