Orientaciones Pedagógicas Para La Filosofía En La Educación Media

Orientaciones pedagógicas para la Filosofía en la Educación media

Cuando uno se adentra en la lectura, del documento del Ministerio de Educación Sobre las Orientaciones pedagógicas para la filosofía, el cual es un intento de proporcionar un soporte pedagógico-práctico al campo de la filosofía, este, no se hace esperar haciendo explícita la intención central de su “fundamentación pedagógica”, no hay momento alguno para especulación: señalada puntualmente en la “Revolución Educativa”, la cual, en pocas palabras trata que en cada uno de los educandos, se lleguen a «desarrollar sus competencias básicas, independientemente de su condición económica, social y cultural» (MEN, pág. 9). Esto constituye, lo que podríamos llamar, el hilo conductor del texto. En cuanto al primer capítulo (el que trataremos en este texto) son tres las ideas que apuntalan su desarrollo: (a) «la formación de la persona constituye la preocupación central de la Filosofía y de la pedagogía»; (b) la «formación como respuesta a las cuestiones sobre por qué y para qué enseñar filosofía en la educación media»; y, por último, (b) se «propone algunas orientaciones pedagógicas y curriculares tomando como eje central las competencias requeridas para el ejercicio del filosofar» (MEN, pág. 11).

En el desarrollo del primer capítulo, se logra dilucidar varios argumentos, enunciados y conclusiones con las cuales es cuasi-obligatorio llegar a una discusión que se entraba, principalmente, en la afirmación acerca de la educación, sobre la que se parte para desplegar todo un proyecto pedagógico en base de la filosofía. Así pues, se plantea en las Orientaciones que, a pesar que los procesos educativos estén estrechamente configurados con respecto a la organización de una determinada sociedad en un espacio temporal específico, «es posible rastrear la comprensión de la educación como proceso de formación humana» (MEN, pág. 13); en esa manera, el juicio en el cual la educación comporta una formación en el ser humano, en la cual se despliega su proyecto educativo en la filosofía, campo que no se puede hacerse ajeno a las dinámicas propias que se dan a modo general en la educación, pues representa cierta dificultad totalizar al pensamiento filosófico bajo premisas de “formación” y “competencias”.

Es de total relevancia tener en cuenta y, por tanto, validar dicha concepción, puesto que dentro del formar entran detrás del telón unos conceptos que son necesarios tener en consideración e intentar poner al descubierto. La fuente de este texto se ve arrojada a asentarse ante las consecuencias propias de su decisión al momento, por ejemplo, en que asigna unas características y unos atributos al sujeto que resultan estar más del lado de las ciencias exactas y positivas que del lado de una posición “humanista” o, en otras palabras, una posición que intenta dar luz al problema del hombre (o

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