TEMA 2.- Circunstancias Históricas En La Vida De Los Niños En La Escuela.
Enviado por victorvarg • 2 de Enero de 2014 • 1.421 Palabras (6 Páginas) • 1.788 Visitas
TEMA 2.- Circunstancias históricas en la vida de los niños en la escuela.
Una maestra, un pueblo.
UNA MAESTRA, UN PUEBLO.
* Taller de Micro-historia
Bueno aquí nos dice que despuntaba el año de 1908. Unos meses antes, con su diploma expedido por el instituto Chihuahuense, el 30 de mayo de 1907, Julia Franco Domínguez, hija de José Franco y Epifanía Domínguez decidía tomar de por vida el oficio de maestra.
Se trataba de la labor de San Isidro, cuyas tierras cultivaban de antiguo los tarahumares avecindados entre los ríos Papigochi y Basuchil. Al principio del siglo XVII, los Jesuitas habían establecido un millón de trigo en la rivera del rio Basuchil. En 1724, con motivo de los trabajos para deslindar las tierras de hacienda de Basuchil, también se midieron los terrenos de labor de San Isidro por Don Juan de Echavarría, juez comisario General de Agrimensura del Reyno de Nueva Viscaya.
El 21 de junio de 1862, el jefe político de Guerrero, acatando una orden del Gobernador, procedió a medir las tierras, con el objeto de concluir el tramite indispensable para otorgar a la comunidad la categoría del pueblo, y de sección municipal, lo que sucedió ese mismo año.
En abril de 1893, el ejército federal aniquilo a los rebeldes fuertes en el primero de los pueblos. Allí pereció don Simón Amaya, tío de otro Amaya que estaría entre los conspiradores y ejecutores del lanzamiento de 1910. Los vecinos tenían arraigados sentimientos de autonomía e independencia, alimentados por agravios y resentimientos.
Lo anterior se entretejía con una contradicción cada vas más poderosa: la que se desarrollaba entre los caciques o terratenientes con los rancheros. Estos advertían que la hacienda les cerraba el paso para prosperar. Por donde quiera que transitaban les aparecían nuevos cercos de influyentes.
Los asalariados, la peonada de las haciendas crecían en número, en la medida que se achicaban los ranchos. Bastaba un detonante, una iniciativa política de los que estaban colocados en condiciones sociales más propicias, para que entre ellos prendiera el fuego de la insurrección, más radical todavía. Parecida función jugaban los grupos de protestantes o evangelicos, cuya predica se acomodaba muy bien a la necesidad que tenían los rancheros de oponer al orden existente una alternativa global, mas aun cuando los grandes terratenientes habían hecho las paces con la jerarquía de la Iglesia Catolica y se presentaban como firmes aliados.
Circulaban manifiestos políticos suscritos por el coronel y licenciado Ignacio Orozco Sandoval, nativo de San Isidro, personaje fundamental para la historia regional durante las décadas de los cincuentas y sesentas.
En este mismo año, después de una disputa con los liberales de la capital, encabezo un levantamiento que se abandero con la constitución de 1857 y puso en pie a todos los pueblos del Cantón Guerrero, desde Bachíniva hasta Yepómera y Namiquipa.
En 1862-63 Ignacio Orozco fue Jefe Político del Partido de la capital del Estado y diputado federal en el momento de la intervención francesa. Posteriormente fue nombrado por Juárez jefe político del Cantón y comandante de la línea militar de Occidente, que comprendía toda la región noroeste del Estado, desde la Villa del Paso hasta los distritos mineros de la sierra.
Pasaron los meses, la profesora conoció gentes y costumbres. Descubrió relaciones. En alguna ocasión llegó un vendedor de caballos y mulas, que permiso y don tomas para encerrar a los animales en el corral de su casa. Acudieron los rancheros y comenzó el regateo y la compra.
Llevaba más de dos años en el rancho. Había tenido un hijo y advertía movimientos políticos entre los rancheros.
El tiempo daría la razón a los que asi hablaban. Pero las grandes subversiones solo se producen cuando se involucran el hombre sencillo, el que trabaja con sus manos. Luego comenzaron las juntas sospechosas en la misma casa de Don Albino Frias.
A casi todos ellos los conocían la profesora Franco. Muchos de ellos tenían hijos a los que enseñaba y varias vaces, había ido hasta sus casas a regañar a padres y madres porque no enviaban los “lepes” a la escuela. Iniciaba, con estos futuros soldados y generales de la revolución, un dialogo que repetiría durante medio siglo: en realidad, lo que
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