TP La crisis argentina

   Argentina ya no cuenta con empresas estatales; ha disminuido el número de empresas de capital nacional; el parque industrial fue desmantelado; el ahorro fue confiscado; la deuda externa se volvió impagable; el desempleo alcanzó el pico histórico más alto; el número de hombres, mujeres y niños que revolvían la basura en las calles de las ciudades buscando papeles, catones y latas para vender y comida para alimentarse; los partidos políticos ya no son percibidos como canales de representación legítimos; el delito se multiplica; la corrupción se expandió aún más.

   En 2001 había un 55,8% de menores de 18 años que vivían en hogares pobres. Entre 1997 y 2001 el número de menos pobres se incrementó con casi doce puntos. El desempleo se acentuó en los jóvenes de 15 y 18 años, el 38,5% carecía de trabajo. Niños, adolescentes y jóvenes sin educación, trabajo, con serios deterioros físicos y mentales y una expectativa de vida cuantitativa y cualitativamente disminuida.

   En 2002, los pobres eran casi el 53% de la población argentina. En la provincia de Formosa llegaba hasta el 78,3% de pobres, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, registraba un 19,3% de sus habitantes en condición de pobreza.

   Desigualdad social con sus puntos de distancia más alejados; tasas de desempleo; subempleo y empleo ‘negro’; deterioro del nivel de vida de la mayoría de la población; incremento de la de delincuencia y la inseguridad; violencia policial indiscriminada; amputación del futuro de millones de niños y adolescentes (por deterioro de la salud, educación, de la dignidad); pérdida de soberanía económica; política exterior atada acríticamente a la norteamericana; irrepresentatividad de las instituciones representativas (partidos políticos, sindicatos, asociaciones empresariales) y de las del propio Estado, en particular los Poderes Legislativo y Judicial)

  La crisis argentina tiene los componentes de una crisis orgánica, en donde la característica esencial es la de las crisis de la hegemonía. Es una crisis de autoridad de la clase dirigente, que deviene sólo dominante, y de su ideología, de la cual las clases subalternas se dividen. A lo largo de esta crisis orgánica hubo algunos intentos de construir un nuevo sistema hegemónico, en los cuales se destacan: el peronismo y el neoliberal, en el cual fue exitoso en las dos presidencias de Menem (1989-1999), fundando una alianza entre la burguesía financiero-especulativa y los más pobres de la sociedad.

    El 19 y 20 de diciembre de 2001, la política fue trasladada a las calles y se pueden destacar tres características: 1-la violencia de los jóvenes; 2-la violencia de los saqueos; 3- la reaparición de los grupos parapoliciales, actuando contra manifestantes. A partir de esa fecha, cacerolazos, asambleas barriales y marchas se hicieron más usuales. Una parte de los sectores sociales urbanos ganó las calles y planteó, con avances y retrocesos, la posibilidad de recuperar y asumir la preocupación por la res pública. Mientras tanto, los políticos profesionales la encerraban entre rejas.

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