Leyes, fines, funciones y factores de la educación
Enviado por Eliezer10 • 25 de Febrero de 2015 • Trabajo • 2.431 Palabras (10 Páginas) • 981 Visitas
LEYES, FINES, FUNCIONES Y FACTORES DE LA EDUCACIÓN
Leyes de la educación:
Decimos que todo hecho educativo sistemático parte de un principio; el término principio es aplicado aquí, tanto en el sentido de origen o base, como en el de razón o fundamento de algo. Por principio se entiende el origen de toda cosa, de todo hecho o fenómeno; es la primera instancia de la existencia, el punto de partida o base en que se apoya una cosa; también es la causa primitiva de un fenómeno. Esto por una parte; por la otra, el significado de principio es similar al de la ley; verdad general de aplicación a muchos casos particulares; explicación por medio de la cual otro dato no directamente relacionado es sistematizado e interpretado. En pedagogía, los principios o las leyes deben guardar relación estrecha con los fines de la educación, así como con las circunstancias o factores ambientales y sociales que condicionan el hecho educativo. La función de un principio es servir de base y dar unidad a las ulteriores prácticas, procedimientos y materiales de la educación. Con la existencia y aceptación de un cuerpo doctrinario de principios se evitan muchas discusiones superfluas y la consiguiente pérdida de tiempo, recursos, energías y materiales, por cuanto en la consideración de aspectos problemáticos se podrá y deberá hacer referencia constante a dichos principios.
La educación tiene un punto de partida (el principio), y un punto de mira (el fin); extremos que se enlazan por medio de una serie de actividades congruentes, ordenadas y progresivas (las funciones), en una situación
determinada por las circunstancias (los factores). Además del principio como origen también se entiende éste como conjunto de normas que sirven de guía a las actividades; esto es, las leyes que gobiernan las acciones. Existe pues, una relación estrecha entre leyes y funciones de la educación, siempre que éstas puedan expresar las conexiones internas y externas del fenómeno educativo. Así como los psicológos han formulado un conjunto de leyes de aprendizaje, también los filósofos han formulado una serie de leyes de la educación en general. La palabra “ley” se deriva del latín lex, de ligare, ligar, o sea regla obligatoria y necesaria que gobierna algo; esto es, la autoridad o causa competente que permite, ordena y regula una cosa. Las leyes son las condiciones necesarias que derivan de la naturaleza de las cosas, por una parte, y que las orientan y dirigen, por otra.
No es el propósito de este libro en el presente capitulo, hacer un estudio de las distintas leyes de la educación y de la pedagogía, asunto considerado profundamente en algunos tratados de pedagogía; basta decir que autores como Juan Roura Parela, Eduardo Spranger, Ernesto Krieck, René Hubert (quien los denomina principios), y otros, se han preocupado por formular dichas leyes, por lo que nos permitimos remitir a los lectores a tales fuentes de consulta.
Fines de la Educación:
Fin: Por fin se entiende la terminación posible de algo, la meta última, el acabose de una cosa, de un ser, de un hecho, de un fenómeno o de una acción. Según Aristóteles, existen fines causales (causalismo), y fines
teleológicos. Los fines causales son basados en causas eficientes y se refieren a los procesos de la naturaleza; son inmanentes y están dentro del propio organismo. Los fines teleológicos son basados en causas finales y se refieren a los procesos del espíritu, especialmente morales; son trascendentes y están fuera del propio organismo. La naturaleza sólo posee los primeros; el hombre posee ambos. No existe contradicción sino complemento entre causas eficientes y causas finales, entre los fines causales y los teológicos, pues los primeros son la base o el ímpetu para que se den los segundos. De los fines naturales, materiales, físicos o biológicos, el ser humano se mueve hacia los fines espirituales y sociales. El proceso educativo no debe desconocer los fines naturales. sino más bien partir de ellos para elevar la naturaleza humana a su condición de tal; es decir, moverse de los fines inmanentes a los trascendentes.
En pedagogía se suele hacer diferencia entre fin y finalidad; el fin corresponde a los fines causales de un proceso o de una existencia, mientras que la finalidad es una meta preconcebida de manera inteligente, que sugiere una acción ordenada para realizarla. Todo ser tiene fin, pero no necesariamente finalidad, por cuanto ésta es consciente y deliberada, y aquél es inconsciente y hasta cierto punto fatal e imprescindible. No obstante esta diferencia, la teoría y la práctica educativas, los textos y los maestros, emplean indistintamente esto términos cuando en verdad se están refiriendo a finalidad; con igual indiferenciación se emplean también dichos
términos en la presente obra.
Esta situación binominal de los fines educativos conduce, en cuanto a su consideración preferencial, a varias posturas filosóficas, entre ellas el determinismo versus indeterminismo y el finalismo versus antifinalismo. Para los deterministas las circunstancias condicionan a los fines; éstos ya están dados por la propia naturaleza; para los indeterministas los fines condicionan a las circunstancias; la naturaleza no tiene prefijados los fines y éstos se pueden fijar por el hombre, aunque para alcanzarlos haya que modificar la propia naturaleza. Para nosotros, en la fijación de los fines deben tomarse en cuenta las circunstancias, de lo contrario éstos serían irrealizables; pero el propósito de los fines y de realización, es precisamente mejorar las circunstancias. La fijación de fines de parte del hombre depende de su situación; esto es, de su grado de evolución y de su forma de vida y de trabajo. En la primera postura, si no funciona un acto educativo se culpa al fin, mientras que en la segunda postura se culpa a las circunstancias; en la tercera postura se culpa al hombre, por no haber fijado los principios de acuerdo con las circunstancias. Si es posible la relación entre fines y principios para la determinación y la realización del hecho educativo, estamos colocando al hombre en el centro mismo del proceso de la educación.
Correlativamente a los términos anteriores se dan los de finalismo y antifinalismo. El antifinalismo es la postura pedagógica partidaria de la no fijación de fines educativos previos y fuera del ser mismo; opina
términos en la presente obra.
Esta situación binominal de los fines educativos conduce, en cuanto a su consideración preferencial, a varias posturas filosóficas, entre ellas el determinismo versus indeterminismo y el finalismo versus antifinalismo. Para los deterministas las circunstancias condicionan a los fines; éstos ya están dados por la propia naturaleza;
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