Los jovenes mexicanos.
Enviado por joswy • 8 de Diciembre de 2016 • Trabajo • 2.702 Palabras (11 Páginas) • 273 Visitas
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Materia
Lectura y Redacción
Tema
Los jóvenes mexicanos y la lectura
Maestro
Olga Yolanda Chávez Robles
Alumno
Joswy Castillo Orozco
índice
Tabla de contenido
INTRODUCCION
Desarrollo.
La falta de material de lectura en casa.
Aprendizaje de la lectura
Algunas recomendaciones para una buena lectura.
(mejora del tema)
Beneficios de la lectura.
Conclusión
Biografía
Anexos
INTRODUCCION
Hoy en día, no leer libros o hacerlo solo de manera esporádica se considera una práctica inadmisible.
Ya que la lectura es importante para los estudios de los jóvenes y su relación con sus estudios y así poder tener comprensión de lo que leen, escriben y hablan puesto que muchos de ellos, base a la poca lectura no saben escribir correctamente o hablarlo, su pronunciación suele ser mala con cacofonías o pleonasmos todo esto se deriva a la falta de lectura desde temprana edad.
Este breve escrito fue hecho con el fin de analizar la poca lectura en los jóvenes y de donde se desencadena la falta de interés en la lectura literaria, ya que si alguno de estos jóvenes llega a leer es alguna revista o periódico no se enfoca en libros que le ayuden a desarrollar el amor por la lectura o enriquecer su vocabulario.
México es un país que no lee; que prefiere ver televisión, celular o inmersos en las redes sociales.
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Desarrollo.
El país tiene uno de los sistemas educativos más grandes del mundo. El alrededor de 31 millones de jóvenes con que cuenta actualmente significan más que la totalidad de habitantes de cada uno de los países de américa latina. El sistema educativo debiera ser el sustento de un dinámico mercado del libro mexicano, al menos los casi cinco millones de estudiantes de preparatoria y universidad. Ni siquiera el cuantioso número de estudiantes en educación superior, o tan siquiera el importante número de profesores de Instituciones de Educación Superior, que suman casi 200 000 profesores son demandantes sistemáticos de libros; en otras palabras, el número de lectores habituales en el país es una cifra extremadamente escasa. Somos un país donde no se lee.
Estas cifras tan altas de maestros y alumnos que cotidianamente tratan con materiales impresos, no adquieren textos nuevos o simplemente no leen habitualmente. Cabe suponer que simplemente no leen o, si lo hacen, es esporádicamente o sobre impresos publicados en una revista, en todo caso, no están actualizados y, desde luego, no leen literatura; no son pues lectores habituales.
Los de educación a nivel licenciatura, profesores y estudiantes, en el mejor de los casos, se limitan a consultar sus libros de texto, leen por obligación, o sea que leen mal, sin comprender y no obstante a su alta escolaridad, no han adquirido el hábito y descubierto el placer de la lectura. En consecuencia, no conocen una de las principales[1] aportaciones de la lectura: abrir nuevos horizontes, y ampliar nuestro vocabulario.
No basta leer muchos libros de texto, ni pasar muchos años en la escuela para convertirse en auténticos lectores. Solo leer 30 min diarios a largo plazo se ve reflejado en nuestro lenguaje, escritura hasta en nuestra manera de ver la vida, la manera cómo llegamos a comprender una lectura y como le mostramos a las personas que nos rodean lo bella que es.
Entonces no solamente necesitarán leer sus libros de texto, sino frecuentar otros géneros de literatura que les sirva para el ejercicio profesional en mercados de trabajo cada vez más competitivos, donde las capacidades de comunicación oral y escrita son más demandadas.
Lo que aquí se quiere reflejar es la idea de que pocos estudiantes llegan a leer bien, inclusive sus libros de texto (en escuela). Muchos pueden repetir oraciones largas de sus libros de texto, memorizar párrafos completos y repetirlos literalmente, pero pocos pueden comprender y sentir lo que leen, como se da en muchos de los casos de los jóvenes de hoy en día.
El aprender a leer solo se consigue leyendo día a día. No hay otra vía. En la actualidad los jóvenes tienen una cultura muy lejana a los placeres de la lectura. Pasaron usualmente de una infancia de adicción a la televisión a una adolescencia adicta a la computadora e internet, arribaron a la juventud sin bases de materiales impresos seleccionados por voluntad propia, sus formaciones están conformadas por imágenes, se nutrieron en las pantallas, redes sociales y son, para decirlo en términos de la física, nutrientes de dos dimensiones, planas y chatas que no les deja nada más que el mal hábito de no leer. Enseguida se muestra una pequeña encuesta, y en ella nos podemos dar cuenta de que los jóvenes pasan más tiempo en las redes sociales y muy poco tiempo en bibliotecas, esas mismas que hoy en día se tienen olvidadas que poco se visitan porque tienen a su alcance la tecnología que les brinda la facilidad de escribir lo que necesitan y se da la información sin necesidad de buscarlo en un libro en físico es uno de los beneficios pero también una desventaja porque ya no tiene el interés de devorarse un libro.
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Por otra parte, el mundo de imágenes, al que están acostumbradas las generaciones actuales, transmitidas por la televisión, internet o el cine, sólo plantean ideas muy superficiales, o en el peor de los casos ninguna idea puede explicarse solamente con imágenes, se requiere, obligadamente de palabras, de textos impresos, aunque sea en los monitores o de amplias explicaciones orales que sustituyan los escritos.
Los jóvenes no leen literatura, ellos pasan la mayor parte del tiempo en redes sociales, por este motivo ellos carecen de vocabulario extenso ellos repiten mucho sus palabras y en ocasiones sus pláticas son aburridas y monótonas ya que no tienen temas de conversación, porque son jóvenes que tienen pobreza de vocabulario derivado a su poca lectura y a que la mayor parte del tiempo lo de dican a estar en redes sociales como lo muestra la siguiente gráfica.
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