TRABAJO Y PROFESION EN LA VIDA CONTEMPORANEA

Trabajo y profesión en la vida contemporánea

En los últimos años se ha notado el interés por aplicar la ética en el campo laboral, más específicamente dentro de las empresas, es por ello que opinión acerca de este interés se ha tratado de distorsionar, puesto que por un lado encontramos a muchas personas que aseguran que vivimos en una crisis de falta de valores, y que las empresas no se preocupan por la dignidad humana, para la muestra de esto podemos mirar los índices tan altos del desempleo a nivel global, y que es muy importante en estos casos volver a generar conciencia sobre estos valores que se han perdido.

Por otro lado encontramos a otras personas que aseguran que la ética y los valores no tienen nada que ver con la economía y mucho menos en el ámbito laboral, puesto que los fines de la empresa son netamente económicos y no entra a tener en cuenta los intereses personales de cada ser humano. Aun cuando las profesiones nunca han estado entre los temas principales de la teorización sociológica, un gran número de prominentes sociólogos de lengua inglesa, desde Herbert Spencer (1914, pp. 179324) hasta Talcott Parsons (1968), le han dedicado algo más que una simple atención pasajera. Hasta hace poco tiempo, la mayoría de los sociólogos se había inclinado por considerar las profesiones como sirvientes, muy estimados, de la necesidad pública, y las concebían como ocupaciones especialmente distintas de otras por su orientación al servicio de las necesidades del público, por medio de la aplicación educada de su conocimiento, singularmente esotérico, y de sus complejas habilidades.

En contraste, los representantes de las otras ciencias sociales han enfatizado características bastante diferentes de las profesiones. Los economistas prefieren resaltar el cerrado carácter monopólico del mercado de trabajo profesional (Cairnes, 1887, pp. 66-67; Friedman, 1962, pp. 137-160). Los politólogos tratan a las profesiones como gobiernos privados privilegiados (Gilb, 1966); y los encargados de diseñar las políticas consideran que los expertos profesionales tienen una visión extremadamente estrecha e insular de lo que es bueno para el público (Laski, 1931).

Cuando se habla de trabajo en la época contemporánea se dice que es una construcción que empezó a darse en el siglo XVIII para transformarse en el siglo siguiente y que llego a consolidarse en los siglos XX y XXI, es decir a la forma en como hoy en día estamos acostumbrados a relacionarnos por medio del trabajo por producto de ciertos intereses económicos para que hoy en día se pueda llegar a replantear ese pensamiento.

Siglo XVIII

Durante este siglo comienza el capitalismo fabril, con el esfuerzo de jornaleros que producían bienes de consumo y servicios indispensables para la vida que requerían siempre ser renovados y, por otro lado, con los artesanos propiamente, quienes producían bienes y obras duraderas. Comienza a establecerse la diferencia entre los jornaleros y/o peones pagados por su trabajo y los artesanos que se hacían pagar su obra. Así, da inicio a la conocida cadena de producción. En el siglo XVIII la materia prima le pertenece al productor, quien no sólo la tenia, sino que tenía un amplio conocimiento de ella y muy probablemente también la habría producido, de la misma forma que producía sus bienes de producción, conocía su óptimo funcionamiento y él mismo los hacia funcionar transformando la materia prima en el producto.

Surge un nuevo elemento: el capitalista,

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