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Marketing politica


Enviado por   •  20 de Octubre de 2013  •  2.865 Palabras (12 Páginas)  •  356 Visitas

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2.1.1 la naturaleza del candidato

Desde los comienzos de la civilización se ha reflexionado acerca de las virtudes de los buenos gobernantes y de los políticos en general, pero con la aparición del problema de seleccionar a los hombres para asumir el poder político mediante el voto de los ciudadanos comunes, surgieron los candidatos que, con su toga de color blanco, candidus, se esforzaban por simbolizar su pureza, la cual exponían al escrutinio público.

El candidato es el recurso más valioso para las campañas políticas; él es el que está al centro de la campaña; él es la raspón por la cual existe ésta y es el asunto principal a partir del cual el elector juzgará la campaña; un candidato inadecuado puede provocar la ineficacia de todas sus acciones y el desprestigio del partido por largo tiempo.

El objetivo del presente ensayo es analizar la figura del licenciado Gonzalo Vigueras, personaje de la obra narrativa de Enrique Berruga, El Martes del Silencio, como candidato a ocupar la gubernatura provincial de un Estado del norte del país. ¿Qué errores se cometieron al lanzarlo como candidato para ocupar un puesto estratégico e importante en la región? Indudablemente muchos, comenzando con la desesperanzadora dirección de la campaña electoral a cargo de Salvador Pizarro; sin embargo me limitaré a comentar únicamente los desaciertos en la elección en la figura de Vigueras por parte del partido oficial como candidato.

Hoy, en las sociedades democráticas modernas, el problema de evaluar las virtudes de los candidatos que garanticen el mejor desempeño posible de los puestos públicos, se ha vuelto tan complejo como las propias tareas del gobierno, de modo que ahora las virtudes de un buen candidato no son necesariamente las mismas de un buen gobernante, pues la capacidad de comunicación persuasiva , determinante para el éxito de una campaña, no es suficiente para el manejo competente del gobierno. Por eso, en países como Estados Unidos y recientemente en nuestro país, han aparecido voces de alerta de que, más que políticos y estadistas, el sistema electoral se está produciendo muy buenos “campañistas”.

Enrique Berrguga nos muestra a un Gonzalo Vigueras, sin esa capacidad de comunicación, ya no digamos persuasiva, sino de comunicación oral. Un candidato que se salta párrafos de un discurso preparado (seguramente de la autoría de algún asesor) sin conocer a los electores, un candidato que no sabe llamar la atención de su público, que no sabe qué decir al electorado; al fin y al cabo, un candidato que ni siquiera espera los aplausos al finalizar su discurso y que está consciente de su fracaso en cuanto a su capacidad comunicativa.

Diversos autores contemporáneos han vuelto a pensar acerca de las cualidades deseables en un candidato, a la luz de las exigencias de las campañas electorales modernas, las cuales se esfuerzan por presentar a los candidatos como poseedores de las mejores cualidades que el electorado considera importantes en sus representantes.

Para González Llaca, la teoría y la práctica se han encauzado hacia la búsqueda de los elementos públicos y privados del hombre político ideal, que garanticen la confianza y la popularidad; según Schwartzenberg, por ejemplo: 1) Edad, títulos, experiencia profesional. 2) Hijo del pueblo y self made man. 3)El knack. 4) La esposa. 5) El círculo familiar. 6) Vestimenta. 7) La patria chica. 8) Competencia. 9) Energía. 10) Innovador. 11) Abierto al diálogo. 12) Sencillez. 13) Rigor moral. 14) Su sentido del humor, su sonrisa, su alegría de vivir. 15) Su ocio.

Víctor Gordoa, asesor en imagen pública, ha diseñado la imagen del candidato ideal: debe representar un ser influyente, experimentado, pacífico, entrenado, honesto, seguro, activo, sano, informado, dulce, justo, calificado, franco, liberal; en contraposición, no debe representar el no tener influencia, no ser experimentado, ser querellador, carecer de entrenamiento, ser deshonesto, tímido, pasivo, enfermo, estar mal informado, ser agresivo, injusto, no tener calificación, ser hipócrita y conservador. Para Gabriela Vargas el retrato ideal del candidato es: competente, honesto, abierto al diálogo y enérgico.

Con base en los autores contemporáneos mencionados y de acuerdo con sus planteamientos sobre el candidato ideal, procederé a hacer el análisis pertinente a Gonzalo Vigueras. El candidato estuvo muy lejos de asegurar la popularidad a la que se refiere González Llaca, en cuanto a que nadie tenía conciencia de su identidad ni de su carrera pública, a pesar de las biografías, ensayos, boletines y monografías difundidos por el partido. Era tal el desconocimiento de la figura política del candidato por parte de los electores, que incluso lo considerarían un ser mitológico por la lejanía que sentían ante el imponente rostro que aparecía en los carteles en cada esquina de los poblados.

No era hijo del pueblo, era descendiente de una estirpe de terratenientes y comerciantes de opulencia. El único contacto que tuvo con la masa popular, se limitó a la época en que carecía de automóvil y utilizaba cotidianamente el metro, relacionándose y sudando hombro con hombro con obreros y los trabajadores de la capital. Lo irónico es que el mismo partido que lanzaba su candidatura difundía estos hechos, haciendo ellos mismos, la llamada en el proceso electoral “campaña negativa”.

Vigueras acostumbraba a vestir “de blanco hasta las suelas de los zapatos” en un intento por reflejar la pureza de su persona. Esta imagen más que reflejar la imagen de un hombre puro, refleja un hombre anticuado, conservador y con un gusto fatal en el vestir.

Según los boletines oficiales, abandonó el seno familiar para someterse a los rigores de los estudios. Percibo yo más que una ventaja en abandonar el seno familiar para dedicarse a los estudios, una desventaja, pues la sociedad latinoamericana es una sociedad tradicionalista por excelencia, donde lo familiar es algo “sagrado”. Aunado a lo anterior, Vigueras no se cuidaba de esconder una relación amorosa “ilegítima” con una mujer estadounidense, Linda Brown, que además de no ser formalmente su esposa era de origen extranjero.

De acuerdo con Francisco Barranco, experto en cuestiones de marketing político, las características del candidato ideal son: joven, 40 años. Físico atractivo, pero no determinante, más valorado por el sexo femenino e inversamente proporcional al nivel cultural del entrevistado. Máxima honradez y sinceridad en sus planteamientos. Gran simpatía. Respetuoso de la religión católico. Progresista, pero no revolucionario. Pasado democrático. Carácter fuerte, enérgico. Buen orador. Pragmático y abierto a pactos con partidos o grupos. Realista en su ideología. Dinámico y activo. Pacifista, pero dispuesto a defender la

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