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Paco Yunque


Enviado por   •  13 de Septiembre de 2013  •  4.949 Palabras (20 Páginas)  •  400 Visitas

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Paco Yunque

(Colaboración de Gonzalo González E.)

PACO YUNQUE

2

César Vallejo

Cuando Paco Yunque y su madre llegaron a la

puerta del colegio, los niños estaban jugando en el

patio. La madre le dejó y se fue. Paco, paso a

paso, fue adelantándose al centro del patio, con su

libro primero, su cuaderno y su lápiz. Paco estaba

con miedo, porque era la primera vez que veía a

un colegio; nunca había visto a tantos niños

juntos.

Varios alumnos, pequeños como él, se le

acercaron y Paco, cada vez más tímido, se pegó a

la pared, y se puso colorado. ¡Qué listos eran

todos esos chicos! ¡Qué desenvueltos! Como si

estuviesen en su casa. Gritaban. Corrían. Reían

hasta reventar. Saltaban. Se daban de puñetazos.

Eso era un enredo.

Paco estaba también atolondrado porque en el

campo no oyó nunca sonar tantas voces de

personas a la vez. En el campo hablaba primero

uno, después oro, después otro y después otro. A

veces, oyó hablar hasta cuatro o cinco personas

juntas. Era su padre, su madre, don José, el cojo

Anselmo y la Tomasa. Eso no era ya voz de

personas sino otro ruido. Muy diferente. Y ahora

sí que esto del colegio era una bulla fuerte, de

muchos. Paco estaba asordado.

Un niño rubio y gordo, vestido de blanco, le

estaba hablando. Otro niño más chico, medio

ronco y con blusa azul, también le hablaba. De

diversos grupos se separaban los alumnos y

venían a ver a Paco, haciéndole muchas

preguntas. Pero Paco no podía oír nada por la

gritería de los demás. Un niño trigueño, cara

redonda y con una chaqueta verde muy ceñida en

la cintura agarró a Paco por un brazo y quiso

arrastrarlo. Pero Paco no se dejó. El trigueño

volvió a agarrarlo con más fuerza y lo jaló. Paco

se pegó más a la pared y se puso más colorado.

En ese momento sonó la campana, y todos

entraron a los salones de clase.

Dos niños –los hermanos Zumiga- tomaron de

una y otra mano a Paco y le condujeron a la sala

de primer año. Paco no quiso seguirlos al

principio, pero luego obedeció, porque vio que

todos hacían lo mismo. Al entrar al salón se puso

pálido. Todo quedó repentinamente en silencio y

este silencio le dio miedo a Paco. Los Zumiga le

estaban jalando, el uno para un lado y el otro para

el otro lado, cuando de pronto le soltaron y lo

dejaron solo.

El profesor entró. Todos los niños estaban de pie,

con la mano derecha levantada a la altura de la

sien, saludando en silencio y muy erguidos.

Paco sin soltar su libro, su cuaderno y su lápiz, se

había quedado parado en medio del salón, entre

las primeras carpetas de los alumnos y el pupitre

del profesor. Un remolino se le hacía en la

cabeza. Niños. Paredes amarillas. Grupos de

niños. Vocerío. Silencio. Una tracalada de sillas.

El profesor. Ahí, solo, parado, en el colegio.

Quería llorar. El profesor le tomó de la mano y lo

llevó a instalar en una de las carpetas delanteras

junto a un niño de su mismo tamaño. El profesor

le preguntó:

- ¿Cómo se llama Ud.?

Con voz temblorosa, Paco muy bajito:

- Paco.

- ¿Y su apellido? Diga usted todo su

nombre.

- Paco Yunque.

- Muy bien.

3

El profesor volvió a su pupitre y, después de

echar una mirada muy seria sobre todos los

alumnos, dijo con voz militar:

- ¡Siéntense!

Un traqueteo de carpetas y todos los alumnos ya

estaban sentados.

El profesor también se sentó y durante unos

momentos escribió en unos libros. Paco Yunque

tenía aún en la mano su libro, su cuaderno y su

lápiz. Su compañero de carpeta le dijo:

- Pon tus cosas, como yo, en la carpeta.

Paco Yunque seguía muy aturdido y no le hizo

caso. Su compañero le quitó entonces sus libros y

los puso en la carpeta. Después, le dijo

alegremente:

- Yo también me llamo Paco, Paco Fariña.

No tengas pena. Vamos a jugar con mi

tablero. Tiene torres negras. Me lo ha

comprado mi tía Susana. ¿Dónde está tu

familia, la tuya?

Paco yunque no respondía nada. Este otro Paco le

molestaba. Como éste eran seguramente todos los

demás niños: habladores, contentos y no les daba

miedo el colegio. ¿Por qué eran así? Y él, Paco

Yunque, ¿por qué tenía tanto miedo? Miraba a

hurtadillas al profesor, al pupitre, al muro que

había detrás del profesor y al techo. También

miró de reojo, a través de la ventana, al patio, que

estaba ahora abandonado y en silencio. El sol

brillaba afuera. De cuando en cuando, llegaban

voces de otros salones de clase y ruidos de

carretas que pasaban por la calle.

¡Qué cosa extraña era estar en el colegio! Paco

Yunque empezaba a volver un poco de su

aturdimiento. Pensó en su casa y en su mamá. Le

preguntó a Paco Fariña:

- ¿A qué hora nos iremos a nuestras casas?

- A las once. ¿Dónde está tu casa?

- Por allá.

- ¿Está lejos?

- Si...No...

Paco Yunque no sabía en qué calle estaba su casa,

porque acababan de traerlo, hacía pocos días, del

campo y no conocía la ciudad.

Sonaron unos pasos de carrera en el patio,

apareció en la puerta del salón, Humberto, el hijo

del señor Dorian Grieve, un inglés, patrón de los

Yunque, gerente de los ferrocarriles de la

“Peruvian Corporation” y alcalde del pueblo.

Precisamente a Paco le habían hecho venir del

campo para que acompañase al colegio a

Humberto y para que jugara con él, pues ambos

tenían la misma edad. Sólo que Humberto

acostumbraba venir tarde al colegio y esta vez,

por ser la primera, la señora Grieve le había dicho

a la madre de Paco:

- Lleve usted ya a Paco al colegio. No sirve

que llegue tarde el primer día. Desde

mañana esperará a que Humberto se

levante y los llevará juntos a los dos.

El profesor, al ver a Humberto Grieve, le dijo:

- ¿Hoy otra vez tarde?

Humberto con gran desenfado, respondió:

- Que me he quedado dormido.

- Bueno- dijo el profesor-. Que esta

...

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