Metodo obama LIMPIO POR FUERA, LIMPIO POR DENTRO
Enviado por walverine • 4 de Febrero de 2018 • Ensayo • 848 Palabras (4 Páginas) • 306 Visitas
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LIMPIO POR FUERA, LIMPIO POR DENTRO
Es cierto. El hábito no hace al monje: no por acicalarte o lucir determinados elementos en tu indumentaria te vas a ver —ni
te van a ver— como quien no eres. Por eso, es mucho mejor que emplees tu ingenio y tu energía en encontrar tu imagen, la que refleja tu personalidad. Con esta afirmación, sin embargo, no estamos restándole importancia a los consejos de un buen estilismo para cada ocasión. Más que «aparentar», debemos enfocarnos a «proyectar».
Y, no cabe duda, uno de los adjetivos que mejor te proyectan es «limpio». Cuando alguien se presenta limpio y cuidado — como el nuevo inquilino de la Casa Blanca—, nos embarga un sentimiento de que no tiene nada que esconder: se encuentra tan a gusto consigo mismo como nosotros con su presencia.
Así pues, concéntrate en una higiene corporal diaria en la que piel y cabello aporten una clara imagen saludable; mantén las uñas moderadamente cortas y limadas; presta atención a codos, talones y rodillas para que se vean y se sientan suaves al tacto; si sufres de problemas de acné o piel grasa, o de piel excesivamente seca, consulta a tu dermatólogo para que te recete el tratamiento adecuado. La automedicación o los remedios personales suelen incrementar estos problemas. Y, sobre todo, elige bien tus productos de aseo. Los olores penetrantes de geles, cremas, desodorantes o perfumes pueden resultar molestos, y más cuando se mezclan y llegan a tu interlocutor como un verdadero cóctel molotov de aromas...
En cuanto a tus «prendas», aplica el mismo principio: cuidado con los detergentes y suavizantes excesivos. Un buen jabón neutro para ropa en perfecto estado —sin deshilachados, botones colgantes o forros desprendidos— y bien planchada (aunque sin anacrónicas marcas de plancha) dirá que eres una compañía fresca y agradable.
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SENCILLAMENTE ARREGLADO
vestirnos correctamente es una forma de expresar respeto por una situación social concreta y por las personas relacionadas con ésta. A veces, los llamados códigos de vestimenta pueden resultar tediosos o castrantes porque no permiten que elijamos la indumentaria que preferimos o con la que nos sentimos más a gusto. ¿Quién no ha echado pestes sobre las corbatas o los zapatos de tacón alto alguna vez? Con todo y a pesar de que tengamos razón en nuestra queja, debemos tener en cuenta
que «desentonar» en un ámbito puede reportarnos más inseguridad. Por ejemplo, en una fiesta de gala, es preferible llevar el vestido más demodé que unos pantalones vaqueros, a no ser que queramos llamar la (desfavorable) atención.
Los expertos en psicología afirman que nuestra manera de vestir puede alienarnos o persuadir a otros. Las personas carismáticas lo saben. El líder apuesta por un look en apariencia simple —como el ex senador de Illinois en mangas de camisa—, rematado por el cuidado extremo de los detalles. En el caso de las mujeres, un traje de chaqueta elegante en un tono natural—de las gamas del verde, del azul o del marrón—, en una tela que inspire ligereza y no anquilosamiento (algodón contra lana, como ejemplo), o un vestido de cóctel no ajustado, de dos piezas —falda y chaqueta—, aluden a la sencillez y a la elegancia en ambientes de tipo laboral. Para casos más informales, unos téjanos grises con una camiseta y un suéter, o un vestido bonito con rebeca evocan equilibrio. Eso sí, el truco más efectivo para mostrarnos sencillos y arreglados es acudir a las prendas que casen con nuestro carácter.
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