Nutricion
Enviado por pinedacarl • 7 de Octubre de 2013 • 339 Palabras (2 Páginas) • 301 Visitas
ndo tienen la venganza en su mano y estamos bajo su dominio, es
conmoverlos por sumisión a conmiseración y piedad; a veces la bravura, resolución y
firmeza, medios en todo contrarios, sirvieron para el logro del mismo fin.
Eduardo, príncipe de Gales, el que durante tanto tiempo gobernó nuestra Guiena,
personaje cuya condición y fortuna tienen tantas partes de grandeza, habiendo sido
duramente ofendido por los lemosines y apoderádose luego de su ciudad por medio de
las armas, no le detuvieron en su empresa los gritos del pueblo, mujeres y niños,
entregados a la carnicería, que le pedían favor arrojándose a sus pies, y su cólera fue
implacable hasta el momento en que, penetrando más adentro en la ciudad, vio tres
franceses nobles que con un valor heroico querían contrarrestar los esfuerzos de los
vencedores. La consideración y respeto de virtud tan noble detuvo primeramente su
cólera, y merced a los tres caballeros comenzó a mirar misericordiosamente a todos los
demás moradores de la ciudad.
Scanderberg, príncipe del Epiro, que seguía a uno de sus soldados para matarlo,
habiendo la víctima intentado apaciguar la cólera del soberano con toda suerte de
humillaciones y de súplicas, resolvió de pronto hacerle frente con la espada en la mano;
tal resolución detuvo la furia de su dueño, quien habiéndole visto tomar determinación
tan digna le concedió su gracia. Este ejemplo podrá ser interpretado de distinto modo
por aquellos que no tengan noticia de la prodigiosa fuerza y valentía de este príncipe.
El emperador Conrado III, que tenía cercado a Guelfo, -2- duque de Baviera, no
quiso condescender a condiciones más suaves por más satisfacciones cobardes y viles
que se le ofrecieron, que consentir solamente en que las damas nobles sitiadas que
acompañaban al duque, salieran a pie con su honor salvo y con lo que pudieran llevar
consigo. Estas, que tenían un corazón magnánimo quisieron echar sobre sus hombros a
sus maridos, a sus hijos y al duque mismo; el emperador experimentó placer tanto de tal
valentía que lloró de satisfacción y se amortiguó en él toda la terrible enemistad que
había profesado al duque: De entonces en adelante trató con humanidad a su enemigo y
a sus tropas.
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