RESUMEN CAP. V BAUMAN. GLOBALIZACION,CONSECUENCIAS HUMANAS

BAUMAN, ZYGMUNT. LA GLOBALIZACION. CONSECUENCIAS HUMANAS

Capítulo IV "Turistas y Vagabundos"

En la actualidad vivimos en constante movimiento, sin que ello suponga específicamente un cambio de lugar físico. La noción de distancia ha variado desde el momento en el que traspasar las fronteras toma sólo segundos.

La idea de lo inmóvil y perdurable tiende hacia lo efímero y volátil. Esto sucede con las producciones del mercado, que reducen el tiempo de vida útil de los productos y servicios. Estos bienes deben producir un efecto de deseo y tentación en las personas, sin que exista un límite marcado,y sin dimensiones de tiempo y espacio marcadas.

Es por esto que en la actualidad vivimos en una sociedad de consumo, que, a diferencia de una sociedad de producción, como la de la etapa industrial, no forma a sus miembros a través de normas a seguir sobre trabajo, producción y reglas a seguir. En cambio, ya no se necesita de "ejércitos de trabajo" sinó de "consumidores". La diferencia no es tan drástica, sino que es una cuestión de prioridades y énfasis en otras funciones, que se fue dando paulatinamente, atravesando todos los aspectos de la sociedad, la cultura y la vida individual.

Lo ideal según esta visión, es que el consumidor no se abrace a nada con demasiada firmeza ni compromiso, sinó que lo válido es aceptar la volatidad y la temporalidad intrínseca de todo compromiso.

El problema para esta lógica de consumo es que se necesita de tiempo para consumir, tiempo que es necesario reducir para que el consumidor no fije su atención por mucho tiempo en ningún objeto; que la satisfacción sea inmediata para poder concentrar su deseo en algo nuevo. Que sean impacientes, impulsivos e inquietos, ya que la cultura de la cultura de la sociedad de consumo no es de aprendizaje, sinó más bien de olvido. Cuando se despoja el deseo de la demora y la demora del deseo, la capacidad de consumo se puede extender más allá de las necesidades naturales o adquiridas del consumidor. Al buen consumidor no lo atormenta la satisfacción de su deseo sino que son los tormentos de deseos jamás experimentados los que vuelven tentadora la promesa del nuevo producto.

Para el consumidor en la sociedad de consumo, estar en marcha, buscar y no encontrar aún, no es malestar, sinó promesa de felicidad. Los consumidores son "acumuladores de sensaciones" , coleccionistas de cosas pero sólo en un sentido secundario.

Para aumentar la capacidad de consumo, jamás se debe dar descanso al consumidor. Debe ser expuesto constantemente a nuevas tentaciones para que permanezca en un constante estado de excitación e insatisfacción. Y lo aceptan ya que actuar de esa manera es una compulsión, una obligación, pero que aparece disfrazada de libre albedrío. Se consideran jueces, críticos y eligen. Pueden negarle su adhesión a cualquiera de las opciones exhibidas. Salvo a la opción de elegir entre ellas.

Algo que se encuentra fuera del alcance incluso de los más experimentados y lúcidos electores, es la sociedad en la que se nace. Tal vez a todos les asignen el papel de consumidor; tal vez todos quieran ser consumidores y disfrutar de las oportunidades que brinda ese estilo de vida. Pero no todos pueden ser consumidores. No basta desear; para que el deseo sea realmente deseable, es necesario tener la esperanza razonable de acercarse al objeto deseado. Esta esperanza, razonable para algunos, es fútil para muchos. Todos estamos condenados a elegir durante toda la vida, pero no todos tenemos los medios para hacerlo.

La estratificación de la sociedad de consumo se caracteriza por dividir sus escalas -"los de arriba" y "los de abajo"- según el grado de movilidad, de libertad para elegir el lugar que ocupan. Los primeros pueden alejarse de los

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