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Revolucion Inglesa


Enviado por   •  13 de Mayo de 2013  •  3.627 Palabras (15 Páginas)  •  447 Visitas

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En 1642 los franceses fundaron la ciudad de Montreal a orillas del río San Lorenzo, aproximadamente a medio camino entre Quebec y el lago Ontario.

Mientras tanto se descubría una nueva conjuración contra el rey Luis XIII, esta vez protagonizada por uno de sus amantes, Henri Coiffier de Ruze, marqués de Cinq-Mars. Había llegado a ser favorito del rey gracias a la protección de Richelieu, pero luego éste le negó su apoyo y Cinq-Mars quiso vengarse con el apoyo de España (y, por supuesto, del duque de Orleans), pero su plan fue descubierto y fue condenado a muerte. Tenía ahora veintidós años.

Richelieu no tardó en morir, y fue sucedido como primer ministro por el cardenal Mazarino. Richelieu había consolidado la autoridad real destruyendo a cuantos podían amenazarla: ya fueran hugonotes, aristócratas, parlamentarios o campesinos; y, en política exterior combatió la mayor amenaza para Francia, que a la sazón eran los Austrias alemanes y españoles. Sus técnicas, a menudo violentas (y caras), habían desencadenado una crisis económica a la que ahora tenía que hacer frente Mazarino. Exiliada en Colonia, murió María de Médicis, la madre del rey Luis XIII.

El dramaturgo Corneille pasó de ser protegido de Richelieu a ser protegido de Mazarino. Ese año estrenó la tragedia Poliuto.

Anthony Van Diemen, el gobernador general de la Compañía de las Indias neerlandesas, envió desde Batavia a Abel Janszoon Tasman a recorrer el mar del Sur, quien descubrió la isla que llamó de Van Diemen, aunque después fue rebautizada como Tasmania. Desde allí llegó a la tierra que llamó Nueva Zelanda, creyendo que se trataba de un continente (la Tierra Austral, cuya existencia conjeturaban los geógrafos) cuando en realidad eran dos islas.

En Formosa, los neerlandeses rechazaron un intento español de asentarse en la isla.

El Papa Urbano VIII condenó el jansenismo en la bula In eminenti.

Los suecos seguían cosechando éxitos en la guerra de los Treinta Años. El 14 de junio Torstensson ocupó Olmütz.

El obispo de Puebla de los Ángeles, en México, era a la sazón Juan de Palafox y Mendoza, que había "residenciado" a los últimos virreyes de México (es decir, había juzgado sus actuaciones al cesar sus respectivos mandatos) y ahora lograba la destitución del marqués de Villena, el virrey actual. Poco después fue nombrado virrey y arzobispo de México. Durante su mandato dotó de una nueva reglamentación a la universidad y organizó doce compañías de milicias para defender la colonia.

Los puritanos ingleses lograron la prohibición de las representaciones teatrales y otras inmoralidades semejantes. El 11 de julio, el Parlamento acusó al rey Carlos I de iniciar una guerra civil, pero lo cierto es que el rey no llevó a cabo ninguna acción militar hasta el 22 de agosto. Su ejército obtuvo una victoria en Edgehill. Irlanda aprovechó el conflicto para rebelarse bajo la dirección de Owen Roe O'Neill, sobrino del difunto conde de Tyrone, Hugh O'Neill. Tenía cincuenta y dos años, y había pasado los últimos treinta sirviendo en el ejército español.

El 2 de noviembre, Torstensson destrozó el ejército imperial en Breitenfeld.

Juan de Palafox fue sustituido como virrey de México por García Sarmiento de Sotomayor, el conde de Salvatierra, tras lo cual renunció a su cargo de arzobispo de México y volvió a su obispado de Puebla. Allí entabló un pleito contra los jesuitas que causó mucho revuelo y se prolongó durante mucho tiempo.

Desde hacía más de una década, el Tíbet estaba inmerso en una guerra civil entre los monjes amarillos, que obedecían al dalai-lama, y los monjes rojos. Una intervención mongola puso fin al conflicto. En 1643 los monjes rojos fueron expulsados y el dalai-lama se convirtió en el señor indiscutible del Tíbet, protegido por los mongoles.

Las revueltas de Cataluña y Portugal fueron las gotas que colmaron el vaso de la opinión pública contra el conde-duque de Olivares. El golpe final lo dio la llamada conspiración de las mujeres: La reina Isabel, la duquesa de Mantua, la nodriza del rey, Ana de Guevara, y la monja sor María de Jesús de Ágreda convencieron a Felipe IV de que destituyera a Olivares y gobernara personalmente. En enero, el rey firmó el decreto por el que Olivares debía abandonar la Corte. Se retiró a Loeches, donde había edificado un convento de dominicas en el que había dispuesto su sepultura.

Felipe IV confió todas las responsabilidades del gobierno a un sobrino de Olivares, Luis Méndez de Haro y Guzmán, el marqués del Carpio. En principio no recibió el cargo de ministro, ya que, teóricamente, el rey se había comprometido a gobernar personalmente, pero en la práctica Haro pasó a ser el nuevo valido.

Por otra parte, sor María de Jesús se convirtió en una de las principales asesoras del monarca, a través la correspondencia que mantenían semanalmente, correspondencia que muestra a un Felipe IV atormentado por su sentimiento de responsabilidad en las dificultades que atravesaba España.

La caída de Olivares dejó el campo libre a la Santa Inquisición para actuar contra los judaizantes portugueses (es decir, los judíos que teóricamente habían abrazado el cristianismo para no ser expulsados, pero que profesaban secretamente el judaísmo). Muchos de ellos habían emigrado a Castilla aprovechando la integración de Portugal en España y Olivares los había protegido porque eran burgueses con un gran peso en la economía española. Sin embargo, a partir de este momento los procesos contra ellos se multiplicaron.

Ese año murió el rey Luis XIII de Francia, y fue sucedido por su hijo Luis XIV, que tenía entonces cinco años de edad. El consejo de regencia fue presidido por su madre, Ana de Austria, si bien fue el cardenal Mazarino quien, gozando del apoyo incondicional de la reina, conservó el poder, un poder mucho mayor que el que jamás había llegado a tener Richelieu. El cardenal se ocupó de que el rey recibiera una sólida educación política. El duque de Orleans fue nombrado lugarteniente general del reino.

Mazarino envió un ejército encargado de expulsar a los españoles del noreste de Francia, al frente del cual puso a Luis de Borbón, el duque d'Enghien, hijo del príncipe de Condé. Tenía tan sólo veintidós años, y dos años antes se había casado con una sobrina del cardenal Richelieu. El 10 de mayo, los españoles, dirigidos por Francisco de Melo, asediaron Rocroi, plaza que se sabía mal defendida y que permitiría el acceso a la región de Champaña. Pero pronto llegó Luis de Borbón con un poderoso ejército de veinticuatro mil hombres, frente a los ocho mil españoles. Al enterarse de que Melo esperaba refuerzos, decidió atacar inmediatamente, en la madrugada

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