Madre mía Que Estás En Los Cielos
Enviado por Fefi.smile • 20 de Marzo de 2014 • 3.998 Palabras (16 Páginas) • 297 Visitas
“Madre que estás en los cielos”
Historia:
La novela trata básicamente de una señora llamada Julia Bartolini de 77 años a la cual le diagnostican cáncer Terminal y le dan la opción de tomar el tratamiento (que la haría vivir en “condiciones razonables”) o simplemente no hacer nada y esperar la muerte.
Julia decide no tomar las quimioterapias y dedicar el tiempo que le restaba a escribir sus memorias, las de su familia, de ahí nace el texto contado por ella (ficticiamente ya que el autor es Pablo Simonetti, recuérdenlo)
La historia de cada personaje o grupo:
Su madre y padre: Los padres de Maurizio Bartolini (el padre de Julia) eran italianos y debido a la muerte de la figura paterna, la madre decide irse a Chile y sacar adelante a su hijo con la ayuda de unos tíos.
En Chile, Maurizio conoce a Victoria Campos -la madre de Julia- con la cual se casa y forma una familia de la cual nacerán dos hijos: Julia y Joaquín.
Casi al término de la novela se descubre -por medio de una confesión que hizo Julia a sus hijos Andrés y María Teresa- que su madre a su vez le había confesado que en realidad Maurizio se había casado con otra mujer y qué ésta tras engañarlo y engendrar un hijo que no era de él, provocó que Maurizio se separara de ella y se uniera a Victoria, la cual, sin embargo, nunca fue su esposa legítima.
Julia vivió toda su vida con el miedo al estigma social que significaba el hecho de ser una “bastarda”, una hija fuera de matrimonio.
Alberto: Alberto era el esposo de Julia, se conocieron en una fiesta para “entrar o iniciarse en la sociedad italiana” de una conocida suya. Julia estaba en el lado femenino de la pista de baile, Alberto Sartori se acercó y le pidió que bailaran. Julia accedió y de inmediato admiró la gran seguridad con que le había pedido que bailaran y su gran oído musical (era muy buen bailarín).
Después de la fiesta, Alberto comenzó a frecuentar a Julia y tras un corto tiempo de amistad, Alberto comenzó a insinuarse. Al principio no le provocaba nada a Julia, sin embargo, después de un tiempo e influenciada por “la fuerza de la costumbre” (ella aceptó en sus memorias que habían muchas cosas que había aprendido debido a que se había acostumbrado a ellas), se acostumbró -valga la redundancia- a Alberto y comenzó a experimentar cosas por él.
Después de un largo tiempo de noviazgo, en el cual Julia había percibido el deseo con que Alberto la abrazaba, le ponía la mano en la cintura, como la miraba… el hombre decidió pedirle matrimonio: la fue a buscar en un lujoso auto a su casa para asistir a la misa de la mañana o a un matrimonio (no me acuerdo, da lo mismo), antes de entrar a la iglesia le dijo con decisión, ansiedad y amor en los ojos “Negra, casémonos. Te quiero más que a nada en la vida”
Julia no logró comprender de inmediato, en las mañanas tendía al mal humor y se vio absolutamente sorprendida por esa pregunta tan profunda y repentina que Alberto le había hecho.
Reaccionó con disgusto, incredibilidad, no le hizo caso, entró a la iglesia y comenzó a reflexionar, después de unos momentos se había percatado de lo que quería Alberto era una realidad.
Mientras Julia rezaba, Alberto le acercó la cajita, Julia se puso el anillo.
Se dieron un beso en la iglesia ante las miradas de reprobación y salieron riéndose.
Oriana: Hubo algo en el matrimonio de los padres de Julia -sí, está desordenado, ya lo sé, pero el libro así y está escrito así a propósito porque la gracia es que la señora escribe cuando se le da la gana y se acuerda de las cosas no en un orden cronológico- que la marcó para el resto de sus días.
Un día, Victoria -la madre de Julia- y Julia salieron a comprar cualquier detalle por la semana de fiestas patrias. Al final, eligieron un mantel bordado.
Iban de vuelta a la casa, se subieron al tranvía cuando vieron a Maurizio -el padre de Julia- junto con Oriana -la prima lejana de Victoria-, la cual le susurraba al oído.
Victoria quedó petrificada y Julia, al observar los aromas de sensualidad en esa mujer, el engaño, el quiebre en la imagen de su familia, de la relación de sus padres, quedó traumatizada por el resto de sus días.
Victoria no hizo ni dijo nada, se bajaron del tranvía y tampoco hubo un escándalo en el hogar, solo algunos gritos y discusiones dentro de las paredes de la pieza matrimonial. Maurizio y Victoria nunca peleaban en otro lugar que no fuera ese, manteniendo a los hijos alejados de los problemas.
Resultó que Oriana, la mujer con que Maurizio y Joaquín -el hermano de Julia- trabajaban, la secretaria de su padre, era la amante de éste.
Victoria terminó aceptándolo, Maurizio y ella dormían en habitaciones separadas y éste continuaba trabajando con su amante, pasando los veranos con ella y varias horas en el día, nunca faltó un Domingo a la casa. Joaquín no sabía nada y no lo supo hasta que su madre murió.
Casi al final de la novela, se supo la razón por la cual Victoria había aceptado que su esposo tuviera una amante:
Victoria tenía una mal formación que no le permitía hacer el amor sin experimentar dolores terribles que duraban más de dos semanas, por lo que, imposibilitada a darle placer a su marido, alentó de una u otra manera a que éste poseyera una “querida”. Esto Julia no lo supo hasta que Juan Alberto, su primer hijo, nació.
Juan Alberto, su hijo mayor: Al momento de nacer, era un niño precioso de ojos azules y cabellos dorados, se mantuvo así.
Juan Alberto desde pequeño fue el típico niño de costumbres masculinas, amante del fútbol, observador de mujeres, que hablaba animadamente con su padre, él se entendía muy bien con Alberto, de hecho, se sentía “de su lado”
Entró a estudiar ingeniería en la universidad católica, su padre estaba muy complacido. Alberto, en su época universitaria, tenía un vivaz interés en las mujeres, deseando solo llevarlas a la cama. En eso, embarazó a su polola de menos de un año, Loreto Arriagada, cuando aún no terminaba su carrera universitaria.
La chica era de familia Opus Dei, por lo cual los padres de ésta impusieron matrimonio. Julia se negaba, encontraba que su hijo era muy joven y que no había necesidad de matrimonio, sin embargo, Juan Alberto reaccionó negativamente ante la opinión de su madre expresando su deseo de casarse y de ver después cómo se iba a mantener.
De hecho, odiaba a su madre por impedir su matrimonio, él nunca se sintió
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