TRADICIÓN SOCIOCULTURAL ANÁLISIS DE ENTREVISTA
Enviado por Heeylizz • 20 de Marzo de 2019 • Informe • 2.136 Palabras (9 Páginas) • 154 Visitas
TRADICIÓN SOCIOCULTURAL
ANÁLISIS DE ENTREVISTA
De acuerdo a Solé y Parella (2004), en la sociedad han ocurrido cambios, los cuales han traído consigo el estudio de nuevos significados y expresiones del ejercicio de la maternidad, partiendo del contexto global de la transformación de la institución familiar y del papel de la madre. Hace más de veinte años se consideraba que las personas que decidían tener hijos debían contraer matrimonio, hoy en día se ha aceptado socialmente que una pareja decida o no tenerlos y esto supone un importante cambio de valores. La mujer dispone de la posibilidad de gestionar su capacidad reproductiva, asume directamente su preparación cultural, la orientación y estilo de vida, lo que ha contribuido a la transformación del sentido de la maternidad y a la aparición de formas de maternidad menos convencionales (tener hijos a una edad más avanzada o al margen de la estabilidad de la pareja).
Los cambios económicos y sociodemográficos ocurridos en México en los últimos años han afectado la estructura de la población y las familias. Como lo indican Sánchez, Espinosa, Ezcurdia y Torres (2014), ha disminuido el índice de mortalidad y se ha incrementado la esperanza de vida, así como la edad productiva ha aumentado en la población menor de 15 años, las mujeres tienen menos hijos e inician la vida de pareja y la procreación a edades más avanzadas que las de generaciones anteriores. Estos fenómenos son acompañados por la participación de las mujeres en el mercado de trabajo, el incremento de mujeres cabeza de familia y por las restricciones económicas que afectan la economía familiar.
En la sociedad mexicana actual coexisten mujeres que han ejercido una carrera laboral como una dimensión central en sus vidas además de la maternidad, o bien mujeres mayores de 35 años sin hijos. Ejercen la maternidad a través de relaciones determinadas por el género, la edad y por otros determinantes económicos y sociales. Desarrollan su capacidad de procreación a partir de experiencias construidas en un grupo social específico y momento determinado. No es lo mismo la maternidad de mujeres con una profesión y altos niveles de escolaridad que la de mujeres amas de casa y de bajos recursos. Sin embargo, ambas se enfrentan a las construcciones simbólicas de la maternidad que impone la cultura y la tarea principal de la madre es la construcción sociocultural del nuevo ser (Sánchez, Espinosa, Ezcurdia y Torres, 2014).
Las mujeres se vinculan a maternidad por: 1) proceso biológico, o 2) simbolización de la maternidad, aquellos significados referidos a la relación de pareja heterosexual que definen la sexualidad femenina como un instrumento para la procreación y construcción de una familia (Sánchez, Espinosa, Ezcurdia y Torres, 2014).
Según Solé y Parella (2004), las relaciones familiares cada vez se basan más en la negociación y la corresponsabilidad, el papel de la madre se concibe a partir de una gran dedicación a los hijos en términos de tiempo; asumiendo que es ella quien mejor puede ocuparse del cuidado de los hijos, aunque el papel de la mujer en la sociedad ha cambiado, así como sus expectativas y aspiraciones. La maternidad deja de ser el único elemento central del proyecto vital y pasa a ser un complemento de su profesión. Cuando llegan a la edad límite (reloj biológico) es cuando el proyecto de la maternidad se intenta llevar a la práctica. Las causas del retraso de la maternidad en la sociedad incluyen factores sociales y culturales, tales como la necesidad de nuevos estilos de vida, la desconfianza al compromiso en la formación de una familia, la voluntad de las mujeres con estudios de plantearse la maternidad tras haber cumplido una meta en el terreno profesional o la exigencia de contar con una estabilidad económica.
La maternidad ha representado una realización personal, competencia, serenidad, equilibrio y estabilidad de pareja. Este proceso puede considerarse también desencadenante de cambios, tensiones y redefiniciones de la propia vida y de las relaciones personales significativas (Solé y Parella, 2004).
Gómez, Aldana, Carreño, Sánchez (2006) señalan que el embarazo se considera un periodo crítico del desarrollo psicológico porque pone a prueba el nivel de madurez emocional de la mujer, su identidad y la relación con su madre; así mismo, representa una oportunidad de crecimiento psicológico para ella. Dada la trascendencia que tiene la maternidad para la mujer, su respuesta afectiva es mayor, requiere de un proceso de adaptación frente al mismo, ya que se modifican en ella su estructura y su proyecto de vida a partir del evento. Para la mujer, la maternidad representa uno de los eventos más importantes en su vida. Dado que la sociedad y la cultura le han dado un valor especial, estableciendo lo que se espera de ella en esta etapa, cómo debe ser y comportarse para ser una “buena madre”, además de que se le considera una función exclusiva de ella.
Castelló (2006) menciona que la motivación con la que se concibe a un hijo inclina a la mujer a sentir una emoción u otra, y por tanto sus acciones estarán determinadas hacia actitudes positivas o favorecedoras tanto para ella, para su futuro hijo y la relación con su pareja. Es muy común que las parejas presenten problemas a la hora de concebir un hijo (esterilidad o infertilidad) lo que trae consigo estrés, miedo, angustia o depresión. Esto hace que la mujer, sobre todo, viva la experiencia como fracaso personal, y decepción, desilusión, incluso desmotivación para un segundo intento, siendo necesario el proceso de duelo de la situación. En caso de éxito y logro de la gestación, la vivencia emocional es marcada como feliz y la mujer se siente satisfecha. Esto repercute en el bienestar físico, psíquico y social.
De acuerdo a Castelló, las emociones más frecuentes durante el embarazo es el miedo (a la pérdida del bebé o por un embarazo de alto riesgo), la confusión (cuando se dan situaciones de deseos encontrados por el embarazo o por mantener su situación personal, profesional, familiar o económica que sin duda sufrirán cambios), la alegría (si tener un hijo es un proyecto de vida o si es un deseo que surgió de una necesidad de afecto), la aflicción o tristeza (embarazo no deseado o por el abandono de la pareja).
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