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Maestría en Habitat


Enviado por   •  7 de Febrero de 2019  •  Ensayo  •  3.415 Palabras (14 Páginas)  •  134 Visitas

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 MAESTRÍA EN HÁBITAT Y GESTIÓN DEL TERRITORIO[pic 1][pic 2]

 UNIVERSIDAD DE LA SALLE

 

Módulo: ANTOPOLOGÍA DEL HÁBITAT

Profesor:        LIZ RINCON

Estudiantes:        Laura Camila Castillo

Leidy Vivián Ruiz Hernández

Helen Mayue Barreto

Brigitte Daniella Daniels

Gelman Betancourt Ramirez

BOGOTÁ, DC

2018

A partir del recorrido por la “Bogotá Bizarra” realizado por los estudiantes del programa de maestría en Hábitat y Gestión del Territorio se realiza un proceso de identificación y definición de categorías de análisis para comprender las relaciones y la importancia del sujeto en el espacio. Para el caso se ha seleccionado la categoría CORPORALIDAD como objeto de análisis, teniendo en cuenta que a pesar de estar recorriendo una zona de tolerancia hay sectores claramente definidos por fronteras invisibles donde quienes prestan los servicios tienen características físicas diferentes que van cambiando a lo largo del recorrido.

Así, la pregunta de análisis será ¿En qué medida se transforman los cuerpos a lo largo del recorrido por la zona de tolerancia del barrio Santa Fe en la ciudad de Bogotá?

Se debe aclarar que no solo la corporalidad de las personas que habitan el territorio que recorrimos cambia, la nuestra también lo hace a medida que caminamos por una u otra zona en virtud de la aglomeración de gente, las personas que nos rodean y la iluminación de los lugares, los olores y las sensaciones que ello puedan ocasionarnos, pues en cada una de ellas los rostros tenían expresiones diferentes y la expresión corporal denotaba temor, curiosidad, angustia, tranquilidad o inseguridad.

La corporización se ha estudiado, entre muchos otros aspectos, a partir de la relación con los espacios del miedo, el terror y la violencia, pretendiendo vincular su existencia e importancia en la construcción del espacio y en la influencia que una u otro puedan tener entre sí. Según Lindon (2009), “…un lugar puede tomar sentido a través del miedo que ciertos sujetos experimentan en él, ya que el miedo se siente, a diferencia de la violencia que se ejerce… Así el miedo no sólo da sentido al lugar sino también se corporiza. De esta forma el lugar y el cuerpo se constituyen en objetivaciones del miedo. Algo semejante ocurre con la violencia: … La violencia configura el lugar a través de la memoria espacial, desde la perspectiva del sujeto que la ejerce, la violencia siempre adquiere el sentido de ejercicio de cierto control, ya sea del lugar, de los otros, o de los otros en el lugar... Al mismo tiempo, esa violencia (como práctica y motricidad) también se corporiza en el sujeto. Nuevamente el cuerpo y el espacio resultan indisociables[1]

Como la característica más importante de la corporalidad en esta zona es la desnudez, la analizaremos a partir de la concepción de la edad antigua a partir del establecimiento del cuerpo como instrumento de poder y de la desnudez como muestra del reconocimiento del mismo. Para ello revisaremos autores como Sennet quien en su libro Carne y Piedra (1994), nos afirma que “…El griego civilizado había convertido su cuerpo descubierto en un objeto de admiración. Para el antiguo ateniense, la exhibición de su cuerpo afirmaba su dignidad como ciudadano…[2]. Sin embargo, el caso para las mujeres era completamente opuesto; la mujer permanecía a un espacio cerrado, su ocupación era su casa y los asuntos domésticos. Como se describe en el libro Historia del Arte, “…Lo decente para una mujer en Grecia era un cuerpo velado, una mirada baja y sumisa y una actividad receptiva y no participativa ni en la vida pública ni en el lecho conyugal…”[3], mientras que Sennet describe que “… Las mujeres no se mostraban desnudas por la ciudad; aún más, generalmente permanecían confinadas en el oscuro interior de las casas, como si éste encajara mejor con su fisiología que los espacios abiertos al sol. En casa, llevaban túnicas de material fino que llegaban hasta las rodillas; por la calle, sus túnicas se alargaban hasta los tobillos y eran de lino burdo y opaco…”[4]. Pareciera que en las zonas de tolerancia las mujeres demostraran su férrea oposición a esta dinámica de sumisión, pues la exhibición de sus cuerpos como atractivo para tener la atención de un hombre es la herramienta para obtener también su dinero, por lo que son llamadas “indecentes”.

Otra subcategoría ligada directamente a la corporalidad y al entorno recorrido es la sexualidad, pues como bien es sabido en esta zona se ofrecen servicios sexuales a cambio de dinero. A pesar de lo que se podría pensar, las relaciones entre hombres en la época griega trascendía a un espacio más íntimo socialmente permitido, pues como lo describe en su obra (1994) “…Durante su ciclo vital, un varón griego era amado por hombres mayores y sentía amor por muchachos a medida que aumentaba su edad; asimismo, también sentía amor erótico por las mujeres. Los griegos distinguían el «afeminamiento», no la «homosexualidad», como nosotros utilizamos el término, una distinción que basaban en la fisiología del cuerpo…[5]. La condición que diferencia este tipo de relaciones de esa época a hoy es el acto sexual, pues como lo describe el autor allí no eran permitidas las penetraciones entre hombres por ningún orificio (anal ni bucal), y ninguno se agachaba ni se ponía en posición bajo el otro que denotara una relación de dominación-sumisión (como sí se veía en el sexo hombre-mujer).

Como se describe en los diarios de campo adjuntos, en el sector visitado hay una clara distinción de la corporalidad a lo largo del recorrido, cargados ellos de una composición no solo estética sino actitudinal que marca una clara segregación a partir de unas condiciones particulares en cada microterritorio en cuanto a la iluminación, el estado de la vía y andenes, la estética, el estado de las viviendas y las fachadas, el tránsito vehicular, la ausencia y/o presencia de personas no moradoras del lugar, los olores, entre otros, y en cada una de las zonas: la zona comercial, la zona de mujeres independientes “putas” adultas, la zona de los travestis, la zona de prostitutas de edades entre 25 y 40 años y la zona de las “bebés” prostitutas entre los 15 y 25 años (o tal vez menos) y el prostíbulo La Piscina.

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