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Por Una Sociologia Historica Del Conocimiento


Enviado por   •  13 de Octubre de 2014  •  2.714 Palabras (11 Páginas)  •  257 Visitas

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Por una sociología histórica del conocimiento

RESUMEN

Este artículo desea perfilar los temas centrales de una sociología histórica del conocimiento y adelantar algunos principios teóricos que pueden guiar futuras investigaciones empíricas en ese campo. En una primera parte del artículo se muestra cuáles han sido las principales orientaciones teóricas, marcos temporales y objetos de estudios que distintas corrientes sociológicas han ensamblado para estudiar el conocimiento en una clave histórica. En la segunda parte se rastrean algunos postulados del trabajo de Norbert Elias sobre cognición humana y larga duración para mejorar nuestro entendimiento de problemas como la acumulación, distribución y transmisión de conocimiento.

PALABRAS CLAVE: sociología histórica del conocimiento, conceptos, símbolos, acumulación y transmisión de conocimiento, Norbert Elías.

La sociología histórica estuvo dominada durante muchos años por un estrecho número de temas de investigación, entre los cuales destacaban aquellos relacionados con procesos políticos y económicos de gran calado como la formación de estados, las revoluciones y el advenimiento del capitalismo. Estos tópicos fueron los preferidos de figuras señeras de la sociología histórica en la segunda mitad del siglo veinte como Theda Skocpol, Charles Tilly e Immanuel Wallerstein —cuyo trabajo ha sido caracterizado como la “segunda ola” de la sociología histórica, es decir como la rama que creció después de Barrington Moore y Reinhard Bendix.1

Esta “segunda ola” dejó una huella profunda en quienes han buscado una comunicación más fluida e intensa entre las disciplinas histórica y sociológica. Sin embargo, actualmente los investigadores interesados en continuar con esa línea de trabajo están expandiendo los temas de indagación y han recuperado para la sociología histórica asuntos que habían quedado eclipsados por la obsesión por el estado y el capitalismo. Se ha querido incorporar así a la religión, la etnicidad, la ciudadanía, el género, el poscolonialismo —por mencionar algunos ejemplos— dentro de la agenda de la sociología histórica. Esto ha abierto las puertas para explotar las fortalezas teóricas y metodológicas de la sociología histórica en otras subdisciplinas sociológicas e historiográficas. Siguiendo ese espíritu, este artículo quiere adelantar la idea de una sociología histórica del conocimiento, donde la cognición humana pueda verse a través delos lentes de la larga duración.

SOCIOLOGÍA HISTÓRICA DEL CONOCIMIENTO

Como es bien sabido, la sociología del conocimiento estudia la interacción entre conocimiento y sociedad, donde conocimiento, como afirmaba Robert Merton, debe ser entendido en el sentido lato del término, como toda la gama de productos culturales (ideas, ideologías, creencias éticas y jurídicas, filosofía, ciencia, tecnología, etcétera).2

Hay muchas versiones teóricas y metodológicas de cómo la relación entre pensamiento y estructura social debiera ser analizada, pero un denominador común ha sido subrayar que el conocimiento es —al menos en parte— un producto social y no un ente autosuficiente o una creación de hipotéticos individuos aislados. Esto significa que para tener un entendimiento pleno de cómo las personas conocen hay que considerar las relaciones sociales en las que esas personas están inmersas, las estructuras sociales que constriñen y permiten sus actos, y los recursos intelectuales y materiales que las sociedades en las que viven ponen a su disposición y que les permiten organizar su pensamiento. Conocimiento, en este sentido, en un acto de conocer, una acción realizada por individuos que pertenecen a grupos y entornos sociales particulares y que viven en condiciones históricas específicas.

Lo que una sociología histórica del conocimiento añade a esa definición es que no sólo considera que los individuos conocen a través de los grupos sociales a los cuales pertenecen y que conocer es, al mismo tiempo, una acción social y una empresa colectiva —tal como lo hace la sociología del conocimiento tal como la conocemos—, sino que también enfatiza que los individuos y grupos adquieren y moldean su conocimiento a través de una riqueza cognitiva que reciben de sus predecesores; y es esta dimensión intergeneracional lo que está en el centro de sus preocupaciones. Como lo señaló Karl Mannheim desde la década de 1920, cuando esbozó uno de los primeros programas de investigación en sociología del conocimiento: es un error decir que el individuo aislado piensa. Habría que decir más bien que participa en el pensamiento de otros hombres que han pensado antes que él. Encuentra una situación heredada, con modos de pensamiento que se adaptan a dicha situación y con tentativas de mejorar las respuestas heredadas o de sustituirlas con otras que permitan enfrentarse mejor con las alteraciones y los cambios de esa situación. Todo individuo se halla, pues, predeterminado, en un doble sentido, por el hecho de haberse desarrollado dentro de una sociedad: de un lado encuentra una situación establecida y de otro halla en esa situación modos preformados de pensamiento y de conducta.

Ciertamente, el estudio de la dimensión histórica de la cognición ha estado presente en la sociología desde sus inicios hasta hoy; de la ley de los tres estados, de August Comte, a la teoría global del cambio intelectual, de Randall Collins,5diferentes sociólogos han construido múltiples esquemas para analizar ese fenómeno. Pero por lo general se ha tratado de esfuerzos aislados y aún es mucho el terreno que queda por cubrir.

Uno de los problemas generales que la sociología actual debe clarificar de mejor manera es cómo las instituciones y los grupos sociales crean, distribuyen, monopolizan y se apropian del conocimiento a través del tiempo. Y esto es algo que tiene que ver con cómo los bancos sociales de conocimiento son constituidos, acumulados, retenidos, y transmitidos de generación en generación.

Hasta la fecha, estos asuntos han sido abordados desde distintos ángulos, con tres perspectivas generales que han dominado las contribuciones teóricas más relevantes. Por un lado están los enfoques micro-sociológicos que se centran en la acumulación biográfica de experiencias, en la sedimentación en un acervo subjetivo de conocimiento y en la conexión entre los individuos y los fondos sociales de conocimiento que éstos tienen a su alcance. Su escala temporal es el largo de una vida humana (i.e. una biografía) y su unidad de análisis privilegiada es la vida cotidiana. Esta línea de investigación se puede ilustrar con la tradición fenomenológica de la sociología del conocimiento, tal como fue desarrollada por Alfred Schutz, Thomas Luckmann y Peter Berger.6

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