Sociologia
Enviado por claudizha • 23 de Mayo de 2015 • 9.369 Palabras (38 Páginas) • 172 Visitas
Jean Piaget uno de los lugares más relevantes en la psicología de siglo xx. Sus aportaciones científicas más considerables han sido las de una psicología genérica que se ocupa del origen y desarrollo de la inteligencia en el niño y las de epistemología que trata de la formación y el significado del conocimiento y de los medios por los cuales la mete humana avanza desde un nivel inferior de saber a otro estimulo más alto. Tal epistemología genética, de enorme repercusiones filosóficas en el campo de la teoría del conocimiento, tiene su punto de partida en el paralelismo existente entre ‘’el progreso hecho en la organización lógica irracional del conocimiento y los correspondientes procesos psicológicos formativos’’, y da lugar a una de la hipótesis más fascinantes de Piaget: la posibilidad de reconstruir, a través del niño, la historia del pensamiento humano desde su aparición en el hombre primitivo. A fin de comprender mejor la magnitud de tales aportaciones científicas es conveniente enmarcar los propios orígenes del pensamiento piagetiano.
De una forma genérica este pensamiento tiene sus raíces en el evolucionismo del siglo XXI, que estimulo el interés por el desarrollo del niño como campo de estudio biológico antes de
Darwin, se habían resaltado sobre todo las diferencias entre el hombre de un lado y el niño y los animales de otro. Pero la teoría de la evolución, al cuestionar la hegemonía del hombre en el universo situándolo como el resultado final de una larga y compleja cadena evolutiva, abrió el camino a nueva concepciones abarcadoras de lo instintivo. El niño paso a ser visto como un eslabón autónomo y especifico en el camino q conduce a la vida adulta, a la par que esta apareció cada vez más vinculada por su condicionamiento, con el mundo infantil.
Una de las características centrales del pensamiento de Jean Piaget es la consideración del niño como sujeto activo en su proceso de evolución. A diferencia de otros psicólogos, Piaget entiende que el niño, desde el mismo instante de su nacimiento, desarrolla estructuras a partir de conocimiento, que se renuevan incesantemente a partir de la experiencia. Puesto que la inteligencia es adaptación y esta consiste en `` un equilibrio… entre dos mecanismos: la asimilación y la acomodación`` aun q ambos aspectos se hallan confundidos debido a que el pensamiento infantil, no percibe la distinción entre yo y mundo externo.
En la primera fase Piaget llama inteligencia sensomotriz. En esta etapa el bebe adquiere cierta capacidad de discriminación de la realidad. En el segundo estadio la asimilación se hace más progresiva, produciéndose la creación circular ello ocurre hacia el cuarto o quinto mes y es ahí donde el bebe adquiere nuevos hábitos.
El desarrollo psíquico, que se inicia al nacer y concluye en la edad adulta, es comparable al crecimiento orgánico: al igual que este ultimo, consiste esencialmente en una marcha hacia el equilibrio. Así como el cuerpo evoluciona hasta alcanzar un nivel relativamente estable, caracterizado por el final del crecimiento y la madurez de los órganos, así también la vida mental puede concebirse como la evolución hacia una forma de equilibrio final representada por el espíritu adulto. El desarrollo es, por lo tanto, en cierto modo una progresiva equilibración, un perpetuo pasar de un estado de menor equilibrio a un estadio de equilibrio superior. Desde el punto de vista de la inteligencia, es fácil, por ejemplo, oponer la inestabilidad e incoherencia relativas de las ideas infantiles a la sistematización de la razón adulta. También en el terreno de la vida afectiva, se ha observado muchas veces cómo el equilibrio de los sentimientos aumenta con la edad. Las relaciones sociales, finalmente, obedecen a esta misma ley de estabilización gradual.
Sin embargo, hay que destacar desde el principio la diferencia esencial entre la vida del cuerpo y la del espíritu, si se quiere respetar el dinamismo inherente a la realidad espiritual. La forma final de equilibrio que alcanza el crecimiento orgánico es más estática que aquella hacia la cual tiende el desarrollo mental, y, sobre todo, más inestable, de tal manera que, en cuanto ha concluido la evolución ascendente, comienza automáticamente una evolución regresiva que conduce a la vejez. Ahora bien, ciertas funciones psíquicas, que dependen estrechamente del estadio de los órganos, siguen una curva análoga: la agudeza visual, por ejemplo, pasa por un máximum hacia el final de la infancia y disminuye luego, al igual que otras muchas comparaciones perceptivas que se rigen por esta misma ley. En cambio, las funciones superiores de la inteligencia y de la afectividad tienden hacia un "equilibrio móvil", y más estable cuanto más móvil es, de forma que, para las almas sanas, el final del crecimiento no marca en modo alguno el comienzo de la decadencia, sino que autoriza un progreso espiritual que no contradice en nada el equilibrio interior.
Así, pues, vamos a intentar describir la evolución del niño y del adolescente sobre la base del concepto de equilibrio. Desde este punto de vista, el desarrollo mental es una construcción continua, comparable al levantamiento de un gran edificio que, a cada elemento que se le añade, se hace más sólido, o mejor aun, al montaje de un mecanismo delicado cuyas sucesivas fases de ajustamiento contribuyen a una flexibilidad y una movilidad de las piezas tanto mayores cuanto más estable va siendo el equilibrio. Pero entonces conviene introducir una distinción importante entre dos aspectos complementarios de este proceso de equilibración: es preciso oponer desde el principio las estructuras variables, las que definen las formas o estados sucesivos de equilibrio, y un determinado funcionamiento constante que es el que asegura el paso de cualquier estadio al nivel siguiente.
Así, por ejemplo, cuando comparamos el niño al adulto, tan pronto nos sentimos sorprendidos por la identidad de las reacciones y hablamos en tal caso de una "pequeña personalidad" para decir que el niño sabe muy bien lo que desea y actúa como nosotros en función de intereses concretos como descubrimos todo un mundo de diferencias, en el juego, por ejemplo, o en la forma de razonar, y decimos entonces que "el niño no es un pequeño adulto". Sin embargo, las dos impresiones son ciertas, cada una en su momento.
Desde el punto de vista funcional, es decir, considerando los móviles generales de la conducta y del pensamiento, existen mecanismos constantes, comunes a todas las edades, a todos los niveles, la acción supone siempre un interés que la desencadena, ya se trate de una necesidad fisiológica, afectiva o intelectual (la necesidad se presenta en este último caso en forma de una pregunta o de un problema);
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