Reporte de Lectura
Enviado por Sara Reyes • 6 de Octubre de 2015 • Reseña • 536 Palabras (3 Páginas) • 137 Visitas
Prohibido hablar, prohibido reírse de Sergio Ramírez
En este escrito, Sergio Ramírez retoma el caso del ataque al periódico Charlie Hebdo, defendiendo el derecho de los periodistas y caricaturistas a expresar libremente sus ideas y condenando la actitud tomada por los musulmanes extremistas.
Se trata de un tema muy delicado, por una parte está la defensa al derecho innato que tiene el hombre de expresarse, pero, también está la ofensa hacia las creencias de los musulmanes, que si bien no tienen el derecho a matar gente en nombre de su religión, si lo tienen a profesar su fe sin ser ofendidos por ello.
Es cierto que ni la vida ni la integridad física deben verse amenazadas por el simple hecho de manifestar abiertamente lo que pensamos o sentimos sobre alguna situación, pero es difícil determinar cuándo nuestra libertad comienza a afectar a otros. De alguna manera, el toque satírico del periódico Charlie Hebdo también puede considerarse como intolerante, y no hacia los terroristas que cometieron el ataque, quienes con ese acto solo logran que se confirme la realidad que la publicación plasma en esas caricaturas, sino hacia aquellos musulmanes, cristianos o judíos que profesan su religión sin cometer atrocidades “en nombre de Dios”.
Considero que este caso se presta para opiniones muy variadas, pero hay tres hechos indiscutibles: el primero es que, ya en la segunda década del siglo XXI no debería cuestionarse ni reprimirse en ninguna forma la libertad de expresión; como segundo hecho tenemos la libertad de creencias y opiniones, que deben ser respetadas aunque no sean compartidas; por último pero no menos importante, nadie por ningún motivo tiene derecho sobre una vida ajena y, como dijo el Papa Francisco “es una aberración matar en nombre de Dios”.
No podemos decir que las muertes sucedieron porque los periodistas “se lo buscaron”, pero tampoco me parece que el trabajo realizado en Charlie Hebdo deba compararse con el de los reporteros de América Latina que dejan sus vidas en denunciar a narcotraficantes y pandilleros, quienes condenan las actividades que realizan estos delincuentes pero no “se llevan entre las patas” ni ofenden a gente inocente, no denigran la imagen de un pueblo o una creencia.
Es cierto que la libertad de expresión no verse limitada por la cobardía, los periodistas tienen razón al manifestarse contra los actos cometidos por grupos como Al Qaeda, sin embargo, los ataques del periódico deberían ir dirigidos a los extremistas y no al Dios de un pueblo. No es un acto justo estereotipar, condenar y ofender a todos los miembros de una religión por los crímenes de una minoría.
La libertad de expresión termina donde empieza el respeto a la libertad de los demás. Así como no es válido justificar los asesinatos con reflexiones absurdas sobre la prudencia, tampoco se debe dar cabida a comentarios como “si a los musulmanes no les gusta Charlie Hebdo, no lo lean”. Los ofendidos también tienen el derecho de expresarse contra el periódico que ataca a su fe, siempre y cuando esta expresión de descontento no atente contra la vida de nadie.
Indiscutiblemente, en situaciones como esta, el radicalismo y la intolerancia son los grandes culpables. Seguirá habiendo más conflictos mientras en el mundo haya opiniones tan dispersas sobre el significado del respeto.
...