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La vejez en el futuro - El futuro en la vejez


Enviado por   •  8 de Septiembre de 2017  •  Ensayo  •  1.445 Palabras (6 Páginas)  •  232 Visitas

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La vejez en el futuro - El futuro en la vejez

“Desde que el hombre viene a la vida, es ya bastante viejo para morir”.

Martin Heidegger (El ser y el tiempo)

La vejez debe librar una de las más grandes batallas, la de los prejuicios, mitos y estereotipos, para llegar a esta última etapa de la vida debemos enfrentar y adaptarnos a nuestros cambios biopsicosociales y replantear nuestras necesidades individuales establecidas en etapas anteriores. El sentido de la vida no está en la variable de edad, sino en las etapas, que van formando un pilar, denominado historia, pero, a través de esta historia ¿qué buscamos? ¿autoaceptación, autonomía? ¿la autorrealización? y si esta se logra desde la perspectiva de cada individuo ¿cuál es nuestra realidad social ante la vejez?

La vejez es una etapa del ser humano y de los seres vivientes, esta se va construyendo a lo largo de la vida y es la última del ciclo vital, en ella tiene mayor peso la opinión de nuestros pares, que el proceso natural de la vida. Es por esa primera condición social que la vejez debe librar una de las más grandes batallas, la de los prejuicios, mitos y estereotipos, tan influyentes en cada uno de nosotros como sociedad, ya que fuimos y somos educados con los mismos, prejuicios, mitos y estereotipos que como sabemos, hablan de hábitos fijos y rígidos, de inflexibilidad de ideas, de enfermedades y limitaciones, de pobreza y abandono, de soledad y aislamiento, de rechazo y olvido, de “locura” (demencia) y fanatismo religioso y podría continuar con un largo etcétera de estereotipos, pero no hace mucho, nos decía Bernice Neugarten en su libro Los significados de la edad escrito en 1999, que los estereotipos sociales de las personas mayores pronto cambiarán hacia un sentido mucho más esperanzador, “ya que su posición mejorará según se vuelvan más jóvenes de cuerpo y mente, y las diferencias entre edades pierdan importancia durante toda la adultez”.

El envejecimiento es un proceso individual, universal, deletéreo, irreversible, que inicia con el nacimiento y se extiende a lo largo del ciclo vital, hoy sabemos que existe una gran diversidad de modos de envejecer, por cultura, raza, factores ambientales, etcétera. Y también sabemos afortunadamente que muchos de los rasgos asignados a la vejez no son tales. La persona va dejando su propia huella sobre la diversidad de cambios biopsicosociales que le ocurren, sigue ejerciendo su derecho a elegir y a seleccionar dentro de su entorno, de acuerdo con las necesidades individuales que estableció en su juventud y adultez.

Estamos y somos una sociedad que va envejeciendo paralelamente a la extensión y desarrollo de la industrialización, de los hábitos de vida, de los avances médicos y tecnológicos, del descenso de la tasa de mortalidad infantil, y consecuentemente, esto da como resultado el aumento de la población adulta mayor, el aumento de la esperanza de vida, pero también, el aumento de la dependencia y la discapacidad física por diferentes razones. Es aquí el momento de preguntar ¿Hacia dónde nos llevan o arrastran estos aumentos? ¿Qué tipo de vejez alcanzamos? Bernice Neugarten consideraba en el sentido positivo de la vejez, que conducirían hacia mayores niveles de satisfacción vital, mayor permisividad social, mayor diversidad de estilos de vida, mayor libertad para desarrollar modelos idiosincráticos, que permitan mayores niveles de satisfacción vital y en última instancia, también un alargamiento de la vida (longevidad), sin duda, uno de los capitales más preciados para el individuo.

Hemos visto, que uno de los caminos de la búsqueda de esa calidad de vida se llama “búsqueda de la felicidad”. Como individuos tenemos diferencias en todos los sentidos, pero sobre todo, en la jerarquía de valores, cada uno de nosotros somos hijos de un propósito personal. En última instancia, nuestra felicidad estará encaminada a hacer algo que valga la pena con nuestra propia existencia, no hay fórmulas universales para ello, porque la realidad es la verdad de cada uno de nosotros. Sin embargo, debemos hablar de un proyecto personal y social en constante cambio, porque según dijo Kant, “somos siempre el mismo, pero no somos siempre lo mismo, lo material cambia, lo inmaterial tiende a permanecer”.

Nuestro proyecto personal de vida siempre está dirigido por dos funciones psíquicas muy importantes, la inteligencia y la afectividad. La parte afectiva facilita la visión subjetiva, y toma distancia del puro conocimiento, y eso, a través de las emociones, que presentan unas raíces más biológicas y psicológicas, y a través de los sentimientos, que poseen un matiz más social y cultural. A la segunda función, la cognitiva, que actúa mediante la memoria, el pensamiento y el procesamiento de la información, a ella se le asigna la función de orientar en ese proyecto personal.

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