POLITICA EXTERIOR MEXICANA
Enviado por Valeria Delgado • 6 de Septiembre de 2021 • Documentos de Investigación • 2.489 Palabras (10 Páginas) • 83 Visitas
PND y Política Exterior Mexicana del 2000 – Actualidad.
Vicente Fox Quesada. 2000-2006
Desde principios de su sexenio, el presidente Fox planteó tres objetivos centrales para la política exterior de su gobierno: proyectar una nueva imagen de México frente a comunidad internacional, priorizar la relación estratégica con Estados Unidos y fortalecer la presencia de nuestro país en los principales foros multilaterales. El primer objetivo conduciría al país a asumir la membresía plena del club de las democracias respetuosas de los derechos humanos; el segundo, a buscar un acuerdo migratorio con Estados Unidos y en términos generales profundizar la integración de América del Norte; y el tercero a lograr que México ocupara en la esfera internacional “el lugar que le corresponde” a un país de su tamaño y sus capacidades económicas.
Uno de los cambios más claros en la política exterior de México se dio precisamente en este tema: el gobierno dejó de negar que el país tuviera problemas importantes de derechos humanos y renunció a seguir escudándose en los principios de respeto a la soberanía y no intervención para evitar el monitoreo y la crítica internacional. Por lo contrario, se comprometió públicamente a asumir el déficit en derechos y aceptó abiertamente el monitoreo, la crítica y la asesoría de actores internacionales. Tal ha sido el reconocimiento que nuestra diplomacia ha logrado construir en este tema, que México fue electo para presidir el recién creado Consejo de Derechos Humanos de la ONU.
En la relación con Estados Unidos, el gobierno de Fox supuso que la afinidad ideológica del presidente de México con George W. Bush daba a nuestro país una oportunidad ideal para promover ciertos objetivos. Se pensó que México podría ser una prioridad en la agenda de política exterior estadounidense y que, en concreto, podría conseguirse un “acuerdo migratorio integral”; el objetivo número uno de la política exterior mexicana del sexenio. Pero tras los atentados del 11 de septiembre, resultó claro que las prioridades de Washington eran otras.
Los atentados causaron un cambio en las prioridades estadounidenses, echando por tierra las posibilidades del acuerdo migratorio, el cual habría progresado. Como sea, al final del sexenio no hay acuerdo migratorio ni una mayor integración en Norteamérica (la cual, por cierto, pareció alejarse aún más recientemente, tras el cambio de gobierno en Canadá).
Podemos recordar la organización de importantes reuniones internacionales: la Cumbre de las Naciones Unidas para el Financiamiento al Desarrollo, la V Conferencia Ministerial de la Organización Mundial de Comercio, la cumbre de la APEC, la Cumbre Extraordinaria de las Américas y la cumbre de la ALCUE, entre otras. La participación de México en el Consejo de Seguridad de la ONU, en el cual nuestro país logró hasta el final mantener una postura contra la intervención de Estados Unidos en Irak; decisión que fue apoyada por la mayor parte de la sociedad mexicana y dio notables bonos de legitimidad interna al gobierno.
En suma, nuestra diplomacia logró proyectar una nueva imagen de México ante la comunidad internacional (una de un país democrático y amigo del proyecto internacional de derechos humanos) y fue protagonista en los principales foros multilaterales; no logró, por otro lado, ni un acuerdo migratorio ni avanzar en otros sentidos la integración en América del Norte.
Los efectos secundarios de haber reforzado la prioridad dada a la relación con Estados Unidos, así como los votos “contra Cuba” en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU. Así como la fallida apuesta del Secretario de Relaciones Exteriores por lograr la Secretaría General de la OEA, distanciaron a México de un buen número de países de América Latina.
La política exterior de Vicente Fox pasará a la historia por las oportunidades desaprovechadas, los errores de principiante cometidos, los pleitos gratuitos y la falta de oficio. Más aún, se le recordará por haber sido incapaz de explotar el capital político conseguido por una alternancia sin parangón en América Latina y, sobre todo, por los afanes protagónicos del propio titular del Ejecutivo, de sus dos secretarios de Relaciones Exteriores y hasta de su representante en Naciones Unidas, cuyas visiones del mundo y de la realidad distaban mucho de corresponder al lugar y las circunstancias de un país como México.
Felipe Calderón Hinojosa. 2006-2012.
En el caso de la política exterior del presidente Felipe Calderón, no hubo un programa tal como en el gobierno de Vicente Fox. Lo cierto es que sí hubo lineamientos en el Plan Nacional de Desarrollo, el programa sectorial de Relaciones Exteriores y, en los informes de labores de la Secretaría de Relaciones Exteriores. Es decir, hubo objetivos definidos de política exterior desde el principio del sexenio.
Como país de menor poder relativo, se toma a la política exterior como un medio para satisfacer intereses primordialmente internos. La “presencia de México” en el sistema internacional se entiende como un instrumento más para promover el desarrollo en México, como es el caso de la recomposición de las relaciones con América Latina.
Con respecto al tema migratorio, debe verse desde una posición de corresponsabilidad por parte de México y Estados Unidos y reconoce también la necesidad de crear nuevos empleos, es decir, mejor remunerados en el país, para reducir la migración. Europa, por su parte, se presenta como una oportunidad para promover el comercio, el turismo y las inversiones, y la Unión Europea, en particular, se identifica como un actor importante para el logro de consensos y convergencias en foros multilaterales. Además, los mercados de Europa del Este y Rusia se consideran “complementario[s] para las exportaciones, inversiones e industria cultural del país”; México debería incrementar su presencia política en esa región.
Asia-Pacífico, según el PND, es uno de los mercados más dinámicos para las exportaciones mexicanas y espacio para la diversificación económica de las relaciones de México –destaca el Acuerdo de Asociación Económica firmado con Japón–. Propone igualmente el fortalecimiento de relaciones con la República de Corea y China. México, además, debía participar en los esfuerzos internacionales para promover la paz y el desarrollo.
El PND identifica cuatro temas, que incluyen objetivos y estrategias específicos:
1) La política exterior como palanca del desarrollo nacional.
2) México en la construcción del orden mundial.
3) Diversificar la agenda de la política exterior.
4) Mexicanos en el exterior y migración.
La meta es “apoyar el desarrollo económico, social y político del país a partir de una efectiva inserción de México en el mundo”. Para lograrla, el Plan identifica ocho estrategias como son el aprovechamiento de los esquemas de cooperación internacional y los acuerdos de libre comercio, la promoción de las exportaciones y de la inversión extranjera y el perfeccionamiento de los mecanismos de resolución de controversias del TLCAN, entre otras.
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